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No basta con crear comisiones

Carolina Aguilera
Por : Carolina Aguilera Ex-investigadora de FLACSO-Chile, socióloga.
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La fórmula que propone la ex Presidenta hoy para enfrentar desafíos similares no pareciera ser muy diferente. Está conformando grupos de trabajo en los que los expertos de política pública que tuvieron una participación clave en el modelo de comisiones anterior, tienen la voz cantante. No hemos visto la incorporación de voces críticas al modelo, aun cuando su trabajo tenga la misma calidad.


Michelle Bachelet ha arremetido en la campaña presidencial proponiendo la realización de reformas institucionales que apuntan a la instalación de un nuevo arreglo político y social más justo para el país. Una, esta vez verdadera, reforma a la Constitución, una real reforma tributaria, una re-reforma al sistema educacional.

Durante su mandato, ella llevó adelante grandes reformas institucionales e intentó impulsar otras que quedaron en el camino: eliminó la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza; reformó el Sistema de Previsional Social; creó un nuevo sistema para la protección de la temprana infancia; impulsó una reforma al Sistema Binominal y a la Ley de Partidos Políticos.

La fórmula para enfrentar tamañas empresas fue cambiando en el tiempo. En un inicio convocó a grupos de trabajo conformados por expertos en las áreas de política pública correspondiente, provenientes de los centros de estudio como desde una trayectoria de trabajo en el Estado en la materia. Como se señaló tantas veces, se trataba de comisiones que espejaban la representación política que en ese entonces tenía el Congreso, el duopolio Concertación-Alianza. Luego, forzada por las inesperadas movilizaciones estudiantiles de los secundarios a pocos meses de iniciado el gobierno, tuvo que reformular el modelo de conformación de comisiones, e incorporar a los sectores movilizados quienes no estaban representados por el binomio político. Dicha comisión no llegó a acuerdo, y la incorporación del fin al lucro y de la selección en el proyecto enviado al Congreso por parte de la Presidencia, fue frenado con el envío de una segunda propuesta por parte de los parlamentarios de derecha.

[cita]La fórmula que propone la ex Presidenta hoy para enfrentar desafíos similares no pareciera ser muy diferente. Está conformando grupos de trabajo en los que los expertos de política pública que tuvieron una participación clave en el anterior modelo de comisiones, tienen la voz cantante. No hemos visto la incorporación de voces críticas al modelo, aun cuando su trabajo tenga la misma calidad.[/cita]

Se generó un empate que sólo el Gran Acuerdo de Educación zanjó; acuerdo al que únicamente fueron invitados los partidos de la dupla consagrada. A casi 6 años, la calle sigue clamando por una verdadera reforma, una que logre romper el mecanismo de reproducción de la desigualdad social a la base del sistema educacional. Por su parte, hoy el movimiento social no se ha levantado contra el sistema previsional, aun cuando ya se ha demostrado que no permite asegurar una calidad de vida mínima a quienes se retiran del mundo laboral.

Sin embargo, la comisión de reforma previsional no respaldó tres iniciativas que podrían haber vuelto el sistema más justo: prohibir el lucro de las instituciones proveedoras del servicio (AFPs), incorporar en los directorios a representantes de los beneficiados (los trabajadores), y la creación de una AFP estatal (propuesta que sí fue instalada posteriormente en el Congreso sin éxito).

La experiencia de las Comisiones Asesoras Presidenciales del gobierno de Michelle Bachelet mostró, entre otros, que cuando la conformación de los grupos de trabajo repetía la distorsionada representatividad del Congreso, las reformas salían adelante. Resultaban ser una suerte de excelente parche a la falta de asesoramiento profesional experto con la que pueden contar los parlamentarios en la actualidad. Sin embargo, cuando estos grupos incluían voces que estaban excluidas de dicha arena política, el Congreso se encargaba de recuperar su monopolio en la formulación de lo posible.

La fórmula que propone la ex Presidenta hoy para enfrentar desafíos similares no pareciera ser muy diferente. Está conformando grupos de trabajo en los que los expertos de política pública que tuvieron una participación clave en el anterior modelo de comisiones, tienen la voz cantante. No hemos visto la incorporación de voces críticas al modelo, aun cuando su trabajo tenga la misma calidad. No sabemos cómo estará conformado el nuevo Congreso, pero no es difícil adivinar que gracias a la estabilidad dorada que nos provee el sistema electoral actual, va a estar conformado de manera bastante similar al actual con quizás uno o dos diputados de la izquierda más. ¿En el Senado veremos cambios?

Han sido las voces del movimiento social las que han corrido el límite de lo posible. Con gran lucidez y sencillez los dirigentes estudiantiles, principalmente, han denunciado la injusticia social que sustenta nuestro modelo de crecimiento económico, que no nos lleva al desarrollo de las personas, ni social, sino a una mayor acumulación de riqueza del país, pero apropiada solo por unos pocos. No es necesario ser adivino para imaginar un nuevo gobierno con Michelle Bachelet a la cabeza. Si de verdad quiere re-reformar nuestra institucionalidad en pos de un Chile justo va a requerir construir los puentes con los nuevos actores sociales y con las voces críticas al modelo de crecimiento. La nueva mayoría que dice querer construir políticamente ya existe a nivel social. Pero debe crear los puentes programáticos, pero sobre todo puentes de trabajo y de confianza para que esta vez la mayoría social sí haga presente en el sistema político.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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