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¿Quién politiza La Haya?

Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile en Cuba y ex subsecretario de Defensa
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Aquí no hay diferencias entre los chilenos. En estos temas tenemos visión nacional. Por lo mismo, como tantas veces hemos insistido, sería altamente recomendable convocar entre otros, al Consejo de Seguridad Nacional, que agrupa a todos los poderes del Estado, más allá del gobierno de turno, a fin de analizar estos temas con una óptica más plural.


En Perú han surgido voces preocupadas porque en Chile se podría politizar el tema de La Haya. El Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, Víctor García Belaúnde, llamó el 12 de julio recién pasado, a no mezclar el fallo de La Haya con el debate electoral chileno.

Por su parte “La República” de Lima, en su editorial del 20 de julio, comentando la renuncia de Pablo Longueira, consignaba que había provocado “un efecto pavoroso en la derecha chilena”, para concluir sentenciando: “Es de esperar que estos avatares no tengan una repercusión en el proceso de La Haya”. Ahí no paraba el editorial, ya al concluir incursionaba en la prospectiva, vaticinando que “ante un eventual triunfo de la derecha la concreción del fallo podría demorar más en comparación… a un probable gobierno de Michelle Bachelet”, sin abundar en las razones de dichas afirmaciones.

Los chilenos podríamos decir que en los asuntos internos de Chile, son los ciudadanos chilenos los principales llamados a opinar y que no se supongan intenciones, pero también es buen momento para reafirmar principios en materia de política exterior. Chile es respetuoso del derecho internacional, y si del fallo se trata, no hay discrepancia en que cumpliremos con nuestros compromisos. Acudimos a la Corte Internacional para hacer respetar acuerdos vigentes desde hace más de 60 años.  Estamos en La Haya pidiendo respeto al derecho, no buscando un consenso. Los chilenos tenemos un consenso categórico: la convivencia civilizada entre las naciones se basa en el respeto a los tratados.

[cita]Aquí no hay diferencias entre los chilenos. En estos temas tenemos visión nacional. Por lo mismo, como tantas veces hemos insistido, sería altamente recomendable convocar entre otros, al Consejo de Seguridad Nacional, que agrupa a todos los poderes del Estado, más allá del gobierno de turno, a fin de analizar estos temas con una óptica más plural.[/cita]

Pero es comprensible que en sectores de las elites peruanas exista inquietud, especialmente si la diplomacia limeña logró imponer la tesis de las “cuerdas paralelas” a nuestra propia diplomacia. El desconocimiento de los tratados del 52 y el 54 no sería nada grave, solo un tema jurídico que habría que encapsular. Por eso critican los medios oficialistas peruanos las voces que dentro de Chile cuestionan este reduccionismo.  El editorial de “El Comercio” de Lima del 21 de julio, se felicitaba, porque en su opinión, esas voces “han sido excepcionales y, más bien, excéntricas”.

Aclaremos, la política exterior es un tema de Estado, y la defensa de nuestro territorio es de lo más profundo de los intereses de un Estado. Aquí no hay diferencias entre los chilenos. En estos temas tenemos visión nacional. Por lo mismo, como tantas veces hemos insistido, sería altamente recomendable convocar entre otros, al Consejo de Seguridad Nacional, que agrupa a todos los poderes del Estado, más allá del gobierno de turno, a fin de analizar estos temas con una óptica más plural.

Este debate no es entre oposición y gobierno. No lo puede ser, ni hoy ni mañana. Pero sí es un debate necesario, republicano y trasparente. De hecho, en la critica a la política de las cuerdas paralelas han participado voces de gobierno, de oposición e independientes. A modo de ejemplo, recordemos el incidente del reclamo peruano por el desminado en la frontera norte, porque supuestamente “habrían tropas chilenas en territorio en litigio”. En su momento, el ministro de defensa de entonces, Andrés Allamand ejecutó lo que establece la Convención de Ottawa en estas situaciones (según la prensa limeña, ¿sería una figura “excéntrica”?). Desgraciadamente en este episodio, la conducción de la Cancillería optó por otro camino.

La Corte demoró su fallo, por tanto, ambos países tenemos más margen para sellar nuestra voluntad de paz y cooperación.  Como las palabras se las lleva el viento y las relaciones internacionales son relaciones entre Estados, y no entre gobiernos, y menos entre personas, sería un excelente momento para que el Perú formalice en forma vinculante que ya no tiene más reclamaciones territoriales respecto a Chile. El irredentismo que ha caracterizado a la diplomacia peruana obliga a ver el tema en su faceta política y no sólo la jurídica. Algunos dicen que esto habría que impulsarlo después del fallo. ¿Por qué no hacerlo antes? Así demostraríamos nuestra voluntad genuina de establecer relaciones de confianza y cooperación. Chile ha hecho esta declaración, desde 1996 en su primer libro de defensa y no hay inconveniente alguno para reafirmarlo. No pretendemos ningún centímetro cuadrado de otro Estado.

Ambos países compartimos regímenes democráticos, basamos el poder en la voluntad de la ciudadanía. Los chilenos estuvimos muy divididos en el pasado, pero hemos avanzado en nuestra convivencia que, por cierto, siempre es perfeccionable.

Los demócratas vemos con mucha simpatía los avances de la democracia en el Perú, así como en toda la región. Admiramos la fortaleza de la justicia peruana, que consolida el equilibrio de poderes al examinar sin vacilación, excesos y malas prácticas del pasado. Tal es el caso de los llamados “narco indultos” ocurridos durante la administración de Alan García, o el examen de los videos que muestran cómo autoridades de ayer y de hoy intentaban presionar a una jueza que investigaba lo ocurrido en la toma de la embajada japonesa, así como el riguroso examen de los manejos inmobiliarios del ex presidente Alejandro Toledo.

Los chilenos no queremos “politizar” el tema de La Haya. Lo que los ciudadanos chilenos queremos, seamos de izquierda o de derecha, de centro o independientes, es que nuestras autoridades traten este tema como una política de Estado. Que vele por los intereses superiores del país, que son los intereses de todos los chilenos. Las relaciones diplomáticas no las resuelven exclusivamente los abogados, ni tampoco las inversiones de las empresas privadas. Se requiere tener pensamiento político estratégico y utilizar la diplomacia en toda su amplitud.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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