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Vacunas chatarra y conflicto de interés

Lo reprochable, en el caso del thimerosal es que esos médicos omitan todas las investigaciones que reputados colegas han efectuado sobre este y les resten todo valor, lo que solo favorece el negocio de las farmacéuticas.


Nada más mágico que vivir la llegada de un hijo sano, feliz, conectado, amoroso, con quien se construyen planes para los días, semanas, meses, años. De pronto y sin mediar aviso, todo se diluye. Como un vaso que cae y se rompe en mil pedazos, imposible de reconstruir, su salud se quiebra. Razones? Ninguna. No hay antecedentes genéticos, no hay datos de accidente en el parto, ni posterior. Un trauma que se transforma paulatinamente en dolor y desesperación de  madres cuyos hijos nacieron sanos y empiezan a retroceder. Cientos de relatos se repiten: pérdida del lenguaje, de la relación y de los afectos; acciones repetitivas, aislamiento, problemas de conducta, trastornos alimenticios, alergias. Nunca más volvieron a ser lo que eran, sin explicación. La denominación de este fenómeno: Autismo Regresivo.

 Hace ya varios años, en todo el mundo, cientos de agrupaciones de familiares de autistas, -las “Madres Guerreras” en Estados Unidos, “Bioautismo” en Chile- vienen denunciando la situación y señalando que esta regresión se produjo en paralelo con la vacunación. Numerosos estudios científicos apuntan al preservante industrial thimerosal, que contienen las vacunas que se usan en los programas de vacunación infantil, como uno de los más posibles detonantes de esta tragedia.

El thimerosal, 49,6% de mercurio, conocido antiguamente en nuestro país como “metapío”, fue retirado de las farmacias y prohibido su uso tópico. También en la medicina veterinaria no se usan vacunas con este compuesto debido a que el mercurio es el segundo metal pesado más dañino para los seres vivos y un reconocido neurotóxico.

Sin embargo se usa por algunos laboratorios en la fabricación de algunas vacunas, como preservante. Su envase, lleva impresa la clásica imagen con los que se identifican los productos tóxicos o venenosos: una calavera. Lo extraño es que se prohíbe su uso tópico, pero se justifica y autoriza inyectarlo en seres humanos.

En la actualidad, más de 1500 estudios científicos vinculan al thimerosal con enfermedades del neurodesarrollo.

El Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) confirmó la existencia de una “epidemia” de autismo. De acuerdo a cifras oficiales, el 2008 la prevalencia en EEUU era de 1 en 88. La CDC señaló, en marzo de 2012 que hubo un incremento de un 78% en la última década de esta devastadora enfermedad. (http://www.autismoava.org/videos/la-cdc-al-fin-confirma-epidemia-de-autismo-en-eeuu )

La FDA, que autoriza los medicamentos en Norteamérica, hizo en 1999 un llamado a retirar el thimerosal de las vacunas. Después de ello, muchos países eliminaron o comenzaron a bajar los niveles de mercurio en ellas. Algunos países, como Suecia por ejemplo, se han declarado libres de mercurio en todas sus formas, incluyendo las vacunas.

En Chile, el informe del CAVEI (Comité Consultivo de Vacunas) del año 2011, concluye que es necesario aplicar principio precautorio y retirar en el más breve plazo, el thimerosal de las vacunas. El Dr. Enrique París, pediatra, toxicólogo y presidente del Colegio Médico, apoyó este retiro y la aplicación del principio precautorio, y a estas alturas la mayoría de los países desarrollados lo han hecho. Sin embargo, la OMS (Organización Mundial de la Salud), recomienda el uso de vacunas con thimerosal para los países del tercer mundo, es decir, América Latina, África y parte de Asia. Al ser más baratas se asegura que tales países accedan a estas vacunas e inoculen a su población.

En el año 2010, presentamos con las madres de niños autistas de “Bioautismo”, el proyecto de ley para prohibir el uso de vacunas con mercurio. El ministro Jaime Mañalich reconoció la alta concentración de este compuesto en las vacunas destinadas a niños de 2, 4, 6 y 18 meses, 4 y 7 años, del programa de vacunación infantil. Veinticinco mcg de thimerosal, cuando la norma establece un máximo de 0,06 mcg para niños de 2 meses.

En el inicio, el ministro apoyó el proyecto de ley, y solicitó la urgencia simple.

Se aprobó por una unanimidad en la Cámara de Diputados, se aprobó, en general, en la sala del Senado. De pronto, en el año 2012, el ministro cambió de criterio. Ya no le gustó la idea de retirar el mercurio de las vacunas porque ya no era tóxico, sino agua de las carmelitas. Desapareció su toxicidad como por arte de magia, y resultó ser bueno para la salud de los niños.

Muy a pesar del Ejecutivo, la comisión de salud del Senado, en Agosto de este año, aprobó el proyecto de ley. Al ministro, claramente se lo vio enojado, descompuesto, desesperado. Denunció “fraude médico”.

¿A quién exactamente iba dirigida esta acusación? ¿A los padres? ¿A los diputados autores del proyecto? ¿A los niños afectados?  ¿A los científicos que han estudiado y publicado el peligroso efecto del thimerosal? ¿A los que pedimos que se aplique principio precautorio? ¿A todo aquel que lo contradiga en sus opiniones?

El ministro, ha declarado que cuenta con una poderosa red de protección y, en consecuencia, alista su poder para la batalla. Una publicación en el diario El Mercurio (simple coincidencia), con los colores del logo del Gobierno, reúne parte de la red encargada de defender al ministro y al mercurio en las vacunas.

Algunos de los profesionales que aparecen en dicho documento denominado: “Las vacunas no causan autismo”, tienen evidentes relaciones con la industria farmacéutica, por lo que sus aseveraciones están contaminadas de conflicto de interés.

La Dra. Potin, quien ha aparecido además en muchos medios de comunicación como férrea defensora de la inocuidad del mercurio en las vacunas, recibe honorarios por charlas sobre vaccinología para GSK (Glaxo) y Sanofi Pasteur,  y ha recibido honorarios en el Comité de Expertos para Pfizer, hechos que ella misma ha tenido que declarar.

El Dr. Humberto Soriano, quien dice no tener conflicto con farmacéuticas, ha participado en estudios financiados por laboratorios como Procter and Gamble. Es cuñado del Dr. O´Ryan, quien ha participado en estudios sobre vacunas financiados por laboratorios farmacéuticos como Novartis, es uno de los profesionales, junto con el ministro Mañalich,  que ha tenido mayor cobertura de prensa para defender y publicitar las vacunas con mercurio y, coincidencia, es el marido de la jefa de prensa de la Presidencia de la República, Carla Munizaga.

La Dra. Katia Abarca, de la Sociedad Chilena de Infectología, ha recibido financiamiento de laboratorios manufacturadores de vacunas por Estudios Clínicos de vacunas (GSK, SP, Berna y Novartis), asistencia a congresos o reuniones científicas (GSK, SP, Berna, MSD y Wyeth) y honorarios como conferencista y consultora (GSK. Wyeth, MSD, Medinmune).

Jorge Jiménez de la Jara, paradojalmente siendo la cara visible del Consejo Consultivo de Vacunas, es Investigador Principal de Biomedical Research Consortium, una institución que realiza investigaciones médicas en una alianza entre la Pontificia Universidad Católica y Laboratorios Recalcine, que se encuentra desarrollando una vacuna contra el Helicobacter Pylori para “niños” en base a una salmonella.( http://bmrc.cl/investigacion/investigadores/)

Miguel O´Ryan y Maria Teresa Valenzuela realizaron un estudio financiado por Novartis en Chile, mientras la Dra. Valenzuela se desempeñaba como directora del ISP. Ella no declaró su cargo como autoridad pública de salud del Estado de Chile, sino que consignó solamente su cargo en la Universidad de Los Andes. En el estudio, se experimentó con 1600 niños chilenos y ahora la vacuna de nombre Brexero está cuestionada en Europa por varios gobiernos por su falta de efectividad.

Desde la Cámara de Diputados, solicitamos, tanto al Ministro de Salud como a la Directora de ISP, detalles del estudio, la constancia del consentimiento informado de las familias de los niños, los compuestos de la vacuna utilizada, y hasta el día de hoy no han entregado ningún antecedente.

En Estados Unidos, desde hace más de una década, diversos congresistas han estado exigiendo al Centro de Control de Enfermedades (CDC) que explique el aumento sostenido en enfermedades del neurodesarrollo en niños y el porqué. A pesar de la existencia de más de 1500 estudios que establecen vínculos entre el thimerosal y las enfermedades del espectro autista, el CDC sigue defendiendo el uso de este compuesto, que solo sirve a la economía de las farmacéuticas y no a los niños. La respuesta de la  CDC: “no podemos ni afirmar ni rechazar una relación causal”.

Mientras tanto, se tuvo que crear el Defensor del Autismo, para la recepción de las más de 5 mil denuncias legales de daño post vacunación en la generación de la enfermedad.

¿Qué se impone entonces?

En primer lugar la aplicación del principio precautorio. Cuando la autoridad no tiene la certeza, es imperativo, ético y responsable aplicar dicho principio.

Pero las motivaciones de la autoridad parecieran venir de otro lado. Para ellas parece más importante proteger la economía de las grandes farmacéuticas que la salud infantil.

¿Qué poderosa red de protección se teje entonces en torno a este letal compuesto?  Sólo un último dato: de acuerdo a un estudio de Ciper, este lado del mundo, y en particular nuestro país, se ha transformado en un paraíso para la experimentación de fármacos en humanos por parte de los laboratorios, y se está usando a nuestra población como conejillos de indias, obteniendo el consentimiento de los pacientes a través de procedimientos a lo menos, dudosos.

La experimentación con fármacos es una gran fuente de negocios  para los médicos y lo es todavía más su vinculación permanente con los laboratorios. Ello no es malo per se. Lo reprochable, en el caso del thimerosal es que esos médicos omitan todas las investigaciones que reputados colegas han efectuado sobre este y les resten todo valor, lo que solo favorece el  negocio de las farmacéuticas.

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