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Marinovic y Allende

Por: Eduardo Valenzuela Bejas, Master en Artes, Universidad Paris 8


Señor Director

Qué sana y útil puede ser la duda

Leí el artículo sobre Salvador Allende de la Señora Teresa Marinovic en el diario El Mostrador. La Señora Marinovic, con formación de filósofa, incurre en demasiados excesos e imprecisiones para hablar de un proceso histórico y de un presidente, que por razones de generación, ella parece conocer poco.

Llama la atención, en un persona con formación universitaria, el comenzar un artículo con tantas afirmaciones perentorias. Marinovic no parece tener dudas. Todo lo que afirma parece ser una verdad, la verdad. Marinovic no tiene una actitud filosófica en su escrito. Ella no busca la verdad, ella ya tiene la verdad, ya la encontró.

Ya hace mucho tiempo que un universitario no se puede expresar de esa manera. El tiempo de las certezas absolutas parecía haberse acabado con el fin de la guerra fría y los errores tremendos del neoliberalismo. Pero Marinovic vuelve atrás y escribe cosas definitivas. Debe ser una persona que se maneja dentro de los conceptos de lo finito, de la finitud. Las cosas son como son, no hay un devenir posible.

Marinovic incursiona en la economía. Es interesante ver lo importante que es la economía en su análisis de lo real. Quizás ella considera la economía, como tantos otros, como una forma de conocimiento de lo real. El conocimiento de lo real sería el conocimiento de lo económico. «La economía no nos enseña cómo podemos salir del carácter intimidante de lo económico», diría Alain Badiou. Marinovic podría reflexionar sobre la relación que puede haber entre La caverna de Platón y la economía. Un filósofo importante de nuestro tiempo piensa que hay que partir de la subjetividad misma. Sin duda que hay otras maneras de ver el mundo, de ver este mundo.

Interpela su «análisis» sobre lo que pasó en Chile. No hay búsqueda de documentos, no cita ni a personajes históricos ni artículos críticos importantes, no habla de la CIA, no habla de las fuerzas políticas que impulsaron el golpe, no habla de la intervención descarada del gobierno de los Estados Unidos en la situación que vivió Chile en esos años.  Su visión no es la de un universitario, es la de una persona que da una opinión política y que juzga según sus rudimentos ideológicos.

La perla del artículo es su concepto de «frívolo» para hablar de Allende. Yo pienso que la reforma agraria del gobierno de Allende no fue un acto frívolo; la nacionalización del cobre y de los bancos no fue un acto frívolo de Allende; el vaso de leche para cada niño chileno no fue un acto frívolo; tratar de construir una sociedad mejor por la vía democrática, no es un acto frívolo. Frívolo y utópico no son conceptos paralelos, que se puedan asociar de una manera fácil como lo hace Marinovic. Allende no vivió como un frívolo, vivió más bien como un hombre militante, en un proceso permanente de búsqueda de la verdad. Como lo hubiera dicho Aristóteles, Allende vivió «en inmortal». Por otra parte la utopía nunca ha sido asimilada, antes de Marinovic, a lo frívolo. Este nuevo par conceptual de Mariniovic, frivolidad/utopía, no creo que vaya a dejar una huella muy perecedera en el pensamiento político chileno. Este par conceptual no es lo que se conoce en filosofía como una verdad universal.

Entonces, lo que es frívolo, es escribir un artículo de un nivel intelectual medio sobre un tema histórico importante. No se entiende la necesidad de Marinovic de escribir sobre un tema que desconoce o que no maneja con suficiente seguridad. En estos casos siempre pienso en la máxima de Wittgenstein: cuando no hay nada que decir, lo mejor es el silencio.

Es cierto que el aniversario de los cuarenta años del golpe de estado militar de derecha puede y debe servir para reflexionar, pero no para escribir artículos sin profundidad sobre temas fundamentales. El artículo de Marinovic es una modesta opinión personal, no informada y de mala fe, sobre lo que pasó en Chile y sobre el presidente Allende. En su artículo es perceptible una cierta pereza intelectual, característica del pensamiento empírico y que caracteriza la finitud como pensamiento organizado sobre el principio de la repetición. Es una pena que el diario El Mostrador no sea más exigente con la calidad de los escritos de sus articulistas.

Eduardo Valenzuela Bejas, Master en Artes, Universidad Paris 8

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