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El mito del derrumbe de la derecha

Resulta así inconveniente darle un carácter a la elección presidencial que no lo tiene, ya que a nuestro juicio la derecha económica no ha combatido en esta elección presidencial y si bien ha mostrado una evidente inclinación a favor de la candidatura que le es más proclive, no cabe la menor duda que se encuentra perfectamente preparada para un nuevo escenario.


Muchos analistas y algunos políticos jóvenes han comenzado a celebrar el derrumbe, el próximo domingo, de la derecha; ello lo traducen en una baja votación de su principal exponente y un mal resultado parlamentario que le permitiría a la Nueva Mayoría algunos doblajes en Senadores y Diputados, mostrando de paso que el sistema electoral binominal sí sería derrotable y dejaría de ser el gran cerrojo que unido a la Constitución Política han vertebrado un ethos político-económico que ha caracterizado a la sociedad  chilena por cuarenta años.

Suponiendo que este derrumbe político se produzca, pensamos que ello no abarcará en modo alguno a la derecha económica, de la cual la derecha política no es más que una especie de guardia pretoriana, que puede ser reemplazada perfectamente por otras variables o asociaciones políticas que le permitirán a la derecha económica continuar desarrollando sus actividades en forma más  o menos normal  y en un ambiente como el país ha conocido.

Algunos comentarios aluden a lo que ocurrió en las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1964 y 1965, cuando fue elegido Eduardo Frei Montalva  y la Democracia Cristiana logró hacer desaparecer prácticamente a los partidos Conservador  y Liberal. Esa derrota de la derecha fue sin duda política, pero en un ambiente en que el Estado mantenía en su control más del setenta por ciento de la actividad de la gran empresa, incluyendo la bancaria. Esa derrota política permitió un avance en las políticas sociales y dio autoridad para cambiar el agro y las rentas de  la gran minería. Cuando se quiso ir más lejos vino el quiebre institucional.

[cita]Resulta así inconveniente darle un carácter a la elección presidencial que no lo tiene, ya que a nuestro juicio la derecha económica  no ha combatido en esta elección presidencial y si bien ha mostrado una evidente inclinación a favor de la candidatura que le es más proclive, no cabe la menor duda que se encuentra perfectamente preparada para un nuevo escenario. [/cita]

La situación ahora es distinta y la derecha económica que controla el 80% de la economía nada teme, salvo en algunos aspectos puntuales como la carga impositiva y aquellos relacionados con la excesiva concentración económica y los abusos asociados a ello, ya que no se proyecta, para el nuevo gobierno, realizar cambios estructurales importantes en las rentas de la minería, del agro, industria bancaria. En general, se puede decir que la derecha económica mantendrá todos sus privilegios, ya que el electorado, con una infinita inocencia, podría contentarse, por ahora y en esta elección, con un aumento del gasto social en aspectos muy focalizados, como el caso de la educación.

Quedará por verse si se produce la derrota política que se anuncia y si, ocurrido aquello, la derecha económica tendrá interés, como podría ser lo lógico, de reconstruir un partido o varios que representen el ideario capitalista, o si, por el contrario, la derecha económica se amoldará a esquemas democráticos y sociales más razonables, en que podrá conjugar sus intereses con la mayoría del país bajo estructuras de carácter socialdemócrata o socialcristiano, que parecen ser las que se estarían consolidando en estas elecciones, todo ello sólo mirando las líneas del programa de Michelle  Bachelet.

Resulta así inconveniente darle un carácter a la elección presidencial que no lo tiene, ya que a nuestro juicio la derecha económica  no ha combatido en esta elección presidencial y si bien ha mostrado una evidente inclinación a favor de la candidatura que le es más proclive, no cabe la menor duda que se encuentra perfectamente preparada para un nuevo escenario.

En consecuencia, la derrota de la derecha política, estrepitosa como algunos la anuncian, que nos lleve a un Congreso de mayorías importantes para hacer cambios institucionales, no significa el fin  de un sector de la sociedad conocido y vertebrado y extremadamente poderoso, como es la llamada derecha económica, que a nuestro juicio es la más poderosa de todas las que se conocen en la historia republicana, desde el momento en que se ha confrontado en el campo de las luchas sociales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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