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La Derecha de Groucho Marx


El candidato supuestamente situado más a la derecha en la competencia para presidir la UDI, Ernesto Silva, ha declarado (“La Tercera”, 16.03.14, p. 3) que revisará la declaración de principios del partido, en particular el punto referido al Pronunciamiento Militar. En su texto actual éste “destaca el patriotismo y espíritu de servicio de las Fuerzas Armadas y de Orden … incluida su acción libertadora del 11 de septiembre de 1973, que salvó al país de la inminente amenaza de un totalitarismo irreversible y de la dominación extranjera, culminando así una valiente resistencia civil y recogiendo un clamor popular abrumadoramente mayoritario”. El sello de la retórica de Jaime Guzmán sentado frente a su máquina de escribir ante una ventana que daba a la plaza Las Lilas está impreso en ese párrafo, que por lo demás expresa verdades históricas irrefutables.

Pero, ustedes saben, ni la más irrefutable de las verdades históricas resiste el martilleo de una mentira mil veces repetida, que, como enseñara Goebbels a los totalitarios de todos los tiempos, indefectiblemente pasa a ser verdad. En Chile el presidente elegido con el apoyo de la UDI en 2009 se convirtió en septiembre pasado en estación repetidora de las  mentiras mil veces proclamadas de la izquierda acerca del Pronunciamiento Militar. Implícitamente imprimió un sello delictivo al mismo, al declarar que quienes lo apoyaron fueron “cómplices pasivos” de actos supuestamente repudiables. Así Piñera se hizo, por su parte, cómplice activo de la campaña de mentiras históricas de la izquierda, que ha sido de una efectividad devastadora y ha travestido a los agresores en agredidos, a los totalitarios en demócratas y a los victimarios en víctimas.

Confirmando el postulado goebbeliano, la mentira ha pasado a ser verdad y entonces la UDI se encuentra incómoda, porque sus cerebros lavados (dirigentes y militantes) han pasado a creer que ella es como la cuentan la Nueva Mayoría y Piñera y no como la versión que escribió su fundador, Jaime Guzmán.

Para ejemplificar mejor el proceso que ha tenido lugar en nuestro país, nada sirve tanto como la interminable teleserie de mentiras históricas titulada “Archivos del Cardenal”, que, para comenzar, no son “del Cardenal” (Silva Henríquez), que no llevaba ningún archivo, sino del archivero de la Vicaría de la Solidaridad, José Manuel Parada. Éste era militante comunista y alto jefe del grupo terrorista de la colectividad, el FPMR. Así lo prueba el testimonio de Alfredo Malbrich, quien reveló en declaración publicada en “El Mercurio” de 28.08.86, p. A1, haber sido reclutado para el FPMR por Parada cuando la Vicaría interpuso un recurso de amparo en su favor tras ser detenido el 1° de mayo de 1979 en desórdenes callejeros, recurso gracias al cual fue liberado (lo que de paso desmiente otra mentira histórica, la de que en ese tiempo los tribunales no acogían recursos de amparo). Pero, claro, un canal de TV dedicado a difundir mentiras históricas sabe que no es políticamente rentable titular una teleserie como “Los Archivos de Un Jefe Guerrillero Camuflado como Archivero en la Vicaría”.

En fin, los cerebros lavados por las campañas de mentiras de Piñera y la Nueva Mayoría, que son casi todos, lamentablemente incluyen a los de los directivos de la UDI, que consideran entonces indispensable “adaptar” los principios de la colectividad a estas “nuevas verdades” goebbelianas mil veces repetidas. Así nuestra derecha hace recordar al inolvidable Groucho Marx, una de cuyas citas emblemáticas era: “Estos son mis principios; pero si no le agradan, tengo otros”.

Anteayer un distinguido académico y escritor chileno residente en Australia, Claudio Véliz, autor del exitoso libro que contrasta al exitoso “zorro gótico” con el “erizo hispano”, me escribió diciéndome lo espantado que estaba de lo que le sucede a la derecha chilena, y me hacía ver la necesidad de fundar en Chile un nuevo Partido Conservador, en vista de las defecciones políticas de RN y la UDI. Efectivamente, “hay que” refundar un Partido Conservador. Pero éste es el país del “hay que”. Los poquísimos que todavía tenemos claras ideas de derecha y no hemos renunciado a defender la verdad histórica carecemos del dinamismo en la acción y de los recursos cuantiosos de otros grupos dedicados, por ejemplo, al culto de la personalidad de algún audaz caudillo populista. Y a quienes sospechen que me estoy refiriendo de una manera oblicua a “Amplitud” les respondo enfáticamente que tienen toda la razón.

Alguna vez la derecha tuvo menos votos y parlamentarios que ahora, pero nunca había tenido menos convicciones propias ni más vocación por abrazar las versiones de sus adversarios. Tal vez algunos repliquen que es la única manera de recuperar las votaciones perdidas. Pero si para lograrlo hay que renunciar al propio ideario y plegarse a la desfiguración histórica, es preferible dejar esa tarea a gente sin escrúpulos y permanecer en una honesta condición minoritaria, sin otro bagaje que el de los principios y la verdad y en la confianza de que tarde o temprano los unos y la otra van a prevalecer.

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