Señor Director:
A través de esta carta, quiero responder públicamente a los abogados Carolina Alliende y Gonzalo Hoyl, quienes me realizaron una última pregunta en mi calidad de testigo en el caso Hijitus. Me preguntaron si yo sería más feliz si Juan Manuel Romeo quedara preso. En su oportunidad, la pregunta fue objetada por subjetiva y no tuve ocasión de responderla. Hoy, después de un proceso muy largo y doloroso, después de dos años de sucedidos los hechos, puedo contestar categóricamente: No, mi felicidad, ni la de mi familia y, en especial, la de mi hija, no depende de que Juan Manuel Romeo este preso o en libertad.
En primer lugar, como familia, creemos firmemente en que la felicidad no depende de circunstancias externas, menos aún del mal que otros, en el ejercicio de su libertad, puedan provocarnos. No sólo creemos, sino que hemos vivido, aún con mayor intensidad y claridad en estos tiempos extremadamente difíciles, que nuestra felicidad esta en donde estén puestos nuestros amores.
Como persona y como familia, tenemos muy claro e intentamos vivir conforme a ello cotidianamente, cual es el orden de estos amores. En primer lugar, el amor a Dios, del que derivan todos nuestros afectos, todo el bien que encontramos en la familia y en los amigos, que han sido un pilar fundamental en los momentos de dolor.
Señores abogados, nuestra felicidad no depende de Juan Romeo Gómez, ni de nadie que elija el mal y la mentira para su vida. Sin duda, que hemos sufrido muchísimo a causa de ello, pero hemos vivido juntos, como matrimonio, con nuestras hijas, como el dolor ordenado al amor, a la protección y al bien, sólo es un paso en un camino de felicidad.
Con esta respuesta, no pretendo obviamente dar respuesta a algo en particular que interese a la defensa. Soy consciente de que a la defensa y a su causa en nada le interesa mi felicidad y la de mi familia. Pero respondo para responderle, en realidad, a todas las víctimas de delitos de abuso sexual y de cualquier tipo de delitos de agresión. Su vida, su bien y su felicidad no dependen de lo que pase con los victimarios. No tienen ese poder. Nadie más que uno tiene el poder de lograr la felicidad en su vida, por medio de su propia voluntad y, como dije, de acuerdo al orden que decida dar a sus amores.
Alejandra Novoa