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El legado imperecedero del rector de la transición

Juan Manuel Zolezzi
Por : Juan Manuel Zolezzi Profesor Titular Departamento de Ingeniería Eléctrica, Facultad de Ingeniería Ex-Rector Universidad de Santiago de Chile
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En cada acción afloraba su espíritu humanista, así como su estricta formación de ingeniero heredada de su paso por la Universidad Católica y su mirada visionaria. Hasta antes de su partida final, se muestra interesado en replicar en el país los grandes aportes de las tendencias mundiales sobre enseñanza terciaria; en readecuar y potenciar la formación de profesores/as; y, sobre todo, en acercar a los/as estudiantes de ingeniería a las ciencias sociales para hacer de ellos profesionales con una formación integral, capaces de desenvolverse con propiedad en audiencias técnicas e interactuar con profesionales de otras áreas del conocimiento.


Eduardo Morales Santos calificaba su experiencia al mando de la U. de Santiago de Chile por dos periodos consecutivos (1990-1998), como un “desafío interesante”. El rector de la transición que da a conocer a la opinión pública en julio de 1991 el Informe de la Comisión de Reconciliación Universitaria, y que impulsa grandes transformaciones que permiten que la institución sea reconocida como una universidad completa y compleja, no hacía mayor referencia a los evidentes logros de su gestión.

El programa de desarrollo impulsado por este Rector con visión de futuro, se evidencia en el gran cambio que experimenta nuestra Universidad estatal y pública bajo su mandato, al pasar de un modelo tradicional a uno adelantado para su época.

El impulso que da a la investigación, a las relaciones interinstucionales e internacionales y la conexión que tuvo con las necesidades de un país que comenzaba a rearmarse tras 17 años de dictadura, se expresan en la creación de Centros e Institutos y de carreras como Periodismo, Psicología, Arquitectura, Medicina, Enfermería, Obstetricia y Traducción Inglés-Japonés/Inglés Portugués, como también en el surgimiento del Programa de Bachillerato en Ciencias y Humanidades y en una serie de doctorados y programas de magíster, como igualmente en el programa de investigadores asociados, proyecto que permite a nuestra Casa de Estudios dar un salto cualitativo en indicadores de productividad académica.

[cita] En cada acción afloraba su espíritu humanista, así como su estricta formación de ingeniero heredada de su paso por la Universidad Católica y su mirada visionaria. Hasta antes de su partida final, se muestra interesado en replicar en el país los grandes aportes de las tendencias mundiales sobre enseñanza terciaria; en readecuar y potenciar la formación de profesores/as; y, sobre todo, en acercar a los/as estudiantes de ingeniería a las ciencias sociales para hacer de ellos profesionales con una formación integral, capaces de desenvolverse con propiedad en audiencias técnicas e interactuar con profesionales de otras áreas del conocimiento. [/cita]

Todo aquello es parte de esa inusitada dinámica que caracteriza a la U. de Santiago en sus ocho años de gobierno institucional. Nada deja al azar, pero además abarca todos los ámbitos. Fue así como surgen el Sello Editorial, la Sociedad de Desarrollo Tecnológico y la Fundación Universidad Empresa.

En cada acción afloraba su espíritu humanista, así como su estricta formación de ingeniero heredada de su paso por la Universidad Católica y su mirada visionaria. Hasta antes de su partida final, se muestra interesado en replicar en el país los grandes aportes de las tendencias mundiales sobre enseñanza terciaria; en readecuar y potenciar la formación de profesores/as; y, sobre todo, en acercar a los/as estudiantes de ingeniería a las ciencias sociales para hacer de ellos profesionales con una formación integral, capaces de desenvolverse con propiedad en audiencias técnicas e interactuar con profesionales de otras áreas del conocimiento.

En julio de 2012, al ser distinguido como Profesor Emérito de nuestra Corporación, sus preocupaciones apuntaban a convertir a nuestro Plantel en uno de clase mundial. A su vez, volcaba su mirada crítica al escenario político señalando que el movimiento estudiantil debía constituir un desafío y una oportunidad para que el Estado lograra un gran acuerdo nacional en pos de una educación de calidad e inclusiva.

Eduardo Morales Santos, el primer rector elegido democráticamente tras la dictadura, el amigo generoso, el defensor de la educación pública, el hombre de una sola palabra, trabajador, culto, demócrata y sencillo, partió el martes 19 de agosto, generando un profundo pesar en nuestra comunidad universitaria. Aquí quedan sus obras, su legado imperecedero y su ejemplo de gran humanista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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