Publicidad

Bahía de Quintero: zona de sacrificio

Flavia Liberona
Por : Flavia Liberona Licenciada en Ciencias Biológicas. Directora ejecutiva de la Fundación Terram.
Ver Más

El abandono de la autoridad es tal, que actualmente no existe claridad de cuántas empresas emplazadas en este territorio cuentan con evaluación de impacto ambiental y resolución de calificación ambiental favorable para operar, como lo relevó el año 2012 el Informe de la comisión investigadora de la Cámara de Diputados. Tampoco es claro cuáles de las obras instaladas allí tienen recepción municipal y pagan patente. Por ello, no se entiende por qué la autoridad ambiental sigue permitiendo que empresas pretendan instalarse en esa zona.


Hace un par de semanas nuevamente la desgracia cayó sobre la Bahía de Quintero, esta vez fue un derrame de petróleo en la costa que ocurrió mientras el buque Mimosa descargaba en el terminal de ENAP. Pero la triste historia de esta bahía, merece ser conocida, relevada y, sobre todo, solucionada, pues la zona de Puchuncaví-Quintero es uno de los territorios más afectados por la contaminación en Chile, y el derrame de petróleo ocurrido hace pocos días no viene más que a aumentar un daño al ecosistema, la calidad de vida y salud de las personas que ya tiene varias décadas de existencia.

Y como cada vez que ocurre algo en la Bahía de Quintero, vuelve a mi memoria una larga historia de desaciertos en decisiones de política pública. Ustedes recordarán que hace pocos años Chile se conmovió con el episodio de intoxicación en la escuela de La Greda, niños y adultos resultaron afectados producto de una nube tóxica de dióxido de azufre. Sin embargo, probablemente pocos saben que esta escuela se ubica en la misma área donde se produjo el derrame de petróleo. Y es que la Bahía de Quintero es un territorio que ha sufrido por décadas los embates de la contaminación. Entre el evento de contaminación en la escuela de la Greda y el reciente derrame de petróleo, han ocurrido muchos hechos en esta Bahía que deberían haber gatillado acciones por parte de la autoridad sanitaria y ambiental. Por sólo mencionar algunos de ellos, podemos señalar recurrentes varamientos de carbón en la playa, muerte de peces, nubes tóxicas, puesta en funcionamiento de termoeléctricas, empresas que funcionan sin permiso ambiental ni sanitario, etc.

Resulta evidente que hasta ahora nadie, ninguna autoridad por los últimos 40 años, ha querido de verdad hacerse cargo de los problemas que allí existen y esto sólo acrecienta el daño, pues la falta de voluntad política para hacerse cargo de los problemas históricos, a los que se suman eventos recientes en la Bahía, tiene como consecuencia una suerte de maltrato hacia las comunidades que allí habitan. Por ello, esta zona sin duda alguna se ha ganado el desafortunado nombre de Zona de Sacrificio.

[cita] El abandono de la autoridad es tal, que actualmente no existe claridad de cuántas empresas emplazadas en este territorio cuentan con evaluación de impacto ambiental y resolución de calificación ambiental favorable para operar, como lo relevó el año 2012 el Informe de la comisión investigadora de la Cámara de Diputados. Tampoco es claro cuáles de las obras instaladas allí tienen recepción municipal y pagan patente. Por ello, no se entiende por qué la autoridad ambiental sigue permitiendo que empresas pretendan instalarse en esa zona. [/cita]

Este apelativo no es gratis y se refiere a territorios en los cuales, por acción u omisión, la autoridad ha permitido desarrollos industriales contaminantes que afectan a las actividades productivas locales, la salud de las personas y los ecosistemas. Es precisamente ésta la historia de la Bahía de Quintero ubicada en la Región de Valparaíso, en la cual por más de 40 años se ha incentivado y/o permitido la instalación de empresas contaminantes sin que existan adecuadas medidas de resguardo a la población local y sus actividades.

Cuando uno revisa la historia es casi para no creerlo. Esta historia se inicia el siglo pasado en la década del 60, cuando se decidió potenciar el desarrollo de un polo industrial y cuando el tema ambiental no era tema. Pero a poco andar comenzó a haber problemas, de los cuales existe abundante información en la prensa de la época; animales se enfermaron, la tierra ya no era capaz de producir lo mismo y también las personas presentaron enfermedades, pero nadie hizo nada, dejaron a la gente sola y enferma. Pero eso no fue todo, también los problemas que al principio se evidenciaban en la tierra se trasladaron al mar y poco a poco comenzaron los problemas para los pescadores artesanales, los que ahora se ven dramáticamente incrementados con este derrame de crudo.

Lo que pasa en la Bahía de Quintero no tiene nombre y no lo tiene por la ausencia de medidas de fondo de parte de la autoridad ambiental y sanitaria y no me refiero a las actuales autoridades, pues, como ya hemos señalado, este es un tema histórico. Y es que es muy difícil de comprender las razones por las cuales no existe un monitoreo permanente del estado de la salud de las personas, más aún cuando, producto de la contaminación del año 2011 en la escuela de La Greda, la Seremi de Salud de la V Región dio a conocer un estudio en que se reconocía que había contaminación en 14 establecimientos educaciones de la zona. Tampoco es posible entender por qué no existe un adecuado plan de descontaminación y sistemas de monitoreo en línea para la emisión al aire de los contaminantes más dañinos. Menos aún se entiende que no existan exigencias ambientales y sanitarias para la descarga y disposición de carbón, que de tanto en tanto queda varado en la costa. Tampoco el que se siga permitiendo que se instalen empresas en la zona, pues existen varias centrales térmicas que quieren emplazarse allí.

El abandono de la autoridad es tal, que actualmente no existe claridad de cuántas empresas emplazadas en este territorio cuentan con evaluación de impacto ambiental y resolución de calificación ambiental favorable para operar, como lo relevó el año 2012 el Informe de la comisión investigadora de la Cámara de Diputados. Tampoco es claro cuáles de las obras instaladas allí tienen recepción municipal y pagan patente. Por ello, no se entiende por qué la autoridad ambiental sigue permitiendo que empresas pretendan instalarse en esa zona.

Pero, por si esto fuera poco, existen situaciones que son aún más dramáticas, como las que afectan a las llamadas viudas de Enami, quienes han iniciado procesos legales que implican la exhumación de cuerpos de sus maridos para comprobar que estos murieron debido a la existencia de metales pesados en sus cuerpos. Procesos que son lentos en su tramitación y que tienen a estas mujeres en un permanente estado de desconsuelo.

Por ello y pese a lo dramático del desastre ocurrido hace pocos días, el cual sin lugar a dudas debe ser reparado ambiental y económicamente por parte de las empresas involucradas, resulta imprescindible que la autoridad ambiental y sanitaria tome medidas de fondo. Lo que pasa en la Bahía de Quintero va más allá de un tema ambiental puntual, es un tema que tiene que ver con los derechos fundamentales de las personas. Ellos no pueden ni deben seguir siendo vulnerados en sus derechos básicos, como es el derecho a la salud y vivir en un medio ambiente libre de contaminación. Nuestro país tiene recursos y regulaciones suficientes para hacerse cargo de esta y otras situaciones que afectan a territorios de Chile, actualmente llamados Zonas de Sacrificio. Es hora de hacerse cargo y generar acciones de reparación, restauración y remediación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias