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Temporada de caza: fuego contra el Opus Dei y Legionarios Opinión

Temporada de caza: fuego contra el Opus Dei y Legionarios

La Iglesia más cercana a la «élite», como la llaman, es también la Iglesia de Cristo, con sus virtudes y defectos. Y no por aquellos que equivocasen el proceder, se condene lo maravilloso que hacen en otras esferas. Una orden religiosa o un movimiento no son un partido político. Son, sí, actores de la polis, pero eso es otro tema.


Aprovecho esta coyuntura y libertad para escribir a favor de movimientos religiosos a los que no pertenezco pero que conozco y aprecio y que, dados los acontecimientos recientes, son objeto de fuerte crítica de parte de distinguidos pensantes.

El «Opus Dei» como «Legionarios de Cristo» se han focalizado en determinados sectores. Eso es una realidad, y desentenderse de ella no vale la pena. Lo que no quiere decir que abandonen o menosprecien a otros mundos. De hecho, conozco admirables desarrollos educacionales y hospitalarios en sectores populares, muchos de ellos ignorados y omitidos por gran parte de la población porque, sencillamente, no venden.

Lo que sí vende, y prende como fuego, es la relación habida entre ambos movimientos y sectores conservadores del poder. La «élite», como le llaman algunos. Dicha relación no es dañina per se. Pero de lamentables acontecimientos se sirven unos para difundir apreciaciones subjetivas y odiosas. Se desprende un creciente tufo a rabia y desdén.

Ambas órdenes crecieron mucho en nuestro país al amparo de Juan Pablo II, captando aquella parte de la feligresía que había sido abandonada o bien se sentía desencantada de la «Compañía de Jesús» y una Iglesia más social, y dividida, por qué no decirlo y admitirlo de una vez. Al amparo de estos días pareciera un contrasentido, pero mirado con retrospectiva hacía sentido, dada la fuerte división social habida en nuestro país.

Pero ese era el Chile de los 60, 80, no el de hoy, donde pareciera que la feligresía, como aquellos que no lo son, no entienden que dentro de la misma Iglesia hay sensibilidades o carismas, lo que la hace más rica. En definitiva, hay curas para todos los gustos, como en cualquier parte del mundo y religión, por lo demás. Y el que unos opten por una opción, no deslegitima a aquellos que opten por otra. La opción del «Opus Dei» es la santificación a través del trabajo. Yo me santifico y comulgo con Dios en la medida que haga bien las cosas, por sencillas que sean. Así de sencillo, donde caben todos, ricos como pobres. La Compañía siente una vocación social por los más pobres, lo que no implica que los ricos puedan comulgar con ella, como de hecho lo hacen. Acá todos suman.

En este contexto, el fuego cruzado tanto entre los sacerdotes como laicos no ayuda mucho, para qué mentir al respecto. Es más, personalmente comulgo con muchas de las apreciaciones del padre Berríos, y las entiendo. Pero me duelen otras porque sencillamente contravienen el dogma. Y ese hasta desprecio, con que muchas veces se manifiesta, pero que tanto critica en otros, hiere aún más. Pero ahí está la libertad de unos y tolerancia de otros en respetar. Es parte de la riqueza de la Iglesia. Y, reitero, todo suma.

Por lo anterior, la Iglesia más cercana a la «élite», como la llaman, es también la Iglesia de Cristo, con sus virtudes y defectos. Y no por aquellos que equivocasen el proceder, se condene lo maravilloso que hacen en otras esferas. Una orden religiosa o un movimiento no son un partido político. Son, sí, actores de la polis, pero eso es otro tema. Pero se les aborrece como uno más. Para peor, sin la bilateralidad debida, dañando con eso a una feligresía no menor.

Finalmente, y respecto del caso del padre O’Reilly, a quien conozco sólo como feligrés, se le sancionó socialmente sin que se conozcan los antecedentes en la instancia procesal que viene, que pueden condenarlo como absolverlo. En caso primero, no cabe más que aceptar la condena reciente y pedir como Iglesia perdón para aquellos ofendidos y lesionados en su ser íntimo; en caso último, ¿cómo explicarle a éste que, a pesar de haber sido absuelto, estará condenado de por vida? Aquellos que hayan visto la película La Cacería comprenderán que el perdón no cabe frente a semejante daño.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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