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El piropo es acoso callejero

El piropo es acoso callejero

Myriam Aravena
Por : Myriam Aravena Periodista del Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC Chile).
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Son prácticas violentas porque hacen que las mujeres nos sintamos vulnerables en el espacio público, con permanente preocupación por la ropa que usamos, las calles donde transitamos, el transporte en que nos movilizamos y los horarios en que nos desplazamos. Es violento porque hace que el trayecto entre nuestras casas y el colegio, la universidad o el trabajo, sea un problema.


* ¿Qué tienen en contra de los piropos? ¿Por qué quieren hacer una “ley antipiropos”? Son preguntas frecuentes que nos hacen al Observatorio Contra el Acoso Callejero, OCAC Chile, tanto en redes sociales como en entrevistas, y nos preguntamos en qué minuto el acoso sexual callejero quedó reducido al “piropo”.

Si bien el “piropo” —comentario sexual no pedido, que no tiene por objetivo halagar ni entablar una conversación— es una de las manifestaciones más sutiles del acoso sexual callejero, fenómeno que está lejos, muy lejos, de quedarse ahí. Estamos hablando también de manoseos y tocaciones, exhibicionismo, masturbación en público y uso no consentido de dispositivos móviles para sacar fotos o videos. Estamos hablando de que uno de los grupos más afectados con este tipo de prácticas son las escolares, niñas y adolescentes entre los 10 y los 17 años que se enfrentan día a día a abusos que, probablemente, les producen tal vergüenza, rabia y asco, que ni siquiera son capaces de contárselo a su familia o amistades.

Son prácticas violentas porque hacen que las mujeres nos sintamos vulnerables en el espacio público, con permanente preocupación por la ropa que usamos, las calles donde transitamos, el transporte en que nos movilizamos y los horarios en que nos desplazamos. Es violento porque hace que el trayecto entre nuestras casas y el colegio, la universidad o el trabajo, sea un problema.

Sin embargo, y a pesar de los cientos de testimonios que nos han llegado al OCAC, a pesar de haber levantado una encuesta que contestaron más tres mil personas, y que reflejó la complejidad del acoso callejero, muchos continúan reduciendo el asunto al mero piropo, insistiendo en que es un tema inocuo, y hasta “divertido” o “folklórico”.

¿Estamos frente a un caso de ceguera, de total ignorancia del tema, o ante una forma de invisibilización de las formas más graves de acoso? Me gustaría pensar que es lo primero, aunque sigue siendo desalentador observar que tanta gente —varios periodistas y columnistas incluidos— antes de emitir sus opiniones, no sean capaces de informarse adecuadamente de qué se trata el acoso sexual callejero.

Otra razón, es que es mucho más fácil hablar del piropo porque es lo más conocido. Muchas, muchísimas mujeres tenemos muy claro que el acoso va más allá del piropo. Lo hemos vivido. Los que no parecen tenerlo muy claro son algunos varones, quizás porque no les toca vivirlo a diario, y ninguna mujer de su entorno más cercano les ha contado sus experiencias más traumáticas.

¿Cuál es el problema con que se hable del “piropo”? El problema es que se aísla una manifestación del acoso sexual callejero, ocultando el fenómeno social que hay detrás e invisibilizando otras situaciones mucho más graves. Cuando vemos un hecho aislado, y no el panorama completo, lo juzgamos fuera de su contexto, no logrando entender bien las causas que lo provocan y, por lo tanto, no tenemos una respuesta frente a él. De ahí a que se aludan razones que en realidad no son razones, sino repeticiones de una cantinela antigua que es mejor no cuestionar porque “es una tradición”, porque “siempre ha sido así”.

Lo peor es que la atención que se dedica a tratar el tema del “piropo” va en desmedro de la atención que podríamos dedicarle a casos mucho más agresivos de acoso. Casos que en este minuto, cuando usted está leyendo esta columna, podrían estar afectando a una escolar en algún lugar de Chile, haciendo que se sienta vulnerable y vulnerada en sus derechos, sucia e incómoda con su propio cuerpo, impotente por no poder responder ante un abuso.

Queremos que se discutan estos temas, que la campaña #AcosoEsViolencia dé pie para muchas conversaciones en el espacio público y privado, donde nos cuestionemos como sociedad si vamos a seguir dejando que día a día nuestras niñas y mujeres sean violentadas. Queremos que el tema sea tratado con altura de miras y con políticas públicas integrales que consideren tanto lo educativo y preventivo, como lo punitivo en los casos de agresiones violentas y traumáticas. Queremos que todos los ciudadanos y ciudadanas de este país transiten en el espacio público sintiéndose respetados y respetadas, ocupando las calles en igualdad de condiciones.

* Publicado en El Quinto Poder

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