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La pendiente resbaladiza

En Holanda se ha propuesto que los órganos de las personas que piden la eutanasia se usen para trasplantes: a nosotros nos repugnaría hacer del cuerpo un bien de consumo, para los holandeses ha sido sólo un paso desde donde ya estaban. En Canadá y Europa ya se habla de “aborto post-nacimiento”. En Estados Unidos se preguntan algunos si acaso restringir el matrimonio a parejas, a sólo dos personas, no constituye una forma de discriminación contra los tríos amorosos.


Los manuales de retórica y argumentación suelen nombrar entre las falacias la llamada “de la pendiente resbaladiza”: una cosa pequeña lleva a otra y así hasta llegar a consecuencias tremendas. En política se llama a esto “campaña del terror”. Tiene sentido: no se puede concluir, lógicamente, que si se da un paso una dirección se seguirá hasta el final. Pero la experiencia enseña otra cosa. Por ejemplo, no había por dónde inferir –ateniéndose estrictamente a la lógica–que la ocupación alemana de los Sudetes en 1939 llevaría a la invasión de Francia, pero algunos fueron capaces de anticiparse.

No se trata de que las leyes de la lógica no se apliquen en el mundo real; si se habla de una falacia, es porque implica conectar de manera necesaria dos cosas que no tienen por qué estarlo, como un alza de impuestos temporal que se vuelve permanente (no tiene por qué ser así, pero siempre es así). Pero las leyes de la lógica pueden aplicarse, o descubrirse, en distintos niveles. Si bien no es necesario que una vez dado un paso en una dirección haya que dar otro y otro más, es interesante notar si acaso un primer paso implica algo más que un mero movimiento. En efecto, si el primer paso es el quiebre de un principio, entonces todo lo que aquel principio protegía o impedía queda expuesto a ser modificado. No es que necesariamente tenga que ocurrir así, pero se hace más probable. Es decir, si la pendiente es real es posible deslizarse por ella. Es por eso que la historia está llena de pendientes resbaladizas.

Se debaten en Chile una serie de leyes polémicas, que atañen principios intactos hasta ahora: el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto, la eutanasia, la eliminación de feriados religiosos. Quienes las proponen afirman que se trata de un solo paso y nada más: que el matrimonio entre personas del mismo sexo no implica nada contra la familia tradicional, que el aborto será sólo para casos extremos, que la eutanasia será sólo para situaciones estrictamente calificadas, etc. No ha sido así en otros países; si se cruza un límite, ya no importa por cuánto se lo cruce. En Bélgica se ha aprobado la eutanasia para niños: nosotros no llegaríamos tan lejos, para los belgas ha sido sólo un paso más. En Holanda se ha propuesto que los órganos de las personas que piden la eutanasia se usen para trasplantes: a nosotros nos repugnaría hacer del cuerpo un bien de consumo, para los holandeses ha sido sólo un paso desde donde ya estaban. En Canadá y Europa ya se habla de “aborto post-nacimiento”. En Estados Unidos se preguntan algunos si acaso restringir el matrimonio a parejas, a sólo dos personas, no constituye una forma de discriminación contra los tríos amorosos.

En fin, las pendientes resbaladizas son reales, y en cuanto a las campañas del terror, hay cosas que debieran horrorizarnos ahora, porque después no lo harán.

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