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La salida de la ministra de Salud: escenario político y las dudas que emergen

Cristóbal Cuadrado
Por : Cristóbal Cuadrado Médico salubrista, académico Escuela Salud Pública Universidad de Chile. Coordinador de Salud de Rumbo Colectivo, ex Subsecretario de Salud Pública.
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Que la Presidencia, a través de la Secom desautorice o le baje el perfil a los dichos de un ministro no es algo infrecuente en la política nacional. Ejemplos tenemos muchos. Lo que es realmente único, es que un Ministerio desautorice a su propia ministra y no se haga desde la Presidencia. Lo que ocurre internamente en este hecho es difícil de esclarecer.


Hace unos días observamos un evento político de esos que no ocurren todas las semanas. Aparece la Ministra de Salud (ahora ex), Dra. Helia Molina, en el titular de la prensa con una frase que haría arder Troya: «En todas las clínicas cuicas, muchas familias conservadoras han hecho abortar a sus hijas«.

Que lo expresado por ella representa una duda socialmente instalada en la sociedad chilena, no es ninguna sorpresa. Esto, más allá de la dudosa posibilidad de probar con datos una declaración de esa envergadura. Las muestras de apoyo público que recibieron sus dichos son manifestación de la sintonía del argumento con un segmento amplio de la población. Emerge la idea en los ciudadanos de que alguien se atreve a poner sobre la mesa un tema que se piensa, pero habitualmente no se dice.

Al mismo tiempo, todo el mundo puede reconocer que es una frase que no puede ser enunciada por una autoridad política, menos aún en los términos empleados. Por mucho que represente un pensar social, un ministro de Estado requiere la mesura para comunicar adecuadamente, pudiendo sustentar su opinión en ciertos datos, más allá que en meras opiniones. En este escenario, su salida era obvia y predecible luego de lo ocurrido. No había otra salida desde el punto de vista político.

[cita] Que la Presidencia, a través de la Secom desautorice o le baje el perfil a los dichos de un ministro no es algo infrecuente en la política nacional. Ejemplos tenemos muchos. Lo que es realmente único, es que un Ministerio desautorice a su propia ministra y no se haga desde la Presidencia. Lo que ocurre internamente en este hecho es difícil de esclarecer.[/cita]

La posición de la ministra en este tema, en pro de abrir una discusión y avanzar en la legislación sobre el tema del aborto, no era nueva. Sus salidas de libreto, tampoco. Su renuncia predecible, dados los acontecimientos, tal como ha ocurrido con muchos ministros en la historia. ¿Qué es lo llamativo entonces?

Lo realmente llamativo es la secuencia de hechos. Por un lado, desde hace semanas, fundada o infundadamente, rondaba la idea de un cambio de gabinete. Luego Helia Molina, cercana a la Presidenta, lanza una frase en la prensa difícil de creer, viniendo de una ministra, violando a todas luces cualquier nota de prudencia al referirse a un tema sabidamente controversial. Como contrapunto, sus dichos representan un sentir social, por lo que existen inmediatas muestras de apoyo público desde la sociedad civil. A las pocas horas, el Ministerio de Salud (sí, aquel del que Helia Molina aún era jefa) aparece desmintiendo las palabras de la ministra. Esto es un tema a destacar. Que la Presidencia, a través de la Segpres desautorice o le baje el perfil a los dichos de un ministro no es algo infrecuente en la política nacional. Ejemplos tenemos muchos. Lo que es realmente único, es que un Ministerio desautorice a su propia ministra y no se haga desde la Presidencia. Lo que ocurre internamente en este hecho es difícil de esclarecer.

Llama la atención que, pese a todo, este escenario es ideal para el Gobierno. La ministra Molina presenta su renuncia, con lo que ya Bachelet puede realizar un cambio de gabinete sin tener que aceptar una derrota política de haber “cedido” a la presión de los partidos, al remover de su cargo a una persona de su círculo de confianza. Por otro lado, la ministra sale dignamente de su puesto, con un gran apoyo de la ciudadanía, con lo cual no se compromete su capital político, ni se daña su imagen pública, sino todo lo contrario. Por su parte, la oposición se queda sin muchos elementos de crítica al Gobierno, en tanto la rápida salida de la ministra no deja mucho espacio para buscar pasarle una cuenta política a la Presidenta, menos aún en un tema en que han ido perdiendo la hegemonía del discurso.

Un escenario demasiado perfecto para creerse, pero ahí está. Dicen que las casualidades en política no existen. Queda pendiente ver de qué manera el Gobierno articulará su gabinete en el contexto de las prioridades políticas del 2015. Queda la incertidumbre de si Bachelet buscará instalar un nombre que impulse los grandes temas estructurales en salud, entre ellos la reforma del financiamiento y aseguramiento en el sector, o si preferirá mantener salud fuera de la agenda principal del Gobierno.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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