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8 de marzo 2015: cuotas en una democracia tensionada

Marcela Ríos Tobar
Por : Marcela Ríos Tobar Socióloga, politóloga, ex ministra de Justicia.
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Un Congreso revitalizado por una composición que refleje la diversidad de nuestra sociedad es un imperativo para poder mejorar la representación política y encontrar un camino de encuentro entre ciudadanas, ciudadanos e instituciones. La presencia paritaria de mujeres en ese Congreso futuro sería un gran paso en la dirección correcta que permitiría seguir avanzando para enfrentar las brechas de igualdad social y económica que se siguen reproduciendo: derechos sexuales y reproductivos plenos, igualdad salarial efectiva, condiciones laborales y acceso a empleos dignos, una educación de calidad no sexista, entre muchos otros


Cada año se conmemora el Día Internacional de la Mujer para recordar a quienes han venido luchando por ampliar derechos y alcanzar la aún esquiva promesa de igualdad para todos y todas. En Chile hace tiempo que existe conciencia de que uno de los nudos en la base de la desigualdad estructural que cruza a nuestra sociedad, radica en las barreras que enfrentan las mujeres para ejercer derechos y disfrutar de los beneficios del desarrollo. Un conjunto de informes e indicadores internacionales nos recuerdan cada tanto que, a pesar de los muchos avances en desarrollo humano y crecimiento económico, la mitad de la población sigue estando rezagada.

Sin embargo, y a pesar de los muchos desafíos, este 8 de marzo permitirá también celebrar los avances que nos pueden llevar a enmendar el rumbo en materia de igualdad de género.

En el mes de enero, después de dos décadas de discusión pública, el Congreso aprobó un cambio al sistema electoral que incorporó por primera vez en nuestra historia la obligación de que partidos políticos presenten listas equilibradas de candidatos. Las listas que competirán en las elecciones parlamentarias del 2017 no podrán estar compuestas por más de un 60% de personas del mismo sexo. Ello permitirá que las mujeres sean nominadas, puedan competir y buscar el apoyo del electorado en condiciones mucho más igualitarias. Un gran salto respecto de lo que ha sido la realidad entre 1989 y el 2013, donde el 90% de candidatos que han competido por un escaño al Congreso han sido hombres.

[cita]Un Congreso revitalizado por una composición que refleje la diversidad de nuestra sociedad es un imperativo para poder mejorar la representación política y encontrar un camino de encuentro entre ciudadanas, ciudadanos e instituciones. La presencia paritaria de mujeres en ese Congreso futuro sería un gran paso en la dirección correcta que permitiría seguir avanzando para enfrentar las brechas de igualdad social y económica que se siguen reproduciendo: derechos sexuales y reproductivos plenos, igualdad salarial efectiva, condiciones laborales y acceso a empleos dignos, una educación de calidad no sexista, entre muchos otros.[/cita]

Con esto Chile se sumará a los más de 12 países en la región que ya cuentan con cuotas electorales y que han permitido a América Latina posicionarse cómo la segunda región en el mundo, después de los países nórdicos, con la mayor representación femenina en sus parlamentos. El uso de esta medida ha demostrado ser uno de los mecanismos más eficaces para aumentar la presencia de mujeres en cargos de elección popular, generando cambios significativos en la cultura y funcionamiento de instituciones. Más aún, existe creciente evidencia que muestra que el aumento de mujeres en cargos de poder contribuye a modificar el contenido de las agendas legislativas e institucionales, permitiendo abordar materias históricamente marginadas, ayudando así a mejorar las condiciones de vida de niñas y mujeres.

Las cuotas llegan a Chile tardíamente en comparación a otros países. La Democracia se abre finalmente a una incorporación más igualitaria de las mujeres en el preciso momento en que sus instituciones son cuestionadas como nunca antes por una ciudadanía que mira con distancia el accionar de la política formal. El desafío de los partidos para identificar y apoyar mujeres que estén dispuestas a competir en las próximas elecciones no será fácil. Se producirá en un contexto donde las reglas del juego político están siendo revisadas de manera integral. Necesitamos una Nueva Constitución, nuevas reglas para regular la relación entre dinero y política, representación efectiva de los pueblos indígenas, nuevo marco normativo para los partidos políticos, un Servel fortalecido y transformado para poder unirse a las exigencias que acompañan los requisitos de más transparencia, más democracia interna y mayor pluralidad.

Para esta presencia paritaria la nueva ley de cuotas será una gran ayuda, pero aún queda mucho por hacer para asegurar que las mujeres ingresen en una proporción justa al Parlamento. Temas como la definición de los distritos en que se postularán, el financiamiento de las campañas, los apoyos partidarios, entre otros son parte de los factores que deberán ser abordados para asegurar que avancemos en la dirección esperada.

La llegada masiva de las mujeres al Congreso es un gran paso, pero nuestra democracia requiere de muchos otros para cumplir con las expectativas de todos y todas de cara a este nuevo siglo. Conmemoremos y celebremos este 8 de marzo sin perder de vista el largo camino que nos queda por recorrer.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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