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El fin NO justifica los medios. El aborto no es un juego

La pretensión de hacer pasar el aborto farmacológico como la panacea y el medio más seguro, omitiendo toda información relativa a los efectos primarios y secundarios, las consecuencias negativas para la madre y el feto, resulta inaceptable. Mantener a una ciudadanía desinformada, es, sin duda, un acto doloso, una subestimación del ser humano y una falta a la dignidad de toda persona.


En estas semanas hemos constatado cómo el proyecto de ley de despenalización del aborto se ha convertido en un entramado de competencias por medio de diversas fuerzas de poder y en una cierta caricaturización del aborto en sí mismo, en una suerte de vaivén entre lo que parece ser y lo que realmente es. Si bien el proyecto habla de despenalizar, luego de escuchar en el Congreso a los senadores Guido Girardi y Fulvio Rossi, el pasado 3 de marzo, proponer un aborto sin plazos para el caso de violación, tomando en cuenta que en los otros dos casos no existe tal plazo, todo apunta a que, en efecto, la idea es dejar el camino abierto al aborto puro y simple.

Así ocurrió en países europeos, donde la despenalización, al principio, tuvo su primer asomo con el mal  llamado “aborto terapéutico” (por peligro de vida de la madre); posteriormente se aprobó el aborto eugenésico, aborto por violación, aborto por la salud de la madre, incluida la salud mental, aborto por razones socioeconómicas, aborto libre con plazos y su culminación: aborto libre, es decir, la legalización del mismo. Negar este patrón en escalada como evidencia es desconocer la experiencia comparada o tapar la realidad.

[cita] La pretensión de hacer pasar el aborto farmacológico como la panacea y el medio más seguro, omitiendo toda  información relativa a los efectos primarios y secundarios, las consecuencias negativas para la madre y el feto, resulta inaceptable. Mantener a una ciudadanía desinformada,  es, sin duda, un acto doloso, una subestimación del ser humano y una falta a la dignidad de toda persona.[/cita]

Hablo de caricaturizar. Cuando una información pasa por un colador en virtud de lo que es conveniente comunicar y lo que no lo es, lo único que se hace es jugar y engañar a una sociedad, omitiendo aquellos aspectos que no son benéficos para el objeto que se quiere lograr. En el caso concreto del aborto hay varias aristas engañosas. Una de ellas es el debate interminable entre “ser humano” y “persona” desde el ámbito jurídico. Al respecto, por espacio, sólo entregaré un antecedente. En el año 1999, durante el Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, la Constitución Política fue reformada en su artículo primero, reemplazando la palabra “hombre” por “persona” (Ley de ref. Constitucional 19.611, DO 16 de julio de 1999). En el segundo trámite legislativo, durante la discusión en Sala del Senado, se aprobó dejar constancia de que el nasciturus desde la concepción es persona y que, por tanto, es titular del derecho a la vida (Diario de sesiones del Senado, sesión 21°, 3 de marzo de 1999): “ El nasciturus, desde la concepción es persona en el sentido constitucional del término, y por ende es titular del derecho a la vida”.

La otra arista es la que dice relación con las cifras de abortos practicados en el país o “abortos clandestinos”. Estas resultan del todo abultadas. El  objetivo es el de generar en la población un impacto y un sentido de injusticia social y victimización muy irresponsable. En España, los pro abortistas, antes de la despenalización del aborto (1985), denunciaban que en ese país se practicaban 400.000 abortos clandestinos al año. Dos años después de aprobada la ley, la demanda por aborto era del orden de 17.000, cifra muy por debajo de lo proclamado a viva voz. Incluso, con la legalización del aborto, en el año 2010, la cantidad era de 113.031 y en el año 2011, 118.359. Lo curioso de este dato es que tanto en España como aquí, en Chile, pese a la insistencia peticionaria, los que hablan de altas cifras no presentan cuadros estadísticos como tampoco estudios científicos en la materia, sólo les basta su palabra, lo que genera, ciertamente, ruido y escándalo. Esto no sólo nos lleva a engaño sino que es la caricaturización misma, una burla hacia una ciudadanía que cree en lo que se le dice, sin investigar, sin cuestionar la veracidad de los dichos. Por el contrario, quienes estamos abiertamente contra el aborto, presentamos estudios científicos, análisis estadísticos, contextos históricos, incluso desde lo jurídico, para abordar un tema que no es un juego, no es de lucha de poder. Estamos hablando de vidas humanas.

En mi columna anterior (http://bit.ly/1zT4hn2 ) sugerí cierta documentación científica, al alcance de todos. Respecto de cifras estadísticas y análisis científicos de la realidad del aborto, causas, motivaciones y datos porcentuales, una fuente  fidedigna y de muy fácil comprensión se encuentra en dos documentos tremendamente rigurosos, de elaboración científica: “Epidemiología del aborto y su prevención en Chile” del Dr Elard Koch (http://bit.ly/1MmC4Mw) y “Legislación de aborto, servicios de salud materna, fecundidad, educación de la mujer, servicios sanitarios, violencia contra las mujeres y muertes maternas: un experimento natural en 32 estados mexicanos” de Koch E., Chireau M., Pliego F., Stanford J., Haddad S., Calhoun B., Aracena P., Bravo M., Gatica S., Thorp J., disponible en http://bit.ly/1CXiM0t.

A mayor abundamiento,  podemos encontrar gráficas y referencias científicas de fácil acceso en: “Estudio encuentra mejor salud materna con leyes de aborto menos permisivas”, disponible en http://mwne.ws/18wnKDV.

Llama la atención que noticias tan relevantes como que Chile ocupa el primer lugar en Latinoamérica en salud materna y el segundo, luego de Canadá, a nivel del continente americano y que ello se debe al aumento en el nivel de educación de la mujer, como pieza clave, o que la razón de mortalidad materna disminuyó dramáticamente desde 270,7 a 18,2 muertes por cada 100.000 nacidos vivos entre 1957 y 2007, “haciendo de Chile un modelo a seguir para la salud materna en otros países”, como señala el doctor Elard Koch, epidemiólogo y director de Melisa Institute («De hecho, durante 2008, la RMM disminuyó nuevamente, a 16,5 por cada 100.000 nacidos vivos”, Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, año 2012, disponible en  http://bit.ly/1C2ATT0 ), no sea tema para los que abogan por el aborto y pase inadvertido para la opinión pública. Esto genera un serio cuestionamiento y una duda razonable respecto de la pretensión de quienes omiten antecedentes tan importantes para el país. Las estadísticas, mediante estudios científicos, no mienten. Irlanda es el país más seguro para mujeres embarazadas, reconocido por la ONU y la OMS, con una legislación que prohíbe el aborto desde 1983, y una mortalidad materna de casi cero (8 por cada 100.000 nacidos vivos)

Una tercera arista conducente a engaño es el reciente argumento que dice relación con la alternativa al aborto quirúrgico: el aborto farmacológico, conocido como la “píldora abortiva”. Lamentablemente por falta de espacio no puedo explicar en detalle, pero básicamente consiste en la administración de la píldora RU-486, fármaco cuyo principio activo es la Mifepristona, que, administrada hasta el día 49 desde la amenorrea, y de Misopostrol a las 36/48 hrs después, provocan un aborto. (Para mayor información  ver: José López Guzmán “Aborto farmacológico: píldora RU-486, disponible en http://bit.ly/1wUJvJt ).

Lo curioso de este procedimiento, “no invasivo y seguro” (de hecho no es así) es que en España sólo el 4.2% de las mujeres que deciden abortar lo hacen a través de este método, con lo cual queda completamente refutado el argumento de la señora Herrera, en respuesta a mi anterior columna, quien sostiene: “Actualmente el aborto se realiza mediante un procedimiento médico con medicamentos orales o vaginales … reservándose la aspiración al vacío para los pocos casos en que lo primero no funciona”. Lo que no dice la señora Herrera son los plazos establecidos ni los riesgos asociados al aborto farmacológico, tampoco presenta algún estudio concluyente sobre el éxito o fracaso alcanzado tras esta metodología, cosa que sí queda plasmada con la exposición de la doctora Donna Harrison (Directora de Investigación y Políticas Públicas de AAPLOG), durante la conferencia «Políticas públicas para reducir la mortalidad materna, un enfoque holístico sobre salud materna», desarrollada en el marco de la 57 Sesión de la Comisión sobre el estatus jurídico y social de la mujer en la Organización de las Naciones Unidas o en “Abortion in resource-limited areas: The consequences of introducing medical abortion in areas with limited health care infrastructure” (http://downloads.frc.org/EF/EF11C24.pdf, disponible también en español).

La pretensión de hacer pasar el aborto farmacológico como la panacea y el medio más seguro, omitiendo toda  información relativa a los efectos primarios y secundarios, las consecuencias negativas para la madre y el feto, resulta inaceptable. Mantener a una ciudadanía desinformada es, sin duda, un acto doloso, una subestimación del ser humano y una falta a la dignidad de toda persona.

Ahora bien, resulta mucho más rentable para un Estado promover el aborto de este modo que facilitar los caminos hacia la educación de la mujer, otorgar herramientas en materia de salubridad, disponer de medios adecuados para contar con  médicos y asistentes calificados en maternidad, especialmente en el sistema de salud pública y brindar, mediante diversos organismos, la contención, apoyo, garantía, incluso económica, necesaria, para una madre vulnerable. Ello encarecería el presupuesto de la Nación, no así si se facilita la vía del aborto.

Me parece no solo justo sino democrático que se dé un debate en torno a la materia en cuestión pero, por favor, con honestidad, objetividad y transparencia, sin omisiones tendenciosas, sin pretender engañar a la ciudadanía, en una suerte de instrumentalización de la misma. El presentar la realidad del aborto en su más amplio contexto y aristas es lo que se requiere, con urgencia, para que todo ciudadano pueda decidir a conciencia sobre su actuar y no llevado por verdades a medias o sesgos, donde no se le permita conocer la real dimensión del asunto. El aborto no es un juego, porque la vida de la mujer y la vida de un nasciturus, de un nonato, tiene una dimensión social de dignidad, de humanidad y de auténtico progreso y valoración que debe, como imperativo, ser respetada y cuidada y no jugar a la ley del descarte.

Ahora, si lo que quieren es jugar, perfecto, pero juguemos limpio, con todas las cartas sobre la mesa y sin trampas mediáticas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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