Publicidad

La educación técnica, el pariente pobre y olvidado

Felipe Mancilla Mejias y Javier Labrín Jofré
Por : Felipe Mancilla Mejias y Javier Labrín Jofré Ex alumno Pontificia Universidad Católica de Chile/Alumno Universidad Andrés Bello
Ver Más

En el marco de la discusión del Plan Nacional Docente, es necesario avanzar en la calidad del docente técnico. Tal como lo dejan en evidencia los informes del Servicio de Información de Educación Superior (SIES), existe una falencia en los docentes técnicos a la hora de planificar y evaluar programas, sumado a la falta de incentivos para su perfeccionamiento, principalmente por la falta de recursos de las mismas instituciones.  


Cuando sólo restan días para la votación del proyecto de ley que busca crear quince Centros de Formación Técnica (CFT) de carácter Estatal, sólo podemos establecer que esta discusión ha pasado completamente inadvertida. Así, la educación técnica pasó a ser el “pariente pobre y olvidado” en todos los debates sobre modelos educativos.

Sin embargo, aún estamos a tiempo de revertir dicha condición, considerando la importancia que juega la educación técnica en la generación del conocimiento especializado, en el aumento de la calidad de la productividad y, por sobre todo, en la oportunidad que se encuentra en ella, para el desarrollo profesional de miles de estudiantes, provenientes principalmente de los quintiles más vulnerables.

En ese contexto, y a la luz de la evidencia, se estable que la solución a los problemas de la educación técnica no pasa por la sola creación de CFT. Pues no se permite concluir, que la creación de quince CFT, por el sólo hecho de ser Estatales, implique entregar una educación de calidad. Al contrario, los hechos demuestran que existen resultados disímiles en este tipo de instituciones. Por ejemplo, entre las instituciones técnicas asociadas a las Universidades Estatales, un número importante de ellas no han sido capaces de demostrar buenos índices de acreditación, empleabilidad y buenos niveles de remuneraciones. Por ello, una posible medida, es fortalecer aquellas instituciones técnicas que actualmente existen, por medio de una mejora en sus aportes basales, junto con mejorar las tasas de acreditación y empleabilidad.

[cita] En el marco de la discusión del Plan Nacional Docente, es necesario avanzar en la calidad del docente técnico. Tal como lo dejan en evidencia los informes del Servicio de Información de Educación Superior (SIES), existe una falencia en los docentes técnicos a la hora de planificar y evaluar programas, sumado a la falta de incentivos para su perfeccionamiento, principalmente por la falta de recursos de las mismas instituciones.[/cita]

Ahora bien, aprovechando la discusión que se está generando, es que nos permitimos proponer cinco medidas que buscan mejorar  y fortalecer la educación técnico profesional, con el fin de hacer de ésta, una educación justa, de calidad y accesible para todos:

Es necesario mejorar el financiamiento estudiantil de aquellos alumnos que acceden a la educación técnico profesional. Teniendo presente que la gran mayoría de ellos provienen de los primeros quintiles, otorgar gratuidad bajo un sistema de becas para los estudiantes del 70% más vulnerable, no resulta descabellado. Así mismo, se hace imperioso reestructurar el sistema de aranceles de referencias, asimilándolo lo más posible al arancel real de cada carrera, con el fin de evitar un copago por parte de los estudiantes.

En la línea de mejorar la calidad de las instituciones técnicas, una buena medida podría ser aumentar los fondos concursables para financiar los procesos de acreditación de estas instituciones. Esto debido a los bajos niveles de acreditación que se presentan, sumado a que la mayoría de los beneficios que otorga el Estado, se hace en función de la acreditación.

Respecto a los procesos de admisión, deberíamos repensar un sistema de ingreso distinto para la educación técnico profesional, pues se reconoce que la naturaleza de las competencias que involucra dicho sistema es distinta a la educación universitaria. Por ello, es necesario avanzar en un mecanismo que permita diferenciar de manera positiva las distintas habilidades que se generan, para así ofrecer un ingreso ad hoc a las diferentes cualidades de las personas.

En el marco de la discusión del Plan Nacional Docente, es necesario avanzar en la calidad del docente técnico. Tal como lo dejan en evidencia los informes del Servicio de Información de Educación Superior (SIES), existe una falencia en los docentes técnicos a la hora de planificar y evaluar programas, sumado a la falta de incentivos para su perfeccionamiento, principalmente por la falta de recursos de las mismas instituciones.

Finalmente, un incentivo para tener una constante formación profesional – reciproca – es abrir vínculos entre las instituciones técnicos profesionales y las Universidades. Aquello no sólo permitiría mejores niveles de formación, sino que también podría reducir los niveles de deserción como también aumentar las tasas de titulación.

Dicho lo anterior, sino prevemos la necesidad de dotarnos de una amplia y competente gama de técnicos para del día del mañana, nos veremos como un serio déficit de ellos en  distintas industrias. Así, a modo de ejemplo, el Consejo de Competencias Mineras (CCM) ya vaticinó la carencias de futuros técnicos para su sector, el cual en su último informe, “Fuerza laboral de la gran minería chilena 2014 – 2023”, estima que el déficit acumulado al 2023 será de 27.347 técnicos.

Es por esto, que apelamos a que la “fiebre por la universidad” no acapare todas las cámaras y  que los diferentes actores sociales sepan poner la lupa en el pariente pobre y olvidado de la educación.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias