La imagen del niño sirio ahogado en la orilla del mar en Turquía, como consecuencia del naufragio del bote ocupado por migrantes, es totalmente desgarradora. Duele ver cómo algunos países europeos van poniendo obstáculos y fronteras, olvidándose de su propia historia.
Ha dado vueltas al mundo y el sentimiento es indiscutible: tristeza profunda. La imagen del niño sirio ahogado en la orilla del mar en Turquía, como consecuencia del naufragio del bote ocupado por migrantes, es totalmente desgarradora.
¿Cuántas imágenes brutales como ésta debemos ver para tomar conciencia y movilizarnos? Para preguntarnos en serio por qué estos niños, sus padres, sus familias, deben trasladarse de forma inhumana y arriesgada de un país a otro.
“Si no hubiese guerra, no querríamos ir a Europa”, decía un niño en un video viralizado por miles de personas esta semana. “Si no tuviera que vivir en la miseria, no tendría que venir a Chile, dejando a mis tres hijos pequeños en casa”, de decía una madre joven, peruana.
Cientos de miles de personas en el mundo, deben desplazarse de un país a otro, obligados por las injustas condiciones de vida que les toca vivir. Guerras, asedios religiosos y/o políticos, violencia física, psicológica, miedo, pobreza, exclusión, discriminación, hambre, etc.
[cita]Duele ver cómo algunos países europeos van poniendo obstáculos y fronteras, olvidándose de su propia historia.[/cita]
Seres humanos que se encuentran en condiciones de extrema vulnerabilidad se trasladan a lugares desconocidos, encontrándose con códigos culturales ajenos y, muchas veces, con un lenguaje inentendible, que los deja más vulnerados y excluidos.
Niños/as y adultos que conviven a diario con el miedo y la angustia que provoca el huir, transitar por caminos y rutas llenas de riesgos, con la furia del mar asechando, con la oscuridad de la noche en caminos desiertos. Con la permanente intranquilidad de un futuro incierto.
Duele ver cómo algunos países europeos van poniendo obstáculos y fronteras, olvidándose de su propia historia. Sin ir más lejos, América recibió a millones de inmigrantes europeos luego de sus hambrunas y guerras el siglo pasado. ¿Será posible pedirles que hoy tengan reciprocidad solidaria con quienes están viviendo la misma situación?
No podemos seguir esperando. Ya es hora de que actuemos. Cada uno de nosotros puede generar un cambio. ¿Cómo? En la forma en que miramos y entendemos las fronteras. Y en cómo cada uno de nosotros construye fronteras con los otros.
Empecemos a mirarnos a los ojos y entender de una vez por todas que antes que cualquier etiqueta, somos seres humanos iguales en nuestra dignidad, derechos y ricos en nuestras diferencias.
Generemos un cambio de actitud AHORA, en la forma de relacionarnos a diario, practicando el respeto por las otras personas, promoviendo conductas de paz, denunciando actos de injusticia, de discriminación y violencia.
Todos podemos aportar con la construcción de un mundo diferente, aboliendo sociedades egoístas y conductas individualistas.
Somos nosotros los que podemos impedir que más familias en el mundo sigan sufriendo y muriendo.
(*) Benito Baranda – Malena Simonetti – Sebastián Zulueta. Fundación América Solidaria