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La ética, un principio ordenador para comprender la corrupción y la transparencia

Gabriel Graus
Por : Gabriel Graus Director asociado de Humano Comunicaciones
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«Hoy al parecer solo se mira lo inmediato, no el todo y el futuro que implica, lo que me explicaría como una de las razones que nos han llevado a actos corruptos, y por supuesto, como estos actos obligan a ocultar esencia, y así tenemos una burla a la Ley de Transparencias de parte de instituciones y personajes públicos y privados, esto no ha variado en el tiempo, y parece que aún no lo va hacer».


Decir que nuestro país se ha visto de pronto sumergido y enfrentado a una realidad de la que se creía ajeno, pensándola casi inconcebible, es cosa que ya no sorprende dado los duros hechos de corrupción que han marcado la agenda, y digo “duro hechos” ya que hay personas que aún ahora se sorprenden y les duele los acontecimientos que se han ido destapando, y mal que pese, atraviesan la sociedad entera, puesto que ni los referentes morales han quedado libres en esta debacle.

Al parecer dejaron de existir aquellos que podían señalar a otros como partícipes o responsables de actos reprochables, actos de los que nuestra sociedad se creía tan alejada, eran los vicios de otras sociedades. Muchas veces nos enorgullecía decir que aquello no ocurriría jamás en nuestro país.

Incluso personas de trayectorias brillantes, y en buena medida admirables, también se han visto involucradas directa o tangencialmente. Al parecer, el yin-yang se ha manifestado en forma cruda, pues sabemos que en nuestras personalidades coexisten las pulsiones que nos invitan a actuar tanto correcta, como incorrectamente.

Alguien podrá decir que existen categorías en estas acciones, y no dejan de tener razón, porque las malas acciones, pecados según los religiosos, tendrían diverso peso o envergadura.

Esto nos llevaría a pensar entonces que todos los seres humanos tienden a actuar incorrectamente en ciertas circunstancias, por lo que los hechos actuales nos inclinarían por una respuesta afirmativa, ¿pero qué tan cierto es? Pienso que la sociedad actual, con su frenética búsqueda del poder y el dinero, el individualismo y egoísmo, ha permeado de tal forma a la sociedad que la corrupción, grande o pequeña, ha comenzado a ser aceptada como algo de cierta normalidad.

Pero no debemos olvidar qué es más corrupto, el potentado de Penta o aquel que no paga el pasaje en el Transantiago, no obstante, hay quienes consideran que eso no es así, y volvemos entonces a las categorías.

Creo que lo anterior se debe a que los conceptos éticos se han ido diluyendo en una liviandad irresponsable y hasta hipócrita, si nos remontamos hasta la antigüedad, los filósofos griegos ya plantearon el problema de la Ética, siendo Aristóteles, quien afirma sin mayores rodeos el tema. Para el filósofo las acciones son buenas cuando el principio subyacente obedece a una ley moral, pero debiendo estar conciente el hombre de la bondad de esa acción; este principio le llevaría a alcanzar la felicidad, estado al que se llega a través de las virtudes que acompañan al alma en su disposición para alcanzar la felicidad, que proveen las buenas y consientes acciones. Dicho lo anterior, y vista las actuaciones de nuestros honorables, qué duda cabe que toda acción tomada no es más que en beneficio propio. A modo de ejemplo, ¿qué pasó con la asistencia en la votación sobre el proyecto sobre pérdida de escaño? Pero siempre son más importantes esos “pitutitos” generosos que acostumbran recibir.

Varios siglos más tarde, Emmanuel Kant plantea un principio que habla del llamado “Imperativo Categórico”, que en cierta medida lleva a la “ley moral”. Este principio de la predisposición del hombre a actuar correctamente, señalando que para que una acción sea éticamente aceptada, esta debe tener una aplicación universal, o sea ser buena para todos y siempre, agregando que jamás el hombre puede ser usado como medio para un fin.

Estas resumidas ideas dejan muy en claro que estos principios, que rigieron en gran medida –conciente o inconciente- nuestra sociedad, han desaparecido. Hoy al parecer solo se mira lo inmediato, no el todo y el futuro que implica, lo que me explicaría como una de las razones que nos han llevado a actos corruptos, y por supuesto, como estos actos obligan a ocultar esencia, y así tenemos una burla a la Ley de Transparencias de parte de instituciones y personajes públicos y privados, esto no ha variado en el tiempo, y parece que aún no lo va hacer.

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