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Éramos tan felices

«Un mercado que funcionaba bien ha sido remecido por un escándalo artificial y se puede pronosticar que en él todo empeorará. Pronostico que será para beneficio económico de las empresas a las cuales se quiso castigar y en perjuicio de las demás y de los consumidores a los que se quiso “proteger”, pues ahora, o enfrentarán a un monopolio o, en el mejor de los casos, a un duopolio regido por un acuerdo tácito que permita a las dos empresas mayores cerrar la entrada a las demás».


¿Había algún problema con el papel confort o tissue? Ninguno. No era tema. Todos compraban lo que necesitaban, muchos vendían en libre competencia en ese mercado. LUN del 07.11.15 nos presentó las empresas chicas que participan rentablemente: Rapak Chile, FPC Tissu, de Concepción; Proclean, de la V Región. “El Mercurio” de hoy (“Economía y Negocios”) presenta a otra, ADD, que produce 40 toneladas al mes y aspira a llegar a 100. Un mercado diversificado, libre, abierto y que funciona bien, probablemente gracias a que las grandes empresas no se habían trabado en una guerra de precios, cuyas primeras víctimas habrían sido todas las pequeñas y que habría terminado en un monopolio o, con suerte, en un duopolio, pero éste con un “acuerdo” no escrito. Lo habíamos evitado y éramos tan felices.

Pues justamente la razón de que pudiera preservarse un mercado abierto y competitivo ha sido que las dos grandes, CMPC y SCA, se pusieron de acuerdo en una convivencia civilizada que preservara la libre competencia. Pero resulta que esa situación económica y socialmente deseable no pudo subsistir. Siempre hay alguien que arruina las cosas: la ley decía que ponerse de acuerdo es delito, aunque nadie tuviera problemas y todos estuvieran contentos. Pues nunca salió en ningún diario, radio o noticiero de TV que en el mercado de los papeles higiénicos algo anduviera mal o alguien estuviera descontento.

Hasta que apareció el Lobo. Reagan lo había advertido: el Estado no soluciona problemas, sino que los crea; “el Estado ES el problema”, decía. Y entonces el Lobo ha decidido perseguir con publicidad a las empresas que llegaron a acuerdo, porque una mala ley lo prohíbe. Y se ha iniciado el peor de los juicios, el “juicio por los diarios”, a raíz de lo cual la masa, que no tenía la menor idea ni el menor problema con el papel higiénico en ninguna de sus variedades, pero que cuando se trata de echar a perder algo que anda bien siempre está lista para poner manos a la obra, ahora exige las cabezas de los que, en vez de hacer la guerra, se pusieron de acuerdo: “¡crucifíquenlos, crucifíquenlos!”. Y a una voz todos se han puesto a hacerlo.

La prohibición de llegar a acuerdos no debería regir para mercados abiertos a la competencia en que haya empresas dominantes, porque sin acuerdo de las mismas se desatará entre ellas una guerra de precios y se cerrará el mercado abierto. Al final, sobrevivirán sólo las más grandes. Vea usted: ya el diario da como “buena noticia” (el diario suele ser el último en enterarse, como el marido, usted sabe) que los papeles higiénicos han bajado de precio desde que se denunció la colusión. Obvio, es que ya ha comenzado la guerra de precios. Donde no había ningún problema y surgían numerosos competidores pequeños, la intervención punitiva estatal llevará a que no quede ninguno. Los más grandes han declarado la guerra. ¡Y éramos tan felices en la paz!

Salvo que, otra vez, como en casos anteriores (farmacias, pollos) sea una intervención estatal por completo inútil, sólo para “condenar por los diarios” a determinadas personas y desprestigiarlas ante la opinión pública, lo que es fatal para ellas, por supuesto, pero no para la economía ni el funcionamiento del mercado. Pues hoy esos mercados “castigados por los diarios” siguen funcionando tal como lo hacían antes del escándalo. Claro, los empresarios han sufrido el linchamiento en la plaza pública. Pero han sobrevivido. Otros “linchados por los diarios”, que ni más ni menos salvaron al país, han terminado en Punta Peuco.

Y como estamos en Chile, el país de la “vuelta de chaqueta”, a la hora del escándalo todos rasgan vestiduras, como si no tuvieran un tremendo “tejado de vidrio”. Hasta Sebastián Piñera, cuya empresa LAN fue condenada precisamente por colusión cuando él era controlador, se ha sumado a lanzar piedras (lo hace siempre desde el lado mayoritario en las encuestas) y ahora dice que debería aumentarse la penalidad de la colusión. Es que ya LAN pagó la multa.

Pero están también las puñaladas por la espalda. Seguramente Eliodoro Matte fue muy decisivo para que un hombre de izquierda, como José Zalaquett, fuera invitado a integrar el Consejo del CEP, porque a las instituciones de derecha les gusta “vestirse” con gente de izquierda cuando gobierna la izquierda, por razones “de imagen”.

Además, Zalaquett fue opositor al Gobierno Militar y la moda actual es alejarse de éste. Hasta un partido de derecha que nació bajo la égida de dicho régimen borró hace poco la mención al mismo en su Declaración de Principios, ocasión en la que yo le propuse cambiar su nombre, “Renovación Nacional”, a “Renegación Nacional”, mucho más apropiado, pero hasta ahora no me ha hecho caso.

Entonces Zalaquett ha decidido “agradecerle” a Eliodoro la distinción renunciando precisamente ahora al CEP, y «por los diarios»: “si usted está en el Consejo, yo no puedo estar”, en inequívoco gesto destinado a desencadenar la renuncia del propio Eliodoro, que otros izquierdistas vienen pidiendo con insistencia y quieren exhibir como trofeo.

Y eso no es lo peor. Ojalá las puñaladas vinieran sólo desde la izquierda: la SFF decidió “suspender” a la CMPC, en vista del “juicio por los diarios”, aunque hasta ahora no se ha probado que Matte o la superioridad de la empresa matriz siquiera supieran del acuerdo denunciado. Esto es nuevo, porque la SFF nunca había tenido problema, hasta ahora, en convivir pública y ostensiblemente con notables “coludidos”, como Jorge Awad y Sebastián Piñera, presidente y controlador de LAN, respectivamente.

En resumen, un mercado que funcionaba bien ha sido remecido por un escándalo artificial y se puede pronosticar que en él todo empeorará. Pronostico que será para beneficio económico de las empresas a las cuales se quiso castigar y en perjuicio de las demás y de los consumidores a los que se quiso “proteger”, pues ahora, o enfrentarán a un monopolio o, en el mejor de los casos, a un duopolio regido por un acuerdo tácito que permita a las dos empresas mayores cerrar la entrada a las demás.

Y, por supuesto, dicho escándalo sólo servirá para seguir desprestigiando al modelo de libre mercado, que sólo ha traído progreso y bienestar para el país, todo en medio del triste espectáculo de quienes se dicen defensores de éste jugando el rol de principales atizadores del fuego.

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