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¿Por qué pierde el Gremialismo la FEUC?


Mis queridos lectores: el Gremialismo en la PUC es como la derecha en Chile –gana por accidente–, simplemente porque es un movimiento “apolítico” (así se dicen ellos, ¡qué barbaridad!) sin sustancia.

Gargarean con la autonomía de los cuerpos intermedios y con la subsidiariedad y no se han leído ninguna encíclica social. Imagínense, están en una Universidad Católica, dicen promover que cada organismo de la sociedad cumpla con sus fines. ¿Sabrán por qué se fundó la Universidad? ¿Habrán leído la historia de la Universidad Católica de Ricardo Krebs? ¿Y el discurso fundacional de Abdón Cifuentes? –ni siquiera saben quién es, los ignorantes–.¿Sabrán de historia de la Iglesia? ¿Alguno habrá leído alguna Constitución Conciliar del Vaticano II? ¿Y la Ex Corde Ecclesiae? Bueno, no sigo.

Lo que tienen algunos son cursos en la Fundación Jaime Guzmán –presidida por Jovino Novoa, un intelectual de fuste– donde se insiste en fundamentar el pérfido concubinato entre liberalismo económico y conservadurismo valórico. Les enseñan lo importante que es marketear la “cultura” y ganar la “batalla de las ideas”, pero –lo digo con tristeza– quedan tan ignorantes como antes (ya que piensan que la formación y el buen pensar es un “producto”). ¡Ay, si conocieran la famosa sentencia de Bernardo de Chartres!: “Somos como enanos a los hombros de gigantes. Podemos ver más, y más lejos que ellos, no por la agudeza de nuestra vista ni por la altura de nuestro cuerpo, sino porque somos levantados por su gran altura”. De seguro tendrían más amor y aprecio por la cultura.

La mayoría de sus miembros –por lo menos en la PUC– son burgueses de barrio alto –mucho de ellos católicos conservadores– que con su estilo de vida burgués y sectario dan un paupérrimo ejemplo. No solo carecen de la fuerza intelectual para oponerse al liberalismo –nunca la tuvieron– sino la fuerza moral. Son burgueses sin identidad y sin personalidad. Esto no es una crítica en el plano de la teoría –se qué religión y política son planos distintos–, es una crítica de lo que pasa en el mundo real y en el mundo real los gremialistas son unos pollos timoratos que esconden su cristianismo.

Es divertido: los gremialistas dicen promover los cuerpos intermedios como medio de una sociedad más libre y justa. ¿Han visto, mis queridos lectores, a un gremialista en un sindicato? ¿Han visto a algún gremialista en el Colegio de Profesores? ¿Es acaso la señora jefa del Registro Civil gremialista? Yo creo que deberían llamarse Gremialistas de Directorio y de Junta de Accionistas.

[cita tipo=»destaque»] Lo que tienen algunos son cursos en la Fundación Jaime Guzmán –presidida por Jovino Novoa, un intelectual de fuste– donde se insiste en fundamentar el pérfido concubinato entre liberalismo económico y conservadurismo valórico. Les enseñan lo importante que es marketear la “cultura” y ganar la “batalla de las ideas”, pero –lo digo con tristeza– quedan tan ignorantes como antes (ya que piensan que la formación y el buen pensar es un “producto”).[/cita]

Su pensamiento ideológico o su “doctrina”, como gustan decir, adolece de fallas y omisiones graves. La más grave de todas –aparte de esa “apoliticidad”, una contradicción en el plano práctico, si no en el teórico– es omitir en su reflexión la subsidiariedad positiva, y en especial la ayuda que presta el Estado. Esta omisión se da porque en el fondo son liberales y burgueses y –perdón lo machaca– el discurso de “libertad” (libertad para los que tienen) les viene perfecto.

Otro error grave –del que también adolece la UDI– es confundir una concesión práctica y contingente con una concesión teórica. Quedaron anclados en el combinado de Hayeck y Osvaldo Lira que hizo Jaime Guzmán, olvidando que él era un político muy hábil y práctico, que muchas veces cambió de pensamiento y acción conforme a los tiempos políticos, y que de seguro estando vivo hoy lo habría cambiado. Pero son tontos –no tengo otra palabra–, siguen repitiendo lo mismo que hace 30 años. Con ese rigorismo intelectual dan un espectáculo patético. De seguro Jaime Guzmán se está agarrando la cabeza en su tumba. Con todo, lejos de mí ser un adivino de lo que haría Jaime si viviera.

Bueno, después de esta crítica más o menos acertada, ¿qué propongo para el gremialismo y en general para todos los conservadores de la UC para ganar la FEUC? Primero, que rompan con el capitalismo y la burguesía como estilo de vida. Lo que el senador Ossandón llama “tener calle”. No es necesario ir a vivir a una población (eso lo encuentro patético y falso, sobre todo cuando los que allí viven se van a carretear al barrio alto el fin de semana). Solo les pido –sobre todo a las niñas aristócratas devenidas en burguesas, que son las más clasistas e insufribles– que saluden, conozcan el nombre y la historia del compañero de al lado. La “calle” va en las costumbres, en el ethos, no en ir a misión país o construir casas de vez en cuando.

Después, a formarse y leer a Donoso Cortés, Ratzinger, Thibon, Maritain, los documentos Conciliares, las encíclicas sociales, etc., para cambiar –desde la querida Pontificia Universidad Católica de Chile y conservando lo bueno– el liberalismo económico e ideológico de este país, con especial cuidado de no caer en la dialéctica “valórica” que propone el capitalismo y su amante, la izquierda. En cuanto a la acción, partir por un principio claro, que rompe con todos y da identidad: hay que propender a que tanto trabajador como capitalista participen de la riqueza que produce la empresa. ¡Derecho de propiedad para todos y no unos pocos! De la sociedad civil no hablo porque ya han reflexionado bastante.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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