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Más Ciencia para Chile: ¿desarrollo económico o desarrollo cultural?

Cristóbal Cuadrado
Por : Cristóbal Cuadrado Médico salubrista, académico Escuela Salud Pública Universidad de Chile. Coordinador de Salud de Rumbo Colectivo, ex Subsecretario de Salud Pública.
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La discusión reciente sobre el desarrollo de la ciencia en Chile ha girado en torno a la generación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología (incluso también incluyendo el área de Innovación). La propuesta surge de una realidad ineludible: el desarrollo científico en Chile es precario, inestable y con una institucionalidad que no responde a los desafíos del futuro.

No obstante el diagnóstico compartido, me parece que existe el riesgo de invisibilizar elementos importantes de la discusión. Proponer un Ministerio de la Ciencia, Tecnología e Innovación conlleva una determinada visión paradigmática de lo que es el quehacer y el rol de la ciencia en la sociedad. Implícitamente conlleva una mirada particular y limitada de lo que se entiende por Ciencia.

Existe una abrumadora hegemonía de las ciencias exactas, del área de las ingenierías y las ciencias biomédicas dentro de los movimientos científicos levantando la discusión. Esta hegemonía se observa en los discursos de los líderes de opinión de estos grupos, además de verse reflejado en quienes han ocupado cargos de poder y responsabilidad dentro de la institucionalidad científica en Chile (Conicyt, Comisiones Asesoras, etc.) durante los últimos años. Como corolario, las Ciencias Sociales son un grupo subrepresentado en estos procesos. La exclusión es mayor aún si ampliamos la reflexión hacia las Humanidades y las Artes, las cuales han sido totalmente invisibilizadas en la discusión, encontrándose en una situación al menos equivalentemente precaria. El mensaje, al parecer, es que cada uno se rasca con sus propias uñas.

El punto a rescatar es cuál es el paradigma de desarrollo que sustenta una propuesta de un Ministerio de Ciencia para Chile. Es evidente que representa una perspectiva que entiende a la Ciencia en el marco del desarrollo económico. Esta posición justifica reunirla con las áreas de Tecnología e Innovación, donde los sectores productivos e industriales, los partnerships y joint ventures, la participación de Corfo y el Ministerio de Economía son los actores relevantes.

Una mirada alternativa es entender la Ciencia en el marco del desarrollo cultural de una sociedad. Esto implica avanzar hacia una perspectiva más amplia, donde Ciencias, Artes, Humanidades y Educación son entendidas como un continuo, mutuamente necesarias para avanzar en términos del conocimiento y el desarrollo de la sociedad. Los actores aquí son más diversos, requiriendo representar a la sociedad en su conjunto, no solo aquellos relacionados con los desafíos productivos del país.

[cita tipo=»destaque»]Parte de los procesos de democratización de la Cultura en una sociedad avanzada es que el conocimiento deja de estar vinculado y al servicio de la fuerza del capital económico, poniéndose a libre disposición de la sociedad en su conjunto. Cuestión no menor que se juega en estas decisiones, donde la claridad conceptual es de primera importancia para dimensionar las posibles consecuencias de una política institucional de perspectiva de largo plazo.[/cita]

El conocimiento, bajo este segundo paradigma, pasa a incorporar dimensiones extendidas del desarrollo cultural del país, actuando como un capital social. Su aplicación productiva o industrial es entonces, si es que relevante, un efecto secundario y no el foco que orienta la política. Implica además una perspectiva de lo que entendemos por “avanzar hacia el desarrollo” radicalmente diferente: no estamos hablando de una definición basada en un tipo de sociedad industrial avanzada, sino de una sociedad culturalmente avanzada. Las implicancias en términos de consecuencias de uno y otro enfoque son enormes.

Así planteada la discusión, un Ministerio de Ciencia y Tecnología puede resultar inconveniente, en tanto no logre incorporar una mirada integral del desarrollo del conocimiento y la sociedad hacia el futuro. Si se plantea institucionalmente un divorcio entre Ciencia, Cultura y Educación, si no se incorporan sus interdependencias, difícilmente podremos avanzar hacia una desarrollo sustentable y armónico. El riesgo es seguir perseverando en estrategias que piensan la Ciencia como un mero instrumento de desarrollo industrial, tecnológico y económico, sin considerar los muchísimo más densos efectos en el tejido social y cultural del país que la generación y profundización del conocimiento, desde una perspectiva amplia, puede tener.

Parte de los procesos de democratización de la Cultura en una sociedad avanzada es que el conocimiento deja de estar vinculado y al servicio de la fuerza del capital económico, poniéndose a libre disposición de la sociedad en su conjunto. Cuestión no menor que se juega en estas decisiones, donde la claridad conceptual es de primera importancia para dimensionar las posibles consecuencias de una política institucional de perspectiva de largo plazo.

Hablemos del desarrollo cultural en Chile; preguntémonos no solo cómo potenciar algunos de sus componentes, sino también cómo es posible tejer una sociedad diversa, pluralista, capaz de responder de maneras creativas y desde múltiples disciplinas a las preguntas que el futuro nos plantea. No sigamos atomizando y postergando el desarrollo de la Cultura en el país, donde Ciencias, Humanidades, Artes y Educación necesitan trabajar de manera conjunta y sinérgica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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