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Ideología y poder en la universidad chilena

Nicolás Díaz Barrera
Por : Nicolás Díaz Barrera Profesor de Lenguaje y Comunicación, Dr. en Ciencias Humanas m/ Discurso y Cultura
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Es sabido por una gran mayoría de ciudadanos que a estas alturas la problemática del conocimiento científico en Chile es un tema grave que ha quedado invisibilizado por políticas y reformas a corto plazo. Un gobierno a todas luces incompetente respecto a la ciencia que, por otro lado, se muestra excesivamente “competente” en materias de economía donde un sector privilegiado disfruta de aquellas competencias mientras otro sector mayoritario sufre las consecuencias de un sistema esclavista bajo la visión disciplinaria del trabajo. Competentes en el neo-liberalismo, incompetentes para educar a la población.

Todo el sistema en el que nos encontramos viviendo hoy en día, con sus injusticias, sus excesivas brechas de desigualdad y un pensamiento brutalmente conservador digno del siglo XIX, fue ajustado y bien amarrado durante la dictadura de Pinochet. Dichos aparte, seguimos viviendo bajo una estructura militar donde la ideología y el poder aún son impuestas en sus instituciones de manera solapada ¿de qué manera? En el disciplinamiento de los cuerpos dóciles (horarios, espacios, sillas, mesas), en la servidumbre voluntaria (la necesidad impuesta del trabajo para vivir ¿bien?), en los prejuicios éticos y morales (sesgos discriminatorios de todo tipo), en los medios de comunicación (televisión, twitter, Facebook y las aparentes libertades mediáticas), en nuestra sexualidad (no acostarse con los compañeros de trabajo, ni vivir la sexualidad libremente por favor, que puede entorpecer los objetivos de “nuestra” empresa) y un larguísimo y angustiante etcétera.

La universidad no queda fuera de este campo mutilador: la falta de discusión respecto a la triestamentalidad en la elección de rectores de nuestras universidades aún es una problemática en la que se había avanzado con creces en los años 60 durante los periodos de reforma universitaria y que quedó en coma luego del golpe y posterior dictadura militar; violentamente dio un salto retrógrado hacia el autoritarismo asignando rectores delegados -o simples delegados como los llamó Alfredo Etcheberry en una tensa reunión con Pinochet y sus asesores en los primeros días posteriores al golpe. Actualmente muchos nombres de civiles comprometidos con la dictadura se encuentran posicionados en sus consejos académicos, rectorías, vicerectorías, etc. Un simple ejercicio con google puede brindar algunas asociaciones que a muchos podrían ponerle los pelos de punta.

[cita tipo=»destaque»]Todo el sistema en el que nos encontramos viviendo hoy en día, con sus injusticias, sus excesivas brechas de desigualdad y un pensamiento brutalmente conservador digno del siglo XIX, fue ajustado y bien amarrado durante la dictadura de Pinochet. Dichos aparte, seguimos viviendo bajo una estructura militar donde la ideología y el poder aún son impuestas en sus instituciones de manera solapada[/cita]

¿Y el conocimiento generado desde éstas instituciones? Es un conocimiento profundamente ligado a nuestro actual sistema económico. Es conocido, hasta intuido, el estatuto de las Humanidades y Ciencias Sociales en nuestro país al momento de obtener recursos. En 2015, según la base de datos proporcionada por Conicyt, de los proyectos Fondecyt aprobados 40,5% corresponde Ciencias Naturales y Exactas; el 34,4% para proyectos de Base Tecnológica; y el 25% para proyectos del área de Ciencias Sociales y Humanidades. Pero a este porcentaje de 25% en las Humanidades debemos agregar que la cantidad de recursos monetarios asignados son considerablemente menores en relación a las demás disciplinas, lo cual podría dar perfectamente cabida a la aceptación de una mayor cantidad de proyectos dado el amplio espectro disciplinar en el que las Humanidades y Ciencias Sociales juegan su rol. De manera general, los espacios para dar a conocer las investigaciones de todas las disciplinas involucradas únicamente se dan de forma endogámica en espacios institucionales donde la gente “de a pie” no tiene acceso.

¿Y el conocimiento para la comunidad? Los esfuerzos de las competencias sello empresariales como el Aprendizaje+Servicio, Vinculación con el Medio y la Responsabilidad Social quedan en eso: sellos empresariales universitarios dedicados a pavimentar el camino para la acreditación institucional donde las posibilidades de hacer ciencia para y con la gente ajena a la universidad solo se limita a los programas de extensión y difusión, nunca para brindar soluciones concretas a un sector específico de la población. La falta de recursos, aunque quizás también la falta de voluntad, provocan que las publicaciones científicas sean el único medio de comunicación validado para difundir el conocimiento, pero que a su vez, genera prácticas de verborrea académica con el propósito de obtener un poco más de recursos privados gracias al incentivo monetario por publicaciones en revistas científicas de alto impacto. Aunque el mayor impacto sea en EE.UU., Europa, Asia, etc. aún no puedo explicarle a mis más cercanos por qué este conocimiento es de alto impacto, ni para quién, ni en qué contexto y por supuesto, por qué no puedo comprar esas revistas científicas tan importantes en el negocio de la esquina.

Realicé mi investigación doctoral pensando en la forma de visibilizar algunos elementos relativos a la ideología y el poder en políticas de Misión y Visión en 24 instituciones de Educación Superior. La Misión y Visión de una universidad es el primer encuentro con las políticas basales de su estructura institucional cuando entramos en sus páginas web. Por la regla investigativa del anonimato de un estudio de casos, los motivo a revisar las misiones y visiones de las principales universidades privadas de Chile. La primera evidencia fue un fuerte lazo manifestado entre las instituciones y las empresas, mayoritariamente en las universidades privadas y particulares con aporte estatal que se relaciona a la inclusión del saber a estructuras de producción económicas, donde la educación se reacomoda en la matriz social como un bien intercambiable por dinero.

Desde el poder (un flujo de acciones y retroacciones que conllevan a la sujeción de individuos a ciertos esquemas de comportamiento) se hizo patente la formación de profesionales para ingresar inmediatamente al campo laboral, lo cual se asocia a una de las interrogantes principales que Foucault intenta responder que es la posibilidad de que el poder pueda deducirse de la economía. De avanzar en estudios de postgrado, un permanente silencio incómodo.

Estos resultados están próximos a publicarse. No obstante estoy seguro de que, como muchas otras investigaciones, quedarán relegados al campo académico lo cual no corresponde a la concepción de conocimiento que he podido generar tanto a partir de mis vivencias como en mis lecturas. Realizar el ejercicio de visitar las misiones y visiones de las universidades chilenas les brindará algo al sentido común sobre las prioridades de éstas instituciones, sobre todo de las proliferantes universidades privadas donde no se genera conocimiento investigativo.

Finalmente, el conocimiento es importante para Chile, sobre todo en estos momentos en que la intolerancia, los prejuicios y los conservadurismos socio-políticos abundan de la misma manera que la proyección del miedo a la delincuencia y a nosotros mismos en la televisión y redes sociales. El conocimiento libera y nos demuestra que es posible terminar con prácticas discriminatorias e injustas en la sociedad. No conocer significa encerrarnos en nuestras murallas y seguir replicando lo que nos han impuesto violenta, pero invisiblemente. Conocer nos da respuestas. Conocer definitivamente nos hace más conscientes para afrontar los problemas sociales de nuestro país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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