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Orden, insultos y videos: Aylwin y Luksic detrás de la pantalla

Andrés Cabrera
Por : Andrés Cabrera Doctorando en Sociología, Goldsmiths, University of London. Editor Otra Frecuencia Podcast.
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Justo cuando retrocedía el temporal que azotó a gran parte del país a fines de la semana pasada, sobrevino la muerte del ex Presidente concertacionista e histórico militante democratacristiano, Patricio Aylwin Azócar. El eclipse mediático provocado por el acontecimiento tuvo escasa resistencia debido a la intensa hegemonía mediática desplegada por los medios de comunicación de masas. La apuesta política de Chile Vamos y la Nueva Mayoría consistía en revitalizar la exhausta representatividad de la política tradicional. Con este objetivo, sus diferencias fueron nuevamente disueltas para conformar el partido del orden. Replicaron de este modo la sacra alianza transicional, aquella fronda ecuánime que aparece en momentos esporádicos para recomponerse de los embates propinados por un momento histórico que se niega a disipar la indignación y desafección social. Lo hicieron, exaltando el “republicanismo”, “capacidad negociadora” y “austeridad” del difunto.

Con los días, comenzó a surgir la reacción en cadena de múltiples versiones que ponían matices o contradecían abiertamente el discurso oficial emanado por los medios tradicionales. A pesar de que las informaciones de estos últimos años permiten tener una imagen más o menos nítida de la intensa relación dinero-política que se encuentra en la base del proceso transicional, esta vez fue necesario escarbar muy profundo. Había que volver a indagar en la biografía del ex Presidente y su legado; en la historia oculta –hoy más develada– del régimen militar y la transición. Como nunca antes en las últimas décadas, volvíamos a sentir el peso de un condicionamiento inextirpable de la vida en sociedad: la historia es variable y se reescribe siempre desde el presente.

Con todo, el eclipse mediático que irradió la muerte de Patricio Aylwin tuvo dos resistencias. La primera de ellas, la marcha organizada por el movimiento estudiantil. La decisión política de la Confech de mantener el evento se transformó en un despliegue opositor que enarboló un cuestionamiento directo a la obra concertacionista. Destacando en este plano tanto la masividad del evento como el estudio de Fundación Sol («Endeudar para gobernar y mercantilizar: El caso del CAE»), el cual otorgó sustento empírico a la crítica política del movimiento en contra del legado transicional en materia educativa. La segunda manifestación, fue la airada intervención del diputado y ex militante RN, Gaspar Rivas, quien profirió insultos en contra del multimillonario Andrónico Luksic. Vale detenerse en esta segunda arista.

Lo primero a mencionar, es que la tajante sentencia que descolocó a la Cámara Baja: “¡Es un hijo de puta!”, era nada más que un síntoma anclado en las tematizaciones y conflictos políticos abiertos por el temporal. En este plano, el debate avanzaba a polemizar sobre las eventuales negligencias del gobierno y el Estado, así como, también, sobre las responsabilidades que competen al mundo privado. La viralización del video se produjo cuando la solemnidad exigida por un funeral de Estado se desplegaba en toda su magnitud. No obstante y a pesar del desfase, hubo un amplio segmento ciudadano que adhirió a los insultos de Rivas. Después de todo: ¿no replicaba el diputado una reacción similar a la asumida por un locatario de Providencia que, indignado por las pérdidas de su local tras el paso del temporal, acusaba como responsable de la catástrofe al dueño del canal que en ese momento lo entrevistaba?

[cita tipo=»destaque»]La exposición pública de Andrónico Luksic da un vuelco a esta situación, generando una tensión que pudo perfectamente ser evitada y que hoy amenaza con profundizar el resquebrajamiento del consenso neoliberal.[/cita]

Una semana después de la muerte de Aylwin, los homenajes al legado transicional que permitieron revitalizar momentáneamente al partido del orden transitan súbitamente al olvido producto de la intensa vorágine informativa.

Hoy, nos encontramos en una situación mediática no muy distinta a la que vivíamos cuando amainaba el temporal. De algún modo, los contenidos que vuelven a predominar en la opinión pública se encuentran íntimamente conectados con las responsabilidades que competen a los organismos públicos y privados en dicho contexto.

El emblema de este “retorno” es el video de Andrónico Luksic; a todas luces, un profundo desacierto comunicacional, ya que abrió –tal como lo ha manifestado Max Colodro– “más flancos de los que pudo cerrar […] flaco favor se le ha hecho con esta performance a la causa y a la imagen de los empresarios. En efecto, no están los tiempos para mensajes prefabricados y teledirigidos, donde los periodistas, mediadores naturales de una sociedad debidamente informada, quedan excluidos”.

Antes de que la Fiscalía Nacional Económica presentara un requerimiento por colusión contra CMPC y SCA ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, se tenía la impresión de que el empresariado tenía la capacidad de procesar ágilmente los conflictos, a diferencia de las deficientes reacciones que desplegaba el mundo político. La exposición pública de Andrónico Luksic da un vuelco a esta situación, generando una tensión que pudo perfectamente ser evitada y que hoy amenaza con profundizar el resquebrajamiento del consenso neoliberal.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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