Las agrupaciones, fundaciones, organizaciones sociales y todas aquellas organizaciones no gubernamentales (ONG’s) que persiguen fines públicos, son entidades fundamentales en el andamiaje de cualquier sociedad. Pero, hoy en la mayoría de los casos no sabemos ¿cómo se financian? ¿a qué intereses representan? O ¿Quiénes son los reales controladores de dichas organizaciones?
Mientras en el sector público se avanza en una agenda de transparencia y acceso a la información, el sector de las ONG’s se paraliza en la opacidad, dejando las iniciativas de transparencia en el mundo de las “buenas prácticas”. Son aisladas las iniciativas que han buscado poner luz, un ejemplo de ello es la iniciativa que ha impulsado la Comunidad de Organizaciones Solidarias por medio de la FECU Social, herramienta que busca difundir información del quehacer en materia de gestión y finanzas; la iniciativa que desde Chile Transparente hemos promovido, de estándares de transparencia y rendición de cuentas en organizaciones sin fines de lucro y el trabajo que realiza el Consejo para la Transparencia con el Hogar de Cristo..
En varios sectores las ONG’s reemplazan la labor del Estado, llegando a territorios en donde la presencia estatal es escasa o nula, implementando políticas públicas, participando en la conformación de nuevas regulaciones o cumpliendo roles sociales que no alcanzar a ser prioridad nacional. Es por esto que resulta razonable plantear que las organizaciones de intereses compartidos debiesen responder a estándares más altos que los de cualquier otra agrupación privada de personas.
Hoy las ONG’s enfrentan el reto de encontrar alternativas innovadoras para acceder a financiamiento que sostenga sus fines. Pero es esa misma necesidad de innovación que las ha llevado, en algunas ocasiones, a operar al filo de la ley. Por esto, y otros motivos, la necesidad de incentivar una política de transparencia y rendición de cuentas obligatoria es un imperativo cuando no existe una política ni una regulación clara de los mecanismos de financiamiento, de los campos de acción y vacios en su gestión y mantenimiento como organización.
[cita tipo=»destaque»]El aporte del Estado y de la empresa privada es fundamental para estas organizaciones que muchas veces viven carencias importantes y deben buscar nuevas alianzas que permitan su financiamiento. Por lo mismo más allá de la fuente, subvención, donación o contraprestación lo que se requiere es saber ¿quién?, ¿cómo? y ¿en qué se gastan los recursos?[/cita]
Pero no una rendición de cuentas solo pensada en stakeholders relevantes para la organización, más bien una rendición pensada en sentido vertical, con los donantes o financistas, trabajadores y beneficiarios, y una rendición horizontal hacia otras agrupaciones que pueden aprender de las experiencias desarrolladas por terceros; lo que sin duda, no solo hará más abierto el sector, sino que entregara los insumos necesarios para generar la sinergia para la cooperación inter-organizacional.
El aporte del Estado y de la empresa privada es fundamental para estas organizaciones que muchas veces viven carencias importantes y deben buscar nuevas alianzas que permitan su financiamiento. Por lo mismo más allá de la fuente, subvención, donación o contraprestación lo que se requiere es saber ¿quién?, ¿cómo? y ¿en qué se gastan los recursos?
El desafío del tercer sector, es ser capaz de desarrollar una política de rendición de cuentas y un estándar común de trasparencia, ser capaces de mirar con madures la necesidad de un nuevo estatuto jurídico para este tipo de organizaciones y no tener miedo a dar a conocer las fuentes de financiamiento, sus usos y sus destinaciones, así como un nuevo marco de donaciones que les permitan sostenibilidad y sustentabilidad en el tiempo
