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Deuda Educacional: nuestros sueños sin educación pública, gratuita y de calidad

Juan Pablo Rojas
Por : Juan Pablo Rojas Coordinador nacional de Deuda Educativa
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Desde el 2013, en medio de un año de elecciones presidenciales y de escuchar muchas promesas sobre cambios en educación, las y los profesionales y egresados de la educación superior nos hemos organizado en busca de soluciones a nuestras deudas por educarnos. Y es que somos miles quienes nos vemos afectados por distintos tipos de créditos que nos tienen amarrados a la banca privada por muchos años más de nuestras vidas, ya sea por el terrible Corfo o el sanguinario CAE, solo por querer cumplir el sueño nuestro y de nuestras familias de acceder a la educación superior.

Hoy ese movimiento se ha consolidado y nos hemos agrupado en la organización “Deuda Educativa”, la que actualmente posee cientos de miembros a lo largo de todo el país.

Junto a ellos es que nos hemos manifestado de diversas formas posibles, así es como hemos solicitado un diálogo franco con las autoridades de gobierno correspondientes sin respuesta alguna. La omisión ha llegado a tal punto que el endeudamiento ni siquiera fue mencionado en la esperada cuenta pública del 21 de mayo, luego de transcurrido un año de anunciarse la gratuidad para parte de la educación superior. Esta cuenta anual olvidó que es muy complejo hablar de gratuidad cuando por una parte no menor del sistema educativo hay miles de estudiantes, egresados e incluso personas que no pudieron terminar sus estudios superiores, que deben pagar por varios años deudas millonarias, que triplican el monto original, a algún Banco cualquiera. La diferencia entre el valor real del monto de la carrera y el efectivamente pagado es pura utilidad para el Banco, disfrazando el lucro a través de un Derecho Social.

A mediados de los 2000, durante el gobierno de Ricardo Lagos, nos decían que la bancarización de la educación nos traería seguridad para el futuro, que lo fundamental era aumentar las posibilidades de ingresar a la educación superior. Pero se les olvidó decirnos un par de cosas, como por ejemplo que ingresaríamos a instituciones que mantienen en la incertidumbre a sus estudiantes; que ingresaríamos a instituciones que se dan el lujo de cerrar sus carreras por no ser rentables para el negocio de sus dueños; que entraríamos a estudiar carreras que nos dan títulos que no existen en el campo laboral. Nunca se nos dijo que se nos ofrecía formación para ser cesantes ilustrados, y que incluso, aun cuando fuéramos “profesionales”, no tendríamos cómo pagar esa deuda.

Este sistema de financiamiento, que cuenta con leyes que aseguran a los bancos pagos multimillonarios por parte del Estado, ha transformado al Estado en una verdadera Oficina de Cobranzas de los Bancos, persiguiendo y amenazando a las personas, hasta terminar todo en los Tribunales de Justicia, con amenazas de embargo de los pocos muebles que una familia pobre o de clase media pueda tener en su hogar. Pero de esto, el Gobierno no habla, y mucho menos ha manifestado interés alguno por integrarlo en la Reforma Educacional prometida.

Nos preocupa sinceramente que este tema se olvide en los discursos y medidas del gobierno. La solución ofrecida por los gobiernos de la Concertación para poder obtener educación superior hace aguas por donde se mire y, peor aún, no ha hecho más que minimizar la posibilidad de expansión de la Educación Pública, derivando los recursos fiscales a entidades privadas que aseguran enriquecimiento con un mínimo, y a veces sin gastar un solo peso.

[cita tipo=»destaque»]La solución ofrecida por los gobiernos de la Concertación para poder obtener educación superior hace aguas por donde se mire y, peor aún, no ha hecho más que minimizar la posibilidad de expansión de la Educación Pública, derivando los recursos fiscales a entidades privadas que aseguran enriquecimiento con un mínimo, y a veces sin gastar un solo peso.[/cita]

Es innegable que quienes estamos condenados a las deudas por educación, viviendo la retención de nuestros impuestos año a año, siendo enviados a Dicom o viendo cómo se embarga a compañeros porque sus carreras no les permiten un ingreso para pagar las deudas, desearíamos haber obtenido educación pública, gratuita y de calidad y que los recursos que se utilizan para darles garantía a los bancos para que estos lucren con nuestros sueños, se trasladaran a expandir la educación que miles quieren elegir, pero su abandono y disminuida matrícula la mantiene en el elitismo. Cuestión que debe cambiar. Porque Chile se cansó de esperar, las y los endeudados estamos por más y mejor educación pública, gratuita y de calidad, y terminar con el endeudamiento en educación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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