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“Agarrarlas por la vagina”


“Me atraen las mujeres bonitas automáticamente. Las comienzo a besar, es como un imán, no puedo ni esperar… y cuando eres una celebridad te dejan hacer lo que quieras, puedes hacer lo que quieras… agarrarlas por la vagina. Puedes hacer de todo”.

Las puras frases violentan y ni que hablar cuando estas se transforman en acciones. De una agresión inconmensurable son las vulgares palabras de Donald Trump, que acabamos de conocer. Pronunciadas entre risas y jolgorio, revelan una de las expresiones más difundidas de la violencia social, en este caso contra la mujer y confirman que esta habita en forma cómoda entre nosotros, en todas partes y de manera transversal.

Y, además, que se ejerce la mayoría de las veces, desde allí en donde hay poder. Con Trump en la cúspide del dinero y de la política, esquema que se reproduce en todos los niveles; por cierto, este hombre ofreció tibias disculpas porque estaba más preocupado de señalar que la revelación de sus dichos correspondía a una maniobra electoral.

En las últimas décadas muchos gobiernos y organismos internacionales han reconocido que el tema de la violencia social se ha convertido en una preocupación universal. Se debate el enfrentarla, con la convicción de que su superación será un detonador del desarrollo para todo el planeta, pero también como base de un cambio sistémico que estaría latente en el actual modelo económico.

Es evidente que todos debiéramos tener un claro compromiso moral de no traspasar una sociedad tan violenta a las futuras generaciones. La sociedad espera que este motivo sea aun más convocante en el marco de las ciencias y de las universidades; sin embargo, su participación es en forma muy restringida y pareciera que no se relaciona, en este ámbito, el desarrollo de un país como el nuestro y tener una mejor convivencia para las futuras generaciones. Debemos distinguir el aporte que pueden entregar como individuos y como comunidad científica, de la que puede entregar la ciencia a la comprensión de los diversos aspectos del problema de la violencia.

Pareciera que el control de la violencia traerá aparejados múltiples beneficios para nuestra especie, en calidad de vida, en reducción de muchos tipos de costos sociales y económicos. Pero referirnos a esta en forma genérica no ayuda mucho. Hay muchos tipos de violencias, ejercidas contra clases o grupos sociales, étnicos, de género (como Trump, quien ha sido denunciado por varias mujeres), etc., y también las podemos diferenciar por el tipo de violencia que se ejerce, si es física o psicológica, si es delictual o por motivos políticos, raciales, etc. Los organismos internacionales son poco explícitos en las características de detalle de este argumento.

[cita tipo= «destaque»]Pareciera que el control de la violencia traerá aparejados múltiples beneficios para nuestra especie, en calidad de vida, en reducción de muchos tipos de costos sociales y económicos. Pero referirnos a esta en forma genérica no ayuda mucho. Hay muchos tipos de violencias, ejercidas contra clases o grupos sociales, étnicos, de género (como Trump, quien ha sido denunciado por varias mujeres), etc., y también las podemos diferenciar por el tipo de violencia que se ejerce, si es física o psicológica, si es delictual o por motivos políticos, raciales, etc. Los organismos internacionales son poco explícitos en las características de detalle de este argumento.[/cita]

Es evidente que debemos clarificar qué queremos decir con el concepto de violencia, requerimos distinciones claras. Pareciera que existe temor a que la principal causa sean las injusticias sociales, la pobreza, las desigualdades, etc., y que las definiciones para superarlas involucren Políticas Públicas respecto a las que difícilmente podrán existir consensos parlamentarios. Debemos establecer quiénes son los violentados y quiénes violentan, sabiendo que en ambos casos pueden ser motivo de acciones directas o indirectas.

Cuando se pudo confirmar que el cambio climático tenía también factores cíclicos, para muchos significó un alivio… no era solo la acción de la especie humana, en particular de las grandes transnacionales y empresas contaminantes; pero olvidaron que la incidencia humana es relevante, pues somos los únicos que podemos actuar contraciclo y ello requería acuerdos y acciones urgentes…, una vez más, de quienes contaminan, en beneficio de las futuras generaciones.

Es evidente que múltiples factores políticos, sociales, jurídicos y relativos a todas las ciencias, inciden y dificultan la unificación de criterios para clasificar las diversas aristas del problema, y definir el objeto a la que nos referimos.

El establecer con rigor científico a qué nos referimos con cada tipo de violencia, requiere también un compromiso moral, esto forma parte de su quehacer. La ciencia moderna, nació y prosperó solo cuando la sociedad logró liberar el suficiente espacio público de la tiranía de los intereses y de las razones privadas. La ciencia no es posible en un contexto de privilegios de unos pocos; la palabra misma proviene de prívate-legem, leyes privadas. No es casual que el famoso proceso de la Inquisición contra Galileo Galilei sea el acta de nacimiento de la ciencia empírica moderna, pues la actividad científica es incompatible con el privilegio, por lo mismo que es incompatible con la tiranía de las razones privadas, y solo puede prosperar en ambientes culturales que crean y protejan los grandes espacios institucionales en que, bien defendidas de la tiranía o de la seducción de los intereses privados, se desarrollen la razón y la deliberación públicas.

La ciencia puede aportar con rigor científico al problema de la determinación de los distintos tipos de violencia, a lograr Políticas Públicas que lo enfrenten y superen, que protejan a las personas. Los científicos tienen el deber de participar promoviendo el espacio republicano, de la cosa pública, en una sociedad en que el trasvase de los intereses públicos y privados está también en la raíz de las dificultades que tenemos para lograr las distinciones que requiere el desarrollo de Políticas Públicas eficaces.

Si lo logramos, la victoria social sobre la violencia será de un tremendo impacto para el desarrollo de nuestro pueblo. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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