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¿Respeto a las familias damnificadas o censura a la prensa?: la cuestión política Opinión

¿Respeto a las familias damnificadas o censura a la prensa?: la cuestión política

Andrés Cabrera
Por : Andrés Cabrera Doctorando en Sociología, Goldsmiths, University of London. Editor Otra Frecuencia Podcast.
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En sociedades ampliamente mediatizadas –sobre todo en aquellas donde los actores políticos y económicos tradicionales atraviesan una profunda crisis de representatividad– cualquier contenido es susceptible de ser politizado. Esto quiere decir que todo discurso presenta la potencialidad de dicotomizar el debate, a partir de la confrontación de ideas opuestas que demandan tomar posición y actuar en consecuencia. Actualmente, cualquier arista de una contingencia noticiosa específica puede centralizar la discusión, dejando en la penumbra problemas incluso más apremiantes que el que representa una decisión política concreta.


Era evidente que tras asumir la alcaldía de Valparaíso, Jorge Sharp se transformaría en una referencia ineludible para la opinión pública y el sistema político en general. En gran medida, porque el trabajo de Sharp representará, para vastos segmentos de la población, una especie de vara con la que se medirá tanto la consistencia de la Alcaldía Ciudadana que asumió hace un mes en Valparaíso como la viabilidad de aquellas fuerzas políticas alternativas que transitan de la emergencia a la gobernanza, en un año marcado por los desafíos del calendario electoral.

Junto a este contexto político, también era cuestión de tiempo que una ciudad aquejada por múltiples problemas estructurales volviera a manifestar uno de sus síntomas “predilectos”. El incendio propagado el lunes pasado en la parte alta de Playa Ancha, ha dejado 222 viviendas quemadas y decenas de familias a la intemperie, de acuerdo a las primeras estimaciones realizadas por la autoridad comunal.

La situación vivida durante estos días en el puerto de Valparaíso, no solo nos hizo recordar las dramáticas imágenes del siniestro acaecido el año 2014, que terminó costando la vida de 15 personas, además de afectar a más de tres mil viviendas y sus respectivas familias, muchas de las cuales aún esperan por una reconstrucción material y psicológica integral. Junto a ello, el último incendio también centró la atención en la capacidad de reacción del gobierno municipal entrante al momento de enfrentar un desastre de magnitud. Las evaluaciones preliminares sostienen que hasta el momento la respuesta ha sido óptima, cuestión que deberá ser ratificada mediante un estudio más certero y acabado en las próximas semanas, sobre todo cuando se abra el debate al interior del Concejo Municipal en torno al “plan maestro” anunciado por Jorge Sharp para mitigar el problema de los incendios en la ciudad puerto.

Más allá de esta relevante discusión, lo que hoy abre el debate en las redes sociales es la decisión del alcalde de Valparaíso de restringir el acceso a la prensa al interior de los albergues donde están siendo apoyadas las familias damnificadas.

[cita tipo= «destaque»]Si se desea extremar el dilema –cuestión que, por cierto, ya ha explotado en algunos círculos–, ¿nos encontramos ante las aspiraciones de un modelo de bienestar tendiente a propiciar la dignidad de las personas que más lo necesitan o nos enfrentamos al surgimiento de un germen totalitario que atenta en contra de la libertad de prensa?[/cita]

Así, toda la carga del conflicto socioambiental que pervive como estructura latente en la ciudad puerto de Valparaíso, se desplaza a un eje dicotómico en donde la decisión adoptada por Sharp se bifurca claramente en dos posiciones irreconciliables: o es observada como una medida que intenta respetar la privacidad y dignidad de las familias damnificadas –argumento otorgado por el propio Sharp– o es procesada como un acto de censura en contra del ejercicio periodístico, tal como han señalado los detractores de la medida.

Si se desea extremar el dilema –cuestión que, por cierto, ya ha explotado en algunos círculos–, ¿nos encontramos ante las aspiraciones de un modelo de bienestar tendiente a propiciar la dignidad de las personas que más lo necesitan o nos enfrentamos al surgimiento de un germen totalitario que atenta en contra de la libertad de prensa?

El tema no deja de ser relevante y apremiante para la comprensión de los fenómenos sociopolíticos en la actualidad. En sociedades ampliamente mediatizadas –sobre todo en aquellas donde los actores políticos y económicos tradicionales atraviesan una profunda crisis de representatividad– cualquier contenido es susceptible de ser politizado. Esto quiere decir que todo discurso presenta la potencialidad de dicotomizar el debate, a partir de la confrontación de ideas opuestas que demandan tomar posición y actuar en consecuencia. Actualmente, cualquier arista de una contingencia noticiosa específica puede centralizar la discusión, dejando en la penumbra problemas incluso más apremiantes que el que representa una decisión política concreta. Por este motivo, es que resulta imposible predecir sobre qué eje estallará mediáticamente un conflicto determinado.

Tal como lo retratara adecuadamente Slavoj Žižek hace más de una década, nos encontramos ante una insuperable brecha de paralaje en la que se confrontan dos perspectivas estrechamente vinculadas, pero irreconciliables. Una brecha que, en el campo de lo político, se encuentra representada por un “antagonismo social que no da lugar a ningún terreno común entre los agentes en conflicto (hace mucho tiempo se lo conocía como ‘lucha de clases’)”.

Es hora de tomar posición. Esta vez, me quedo con el criterio y decisión asumidos por el alcalde.

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