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Irresponsabilidad política e inmigración

Martín Canessa
Por : Martín Canessa Egresado Derecho PUC
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Hace unos meses, la derecha chilena encontró la papita. Si le funcionó a Trump, un candidato por el que nadie daba un peso el año pasado, cómo no le va a funcionar a Piñera y Ossandón… y a los demás que este tiempo se han subido al carro de la irresponsabilidad política, la ignorancia y el alarmismo. Qué vergüenza. Qué vergüenza y qué tristeza más grande. Al menos uno podía pensar que la política en Chile, por muy a maltraer que anduviese, no daba tribuna a este tipo de discursos. Pero subir en las encuestas a punta de alimentar el miedo, la desinformación y la xenofobia es mucho más importante que hacer política responsable, con miras al bien común y respetando los derechos fundamentales de las personas. Qué vergüenza.

Y es que a todos se nos mueve algo, cerca de la guata, frente a lo distinto. Por eso les ha resultado. Chile es particularmente un país que se ha esforzado por homogeneizar, por meter debajo de la alfombra lo diverso. Peor si viene de afuera. Cuando vemos a un inmigrante en las calles, cuando lo escuchamos hablar, reaccionamos de distintos modos. Nos da risa, nos produce rechazo, nos genera curiosidad… pero algo se nos mueve ahí, cerca de la guata, frente a lo distinto.

Chile no es un país acostumbrado a recibir extranjeros. De hecho, es un país “expulsor” (recibimos menos inmigrantes que chilenos mandamos para afuera). Por eso nos parecen alarmantes las cifras de “explosión de la inmigración” que, por mucho que haya subido, nos mantiene bien por debajo del 3% promedio mundial y el 13% promedio OCDE. Además, Chile es un país racista, sin mucha población afrodescendiente. Ahí, cuando vemos a un haitiano o un colombiano, con su piel morena, nos sentimos incómodos y “parece que nos invaden”. Peor si está hablando alto en creolé, que no les entendemos, que quizás qué cosa están diciendo. Peor si “ahora llegaron al barrio alto”. Incómodos, amenazados.

Son esos sentimientos los que alimentan políticos irresponsables como Donald Trump, Boris Johnson, Sebastián Piñera, Manuel José Ossandón. Gente que propone purgas, cierres de fronteras, expulsiones sin juicio previo. ¡Violaciones todas a los Derechos Humanos! Y, para qué decirlo, políticas migratorias absolutamente inefectivas. No sé cómo se les ocurrió que recrudecer nuestra ley migratoria –que ya es suficientemente discriminatoria e incapaz de comprender el fenómeno de la migración actual– era una excelente idea de política pública.

¿Quiere expulsar a inmigrantes que han cometido delitos? ¡Pruebe que lo cometió! Nuestra ley (aun cuando no entiende la migración como un derecho humano y que está pensada desde un enfoque proteccionista) ya lo habilita, pero obviamente después de un juicio justo. ¿Ahora también queremos que el derecho –el tan básico y fundamental derecho– al debido proceso dependa del país de origen, de la nacionalidad? ¿En verdad estamos dispuestos a bajar así los estándares de justicia? No sé a ustedes, pero a mí me sería sumamente difícil poder decir que en Chile existe un Estado de Derecho después de eso.

¿Purgas? ¿Cierre de fronteras? ¿Más y complejos requisitos para optar a permisos de residencia? Ninguna de esas cosas va a impedir que las personas ingresen a Chile. Las razones para migrar son siempre muy poderosas: quien migra busca una mejor vida. Una vida que no encuentra en su país. Todas esas medidas solamente pueden aumentar la migración irregular. Y con ello dar paso –como siempre lo dan esas situaciones– a la trata de personas, al tráfico ilegal de inmigrantes, al empleo en el mercado informal, incluso al aumento de la prostitución y al narcotráfico. Si no me cree, pregúntese por qué mueren dominicanos todos los meses en el norte del país… la respuesta tiene nombre y apellido: visa consular. ¿No le basta? Vaya a ver por qué se ahogan cada vez más personas en el Mediterráneo…

[cita tipo=»destaque»]Son esos sentimientos los que alimentan políticos irresponsables como Donald Trump, Boris Johnson, Sebastián Piñera, Manuel José Ossandón. Gente que propone purgas, cierres de fronteras, expulsiones sin juicio previo. ¡Violaciones todas a los Derechos Humanos! Y, para qué decirlo, políticas migratorias absolutamente inefectivas.[/cita]

¿Sabrán algo de esto los políticos que hoy se ponen detrás de estas medidas? Por supuesto que sí, no son ineptos y tienen asesores suficientemente competentes. Lo que son es irresponsables y están dispuestos a demasiado por ganar elecciones. Incluso a copiarle la fórmula a Donald Trump. Incluso a mentirnos en nuestras caras. Sí, mentirnos. Porque hablar de inmigración asociándola siempre a delincuencia es una mentira (pues la tasa de delincuencia es mucho más baja en la población inmigrante que en la nacional). Porque omitir a propósito el que los inmigrantes tienen mayores índices de escolaridad que nuestros nacionales es mentirnos. Porque pretender que la inmigración y la cesantía están relacionadas es mentirnos. Porque evitar hablar del aporte en empleos, en diversidad, en riqueza cultural, que hacen los extranjeros a Chile es mentirnos. En fin, porque alimentar los sentimientos humanos primitivos de rechazo a lo distinto, utilizando al extranjero como chivo expiatorio de nuestros problemas, es mentirnos.

Nos queda exigir más responsabilidad a los políticos. Exigirles que miren más allá de una elección, más allá de sus propios temores; y se pregunten en serio qué país queremos construir. Un país acogedor, de hermanos, de la valoración de la diversidad, un país rico en cultura. O el país de la desconfianza, del prejuicio, el miedo, la discriminación y la xenofobia.

No es primera vez en la historia que se apunta al distinto como la fuente de todos los males. Alemania, Ruanda, Guatemala, Sudán, Bosnia y cuántos más. Tanto más fácil ha sido cuando ese distinto es un extranjero. Y así comienza todo. Por un par de personas con poder y tribuna que, en su afán de asir todavía más poder, hablan a los miedos más irracionales del Hombre, los alimentan y se aprovechan de ellos… Total, qué importan las vidas de los dominicanos en la frontera; qué da si ahora también comienzan a morir peruanos, bolivianos, colombianos, argentinos, venezolanos, haitianos; qué nos influye si los inmigrantes caen víctima de trata de personas, o son explotados en trabajos informales. Raya para la suma, ellos no votan.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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