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PS: victoria a lo Pirro


La decisión del CC del PS de elegir a Alejandro Guillier como su abanderado para las primarias presidenciales puede ser una “victoria a lo Pirro”. Después de una larga reunión del grupo tercerista –al que pertenece el nuevo Presidente PS Elizalde- el CC decide votar en secreto para decidir quién será el pre-candidato socialista. Cabe recordar que aquí se trata del voto no de una asamblea de ciudadanos, sino de representantes de las bases del partido, “representantes” que ocultan su representatividad tanto frente a sus representados como frente a la opinión pública.

El hecho ha sido calificado por alguno como el “asesinato del padre” – comparándolo con la decisión del PS en 1952, que llevó a la mayoría del Partido a apoyar a Carlos Ibáñez del Campo y sólo a la minoría a proclamar a Salvador Allende – ; por otros como el “entierro” de la elite política “concertacionista” que amenazaba los dirigentes de nuevas generaciones o que intentaba poner freno a los desaciertos de una conducción que ha puesto en riesgo el apoyo mayoritario al cambio que ha transformado gradualmente la sociedad autoritaria heredada de la dictadura militar.

Sin embargo, esta “victoria” puede poner fin a la propia coalición que gobierna si no es capaz de retener una parte fundamental del centro político –componente substantivo de la mayoría creada en 1988- a través de un programa que se sustente en una confluencia que vaya desde el centro a la izquierda del espectro político, bajo el razonamiento que los cambios no son suficientemente profundos o a través de la adición de nuevos ejes que se distancian de importantes socios del conglomerado mayoritario.

[cita tipo=»destaque»]Sería muy difícil conseguir una lista común de candidatos al Congreso Nacional –única manera de asegurar un apoyo suficiente en el nuevo Parlamento para un programa de cambios sustantivos y, para que decirlo, indispensable para cualquier reforma constitucional de envergadura. Si los partidos de derecha consiguen una lista común para las elecciones del Congreso tendrían una fuerte representación  en el nuevo Parlamento.[/cita]

Ya se escuchan opiniones que ponen en duda la realización de la primaria de la Nueva Mayoría, además de la voz autorizada del principal partido del centro político que acentúan un acuerdo programático común como condición para renovar la coalición, lo que puede abrir un período de negociación substantiva entre sus diversos componentes antes de realizar las primarias de julio, lo que será dificultado por la iniciativa extra-coalición impulsada por el PC para llegar a acuerdos  de programa con el PRO. O, en el peor de los casos, ni siquiera  se llegaría a entrar en la búsqueda de ese nuevo programa común, abriéndose el camino para que los antiguos socios compitan directamente en la primera vuelta presidencial de noviembre.

De ser así, sería muy difícil conseguir una lista común de candidatos al Congreso Nacional –única manera de asegurar un apoyo suficiente en el nuevo Parlamento para un programa de cambios sustantivos y, para que decirlo, indispensable para cualquier reforma constitucional de envergadura. Si los partidos de derecha consiguen una lista común para las elecciones del Congreso tendrían una fuerte representación  en el nuevo Parlamento.

Con dos candidatos de los antiguos socios en la primera vuelta presidencial – y una aparentemente atractiva candidatura de las fuerzas de izquierda que están afuera de la Nueva Mayoría – las posibilidades de los (¿ex?) socios de la Nueva Mayoría disminuyen  fuertemente al  competir con una derecha que parece haber ordenado su primaria como un mecanismo que fortalecerá la candidatura del ex Presidente Sebastián Piñera.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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