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¿Quién se las juega por combatir la delincuencia con medidas efectivas a largo plazo?

Francisca Puga T.
Por : Francisca Puga T. Directora ejecutiva Triple P Latinoamérica. Psicóloga de la PUC. Magíster en Psicología Social Comunitaria del London School of Economics.
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“Combatir la delincuencia” está de moda, especialmente en época de campaña. La delincuencia nos afecta a todos, de una forma u otra, porque aumenta nuestra sensación de desconfianza e inseguridad. Se cometen delitos de todos los tipos y hemos aprendido bastante en Chile sobre ello en los últimos años. Estos delitos tienen como factor común el transgredir una norma, acordada tanto social como legalmente. Es por eso que a estas conductas se les llama con frecuencia: conductas anti-sociales.

Ahora bien, el debate está en cómo combatir la delincuencia. Se dice que hay que tener “mano dura”, que las penas y fiscalización deben ser mayores, que los policías o carabineros deben aumentar. Y cuando se habla de prevención, usualmente, se piensa en mejor iluminación, vecinos más organizados, recuperación de espacios públicos en desuso, entre otras soluciones, que se conocen bajo el nombre de “prevención situacional”. Sin embargo, hay un elemento que no siempre se menciona en la prensa y que ya cuenta con evidencia en la prevención de estas conductas antisociales: la intervención temprana en apoyo para la crianza.

[cita tipo=»destaque»]Estudios sugieren que hasta el 60% de los costos de los programas de crianza efectivos se recupera dentro de dos a cinco años a través de ahorros en el gasto público, en presupuestos de salud, educación y, a largo plazo, en justicia penal, siendo este sector el que asegura el mayor retorno financiero.[/cita]

El respeto por el otro, la empatía, las normas de convivencia social, la regulación de los impulsos y emociones es algo que se desarrolla gradualmente, pero cuyo desarrollo comienza desde los inicios de la vida. Por ello, la crianza pobre, la falta de supervisión parental y una débil relación entre el padre y la madre y los hijos son los factores de riesgo de desarrollo de conductas antisociales que más se describen en la literatura, y que también están siendo reconocidos por un porcentaje importante de ciudadanos en distintas encuestas. Además, se considera que un 90% de los casos de comportamiento antisocial que persisten en la adultez, tienen sus orígenes en problemas de conducta en la infancia temprana.

Frente a este escenario, hoy se presenta ante nosotros un tremendo desafío y una gran oportunidad: invertir en programas, basados en evidencia, para el apoyo a las familias en la prevención y en el manejo de los problemas de conducta en la infancia temprana, como también en la prevención de conducta antisocial en jóvenes y adultos. Ya sabemos lo que funciona y ¡no sólo eso!, además sabemos que la inversión retorna. Estudios sugieren que hasta el 60% de los costos de los programas de crianza efectivos se recupera dentro de dos a cinco años a través de ahorros en el gasto público, en presupuestos de salud, educación y, a largo plazo, en justicia penal, siendo este sector el que asegura el mayor retorno financiero.

Ahora sólo falta la decisión de atreverse e invertir en serio en estas medidas que sí son efectivas, pero que no necesariamente muestran resultados inmediatos. E invertir para contar con personal capacitado, implementando programas con evidencia, en condicionales laborales estables, que les permitan realizar intervenciones a largo plazo. Faltan más organismos como las municipalidades de Peñalolén y de San Felipe en Chile, que se atrevan a innovar y jugársela por la prevención, para apoyar a las familias chilenas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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