Señor Director:
El Papa y los Obispos reconocieron con pena y vergüenza la pedofilia en la Iglesia; ahora le toca al mundo secular en un acto de contrición reconocer con pena y vergüenza su responsabilidad de quienes la tengan, por haber negado y amparado el estupro en su círculo religioso.
Atentamente,
Alfredo Schmidt Vivanco