Publicidad
Defensa Universal de los Derechos humanos Opinión

Defensa Universal de los Derechos humanos

Ernesto Vásquez
Por : Ernesto Vásquez Profesor de la Universidad de Chile
Ver Más


Un Estado de derecho democrático, posee directrices básicas de actuación. Una estructura de poderes públicos que supera la antigua separación de los mismos, en Legislativo, Judicial y Ejecutivo; ha dado paso a la existencia de entidades que controlan el ejercicio del poder público: Banco Central, Contraloría, Fiscalía y Tribunal constitucional. No es posible olvidar el conocido –históricamente- como cuarto poder: la prensa.

Un país moderno debe fundarse en un sistema jurídico con principios y valores que coloca al ser humano informado como centro y objetivo de la estructura y un derecho que está al servicio de la persona humana, para cumplir aquella sus sueños individuales o colectivos. Ubicar al individuo en un lugar destacado en la estructura jurídico política, es de la esencia de un Estado cuyo fin es el bien común, supeditando intereses particulares a los objetivos legítimos de los individuos y recogiendo valores generales en principios, reglas  e instituciones, reconocidos en una carta fundamental.

Esta estructura sistémica y jurídica da solidez a instituciones que le entregan –a su turno- sustento a estructuras y custodian de la integridad y libertades de los sujetos, autonomía para vivir según sus propias convicciones, respetando el derecho del prójimo a su espacio, intimidad y seguridad; eso sí, cumpliendo como contrapartida los deberes en su entorno y su comunidad. Cuando un sujeto (un particular para ser preciso) comete un daño respecto de otro, por cierto vulnera los derechos de ese ser humano y estamos potencialmente en presencia de un ilícito penal.

Si es el Estado el que efectúa un menoscabo y un abuso respecto de un particular, podríamos estar en presencia de una infracción a un estatuto de carácter humanitario y al cometerlo el mismo Estado (destinado para proteger al sujeto por mandato constitucional) se rotula, una violación a los Derechos Humanos. Por eso, no es correcto afirmar que cuando un grupo de sujetos efectúan ilícitos respecto de otros, habría una violación de tales derechos humanitarios, pues es solo potencialmente sujeto activo de esa connotación el Estado ( la nación jurídica y política organizada para bien de la comunidad) y en los demás casos –incluido el terrorismo ejecutado por particulares- el escenario infraccional es el penal y coloquialmente, es un delito a secas.  

[cita tipo=»destaque»]En todas estas situaciones, más allá de la sanción jurídica o política potencial, existe el reproche ético y moral, que se da respecto de quien usa en su poder un discurso externo de justicia y abusa de aquel cuando la noche cae en su escritorio y ello cabe solo rotularlo de un sujeto inconsecuente que la vida le ha de pagar con la moneda que merece. Como un sino de la vida y de los tiempos, en horas en que nos abandonaba don Andrés Aylwin un gran defensor de los derechos de todos,  los seres humanos sin distinción, algunos parlamentarios nos hicieron recordar la severa crítica que se le hiciera al otrora ex Presidente don Patricio Aylwin y hermano del fallecido parlamentarios; se le juzgó con dureza por declamar “Justicia en la media de lo posible. “ Hoy algunos han levantado su mano en puño para acallar la disidencia y mientras efectuaban loas a don Andrés, pidieron “Respeto a los DDHH, pero oportunamente y en la medida de lo posible”. Una nueva aberración de la historia patri[/cita]

La defensa de los derechos Humanos es una legítima y necesaria forma de mirar la protección de las prerrogativas esenciales que emanan de la condición del individuo en el mundo y su infracción es reconocida como imprescriptible, inadmistiable y perseguible sin considerar fronteras. Siempre existirán algunos que usan y abusan de esos valores, como una bandera propia y un eslogan, para constituirse en caudillos como el caso de un Presidente sudamericano –si acotamos la visión al ejemplo a nuestro entorno- que usando tan relevante asunto, solo llena su ambición de poder buscando una reelección infinita y presentando acciones ante La Haya para darle morbosidad de sueños fundados en humo a su pueblo u otro que disuelve un poder legislativo so pretexto de crear una asamblea constituyente que vota casi unánime los proyectos de su líder que de paso, crea una diáspora por América de su pueblo que arranca de las tiranías u otro que otrora se declamaba el sandinista defensor de la clase obrera y que ahora reprime a su pueblo. ¡Oh pueblo y libertad cuantas falsas banderas se han levantado y declamado en tu nombre!

Qué duda cabe que en nuestra historia algunos gobernantes han cometido errores de magnitud y otros horrores que la historia ha de juzgar con dureza; no existe duda que sobre los errores e impericias siempre es posible disentir y discrepar, pero respecto de los horrores jamás, bajo ninguna circunstancia es posible justificar o explicar que un hermano atente contra otro y menso un agente del Estado lo haga. El Museo de la memoria solo recoge aquello, pues es esto, lo que no es posible olvidar, pues quien olvida tiende a repetir los ciclos de la historia; nunca más el Estado contra sus ciudadano, nunca más tortura a ni exterminio, nunca más atrocidades.

En eso no puede ni debe existir dos posturas, distinto es también declamar con fuerza que nunca podemos volver a aceptar una sociedad que se polariza y que vuelve a un chileno enemigo del otro, parafraseando al Presidente Mujica, “Debemos aprender a avanzar y también a transar, porque con mayorías es posible lograr aquello. El sol y el países para todos y los derechos humanos también” Sin embargo, malos ejemplos no solo se dan a nivel de Jefes de Estados, también está en nuestro entorno,  a nivel parlamentario alguien ha declamado que la postura de una defensa universal de los derechos humanos del Diputado Gabriel Boric “era inoportuna”.

Una infracción a menor escala de las acciones contra las personas se da en nuestra sociedad, cuando privilegiamos cuestiones impropias ajenas a valores y principios como la solidaridad, la justicia y el mérito, reemplazándolo por impropias actuaciones que benefician al entorno directo, al hijo del poderoso al amigo sin neuronas para el timón y vetamos al que sabe por su apariencia o inventamos injuriosas posverdades que algunos aceptan sin discutir y repiten como pájaros de cabezas vacías. En estos casos estamos frente a inconsecuencias humanas, incoherencias que solo degradan la calidad de las personas que usan un discurso de justicia y mutan cuando pueden, en el marco del poder que temporalmente se le ha entregado.

En todas estas situaciones, más allá de la sanción jurídica o política potencial, existe el reproche ético y moral, que se da respecto de quien usa en su poder un discurso externo de justicia y abusa de aquel cuando la noche cae en su escritorio y ello cabe solo rotularlo de un sujeto inconsecuente que la vida le ha de pagar con la moneda que merece. Como un sino de la vida y de los tiempos, en horas en que nos abandonaba don Andrés Aylwin un gran defensor de los derechos de todos,  los seres humanos sin distinción, algunos parlamentarios nos hicieron recordar la severa crítica que se le hiciera al otrora ex Presidente don Patricio Aylwin y hermano del fallecido parlamentarios; se le juzgó con dureza por declamar “Justicia en la media de lo posible. “ Hoy algunos han levantado su mano en puño para acallar la disidencia y mientras efectuaban loas a don Andrés, pidieron “Respeto a los DDHH, pero oportunamente y en la medida de lo posible”. Una nueva aberración de la historia patria.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias