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El Congreso que no fue tal Opinión

El Congreso que no fue tal

Francisco J. Ferrando
Por : Francisco J. Ferrando Geógrafo. Profesor Titular del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile.
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Invitado por el subsecretario de la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (SUBDERE) y la representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), asistí al 3er Congreso Internacional de Áreas Metropolitana -2018, “Construyendo gobernanza metropolitana, el caso de Chile”.

La actividad –realizada en la ex-sede del Congreso Nacional- prometía ser un interesante evento, con presencia de intendentes, concejales, alcaldes, funcionarios de diversos organismos públicos y privados, y académicos. Según la programación, además de las exposiciones -entre la que se incluía la presentación de un libro sobre el tema- se contemplaba un panel final donde se responderían preguntas de los asistentes, para lo que se nos entregaron papeles para hacer las consultas.

Todo congreso que se precie de tal contempla un moderador de los tiempos de exposición y deja minutos para intervención de los participantes ante cada ponencia. En este caso ello no existió. Tampoco la sesión final para la que nos pidieron escribir nuestras preguntas. Luego de la última y no regulada exposición, donde el expositor se tomó más de una hora sin que alguien le indicase el tiempo, la presentadora sólo dio las gracias a los asistentes y eso sería todo.

[cita tipo=»destaque»]Todo congreso que se precie de tal contempla un moderador de los tiempos de exposición y deja minutos para intervención de los participantes ante cada ponencia. En este caso ello no existió. Tampoco la sesión final para la que nos pidieron escribir nuestras preguntas. Luego de la última y no regulada exposición, donde el expositor se tomó más de una hora sin que alguien le indicase el tiempo, la presentadora sólo dio las gracias a los asistentes y eso sería todo.[/cita]

En consecuencia, múltiples consultas pensadas y escritas se quedaron sin respuesta. Voces de preocupación y molestia se escucharon en el pasillo al cierre del evento.

Respecto a lo expuesto por los ponentes hubo diferentes aspectos no abordados o no cubiertos, uno de los cuales considero es una grave omisión, a saber; el agua.

Uno de los objetivos de la Gobernanza, sea metropolitana o no, tiene que ver con la evolución planificada hacia territorios y ciudades resilientes y que faciliten condiciones para una mejor calidad de vida de los habitantes, al menos más allá de lo considerado como aceptable.

Ello, inexorablemente se relaciona con el agua, sea por situaciones de superávit, de déficit o por calidad, pero fundamentalmente por proveerla en cantidad y con la seguridad suficiente para consumo y saneamiento a lo largo del tiempo.

Lo señalado, y ante el escenario de cambio climático, implica considerar como una prioridad el cuidar de nuestras reservas hídricas, sean en estado líquido o sólido, especialmente estas últimas, es decir, nuestra criósfera andina, la que nos abastece cuando otras fuentes presentan déficit, en períodos multianuales de sequía y en la cada vez más larga estación cálida.

Dicho cuidado y preservación, ojalá por mucho tiempo, requiere de la nula intervención humana directa e indirecta para, con ello, disponer del tiempo necesario para lograr una adaptación efectiva ante las consecuencias del calentamiento progresivo; la reducción significativa de las precipitaciones sólidas en área y cantidad, principal mecanismo realimentador de estas reservas andinas, el cambio o alteración de los patrones de precipitación líquida y de la modificación de los regímenes fluviales.

Ciudades sin agua o con constante déficit hídrico, así como el efecto sobre la población, las actividades productivas y las áreas verdes urbanas, harán de la resiliencia una meta inalcanzable, y al ejercicio de la gobernanza una actividad agresiva y disruptiva de las funciones del Estado, del quehacer del país y, por qué no, conducirá al caos socioeconómico.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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