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Los ciudadanos del futuro y la COP25 Opinión

Los ciudadanos del futuro y la COP25

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Ezio Costa Cordella
Por : Ezio Costa Cordella Abogado, Msc. en Regulación. Investigador del RegCom de la U. de Chile y Director Ejecutivo de FIMA
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En diciembre de este año se celebrará en Chile la 25º conferencia de las partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP25). Esta cumbre es parte de la negociación internacional más importante que se está llevando a cabo actualmente en el mundo y su importancia tiene sobre todo que ver con el devenir de las generaciones futuras. Sin embargo, el 80,5% de los jóvenes chilenos no sabe sobre la realización de la COP en nuestro país, tal como reveló una encuesta de la PUCV.

Este desconocimiento está totalmente desacoplado del interés que la protección del medio ambiente produce en el mismo grupo de personas, por lo que entendemos que el problema no tiene que ver con la temática, sino con el evento en sí mismo y su difusión, siendo que hasta ahora, la COP25 está lejísimos de tener el tinte ciudadano que discursivamente se le ha intentado dar.

La incorporación de la ciudadanía en la discusión climática es fundamental, pues tanto las causas como las soluciones a esta crisis global son conocidas y técnicamente posibles, siendo que en realidad la aplicación de ellas y el pasar a la acción climática, tiene mucho más que ver con una cuestión política y social. Para modificar la trayectoria de la temperatura promedio y salir de la crisis climática, se requiere un cambio importante en el estilo de vida. Algo como dejar de usar bolsas plásticas, pero multiplicado por cien.

Por un cúmulo de razones, la discusión sobre la COP25 no ha sido abierta a la ciudadanía, salvo por algunos despliegues comunicacionales, que si bien pueden tener ciertos beneficios, se ve que no han marcado el vínculo innegable que existe entre los problemas ambientales locales y la crisis climática global.

Desde la sociedad civil y a pesar de la sorpresiva designación de Chile como sede y de la falta de recursos, se han formado diversas iniciativas que buscar hacerse cargo de este déficit democrático. Entre ellas, la Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC), con más de 80 organizaciones ambientales, sindicales, profesionales, políticas, académicas y territoriales, que hemos manifestado al gobierno nuestra inquietud por la gestión que ha llevado la actual administración, a través de una carta que entregamos en La Moneda. En la misiva, manifestamos nuestra disposición a colaborar en la difusión y educación ciudadana sobre la importancia del calentamiento global y el cambio climático, con rigurosidad científica y datos que dan cuenta de la emergencia climática que atravesamos.

Hicimos ver al gobierno, asimismo, cuales creemos son los mínimos respecto de los cuales debe avanzar la política ambiental, incluyendo, entre otros, la descarbonización al 2030 (y no 2040 como proponen), asegurar la restauración ecológica y la reforestación con bosque nativo, hacer una modificación en la regulación de aguas que asegure el recurso para las personas y el medio ambiente, eliminar los beneficios a los combustibles fósiles y, honrando su palabra, firmar el acuerdo de Escazú y terminar con las Zonas de Sacrificio.

El desarrollo de la COP25 en Chile es un desafío muy importante para el Estado y para el Gobierno, pero es también una oportunidad para que reflexionemos sobre cómo asegurar el presente y futuro de nuestros hijos e hijas. Este es un espacio en que el solo esfuerzo individual no tiene ningún efecto. Se requiere un actuar colectivo y una modificación estructural para que Chile tenga pueda efectivamente ocupar un lugar de liderazgo. Solucionar desde las bases, difundiendo la conexión de los problemas ambientales del país con la crisis global, permitiría darle un sentido a todo este esfuerzo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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