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Deforestación, COVID19 y futuras pandemias

Por: Claudio Azat


Señor Director: 

Numerosa evidencia científica indica que la deforestación, particularmente en países en vías de desarrollo, aumenta la probabilidad del surgimiento de enfermedades emergentes zoonóticas (transmitidas de animales a personas), algunas de ellas con potencial pandémico.

 Está ocurriendo con el surgimiento de los coronavirus: primero SARS en 2003, luego MERS en 2012, y hoy con el SARSCoV2. En todos ellos, los murciélagos actúan como reservorios, y tanto la deforestación como la urbanización aumentan la probabilidad de contacto entre seres humanos y la fauna silvestre, favoreciendo el salto de la barrera especie para estos patógenos. Así, hay otras enfermedades con grandes impactos en salud pública que siguen este mismo patrón: Ébola, zika, malaria, Hantavirus, sida, entre muchas otras.

 Pero los animales silvestres no son los culpables, somos nosotros que sabiendo que existen miles de millones de virus, hongos, bacterias, y otros microorganismos, seguimos destruyendo los ecosistemas y «liberando» enfermedades que se han mantenido aisladas por mucho tiempo. La alta densidad de la población y la globalización del transporte aéreo favorecen la dispersión de estas enfermedades en cosa de horas. Si al ser humano en el pasado le tomó miles de años cruzar de un continente a otro, hoy podemos viajar de Santiago a Madrid en solo 12 horas.

 En este sentido, resulta interesante la editorial de esta semana de la revista Nature: «Incluir el verdadero valor de la naturaleza en la reconstrucción de las economías después del coronavirus». Si bien varios políticos y grupos de poder se oponen a cambiar el modelo actual, la crisis por COVID19 nos deja una gran lección: al final del día, la salud de la economía depende de la salud de los ecosistemas.

 Dr. Claudio Azat

Director Doctorado en Medicina de la Conservación U. Andrés Bello

 

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