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19-D: asediar o resguardar la Convención Constitucional Opinión

19-D: asediar o resguardar la Convención Constitucional

Andrés Cabrera
Por : Andrés Cabrera Doctorando en Sociología, Goldsmiths, University of London. Editor Otra Frecuencia Podcast.
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Si bien uno de los desafíos prioritarios del próximo presidente será implementar los ejes fundamentales propuestos en su programa de gobierno, las definiciones que el ejecutivo adopte frente al quehacer de la Convención Constitucional resultan igual de cruciales, especialmente en vista al período político que se abre este 19-D y finaliza con el plebiscito de salida (un período aproximado de 7 meses). Los fines estratégicos de una y otra candidatura difieren radicalmente en esta arista del debate presidencial-constitucional. No hay que ser un letrado en las artes de la ciencia política para inferir que un gobierno de Kast significaría un asedio permanente de la derecha rupturista (y no solo política) a la Convención Constitucional, mientras que un ejecutivo presidido por Gabriel Boric representaría, muy por el contrario, su resguardo y promoción en coordinación con las fuerzas de cambio (que incluso van más allá de Apruebo Dignidad).


La disputa presidencial del 21 de noviembre puso el nombre de José Antonio Kast (27,9%) y Gabriel Boric (25,8%) en la papeleta que este domingo 19 de diciembre definirá al próximo presidente de Chile.

Aquella noche del 21-N se abrió un hiato temporal de cuatro semanas en que las opciones del balotaje produjeron una marcada dicotomización del escenario político y un alineamiento inmediato de las fuerzas políticas y sociales detrás de uno u otro candidato. 

El balotaje adoptó rápidamente la configuración de una disputa plebiscitaria entre dos proyectos radicalmente distintos, tal como sucedió en el plebiscito de 1988, cuando se enfrentaron las opciones del Sí (43%) y del No (54%), o en el referéndum del 2020, cuando compitieron las opciones del Rechazo (21%) y del Apruebo (78%).

Por supuesto, esto no quiere decir que los resultados electorales que tendremos este domingo replicarán las diferencias porcentuales de aquellas históricas jornadas. Estas alusiones más bien refieren al paisaje político configurado este último mes y al modo organizativo que han asumido los agentes políticos y sociales en función de una contienda electoral que resultará decisiva para el devenir del proceso constituyente.

Mirado en retrospectiva, la elección de este 19 de diciembre es la culminación de un ciclo electoral que revela la descomposición del sistema de reparto duopólico del poder que predominó en Chile por casi 30 años.

Este intenso ciclo de 5 años (2017-2022), se inicia con las parlamentarias y presidenciales del 2017 (primera tras la reforma al binominal), se dinamiza con el Estallido de Octubre del 2019 y su proceso electoral derivado; que va desde el plebiscito de Octubre del 2020 a la elección de constituyentes en mayo del 2021, pasando por las primarias presidenciales de 18 junio, además de las parlamentarias y primera vuelta del pasado 21 de noviembre.

Siguiendo esta secuencia, lo que verdaderamente está en juego este 19-D es que la “travesía” emprendida por la Convención Constitucional llegue finalmente a buen puerto, y que la nueva Constitución que de allí emane cuente con buenas posibilidades de ser aprobada en el plebiscito de salida programado para el 2022.

Si bien uno de los desafíos prioritarios del próximo presidente será implementar los ejes fundamentales propuestos en su programa de gobierno, las definiciones que el ejecutivo adopte frente al quehacer de la Convención Constitucional resultan igual de cruciales, especialmente en vista al período político que se abre este 19-D y finaliza con el plebiscito de salida (un período aproximado de 7 meses).

Los fines estratégicos de una y otra candidatura difieren radicalmente en esta arista del debate presidencial-constitucional. No hay que ser un letrado en las artes de la ciencia política para inferir que un gobierno de Kast significaría un asedio permanente de la derecha rupturista (y no solo política) a la Convención Constitucional, mientras que un ejecutivo presidido por Gabriel Boric representaría, muy por el contrario, su resguardo y promoción en coordinación con las fuerzas de cambio (que incluso van más allá de Apruebo Dignidad).

Al finalizar este 19-D, no sólo sabremos el nombre del nuevo presidente. También, y más importante aún, conoceremos el terreno donde se disputará el momento resolutivo del proceso constituyente y la estrategia que desde el ejecutivo se impondrá frente al quehacer de la Convención Constitucional. 

El asedio Kast o el resguardo de Boric. Solo una de estas opciones prevalecerá al final de la jornada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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