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Un escándalo psiquiátrico Opinión

Un escándalo psiquiátrico

Yuri Carvajal
Por : Yuri Carvajal Dr. y Académico Escuela de Salud Pública UCh
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Como un irónico homenaje, pronto a cumplirse 38 años de la muerte de Michel Foucault y a 60 años de la publicación de su tesis sobre la locura en la época clásica, un hospital psiquiátrico público es denunciado por la autoridad máxima del Ministerio de Salud a la justicia, por realizar prácticas que pudieran ser tipificadas como tortura. Hoy los funcionarios se movilizan contra esa denuncia y se declaran “completamente dañados”. La denuncia original ha sido rectificada.

En la Región de Valparaíso, en donde ocurren estas cosas, hay dos hospitales psiquiátricos, sobrevivientes como centros asilares, pese a que la ponencia discursiva oficial es de integración y comunitarismo.

Y es que, aunque han cambiado las formas, el método sigue siendo el mismo. No hay ya cadenas que invoquen a Pinel, pero el silencio instaurado por la psiquiatría entre razón y locura es hoy más duro que nunca. Un silencio posible solo merced al encierro,  a la creación de ese espacio delimitado bajo la pretensión clínica. Hoy sinrazón no es primordialmente delirio, alucinación o histeria. Sinrazón es tristeza, rabia, intento de suicidio, delito, protesta o a veces simplemente pobreza, pero empaquetada en las categorías del DSM.

En los antiguos países socialistas la disidencia era sinrazón digna de un pabellón de cancerosos. No me atrevería a defender que en Cuba jamás se haya realizado un electroshock a un opositor político.

La crudeza de los hechos señala que la institución asilar debe ser proscrita. Se llame Sename, ELEAM u hospital psiquiátrico.

Los ires y venires del debate sobre maltrato asilar han trasladado el peso de la prueba a los pacientes. Deberíamos invertir ese sentido y buscar formas ambulatorias, soporte colectivo, voluntariado, que brinden a la sinrazón la dignidad que se merece. No deberíamos estar hablando de maltratos, sino de la formas que garantizan una exploración digna de los bosques sin senderos. ¿Cómo vivir deprivados de la sinrazón de Van Gogh, Artaud o Novalis?

Para que el alma de Foucault pueda descansar en paz.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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