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¿Cómo parar las funas y a Pancho Malo? Opinión Créditos: Agencia Uno.

¿Cómo parar las funas y a Pancho Malo?

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Pancho Malo dispara a la bandada contra quien se le cruce por delante. Premunido de un megáfono y protegido por unos veinte sujetos con banderas chilenas, se hacen llamar “Team Patriota” –un spanglish muy poco criollo–. Son gente sencilla, popular, que parecieran tener como trabajo el desplazarse por Santiago y aparecer en distintos lugares, de manera sorpresiva. Acorralan a sus víctimas para insultarlos e intentar provocarlos para que reaccionen frente a los teléfonos del “team” o las cámaras que siempre aparecen en sus performances, como por arte de magia. ¿De dónde sacan recursos?, ¿quién los financia?, ¿quién está detrás de este pequeño y ruidoso grupo? Según Pancho Malo, se dedica a este “trabajo” 24/7 gracias a sus “asesorías”. ¿Qué asesorías podría hacer este hombre cuya única actividad conocida es ser barrista del fútbol? ¿A quién asesora?


Hasta que la UDI terminó por convencerse de lo nefasto y peligroso de Pancho Malo, alias Francisco Muñoz, después de las encerronas que le hizo al presidente del partido, Javier Macaya. A la demanda interpuesta por el gremialismo, se sumó el Gobierno acusando a Muñoz de “sedición”. Porque recordemos que, durante la campaña del Rechazo, a este exbarrista, condenado por homicidio, la derecha le hizo todo tipo de guiños, incluyendo después de resuelto el plebiscito recibirlo en el Congreso –donde tuvo de anfitrión al senador Juan Castro (RN) para expresar sus extremas ideas… de derecha. Incluso Iván Moreira sufrió hace unos días los embates de aquellos a quienes calificó como “grupo de delincuentes… no me amedrentará este lumpen pagado por la ultraderecha” (¿tendrá alguna información el senador?).

Pancho Malo dispara a la bandada contra quien se le cruce por delante. Premunido de un megáfono y protegido por unos veinte sujetos con banderas chilenas, se hacen llamar “Team Patriota” –un spanglish muy poco criollo.  Son gente sencilla, popular, que parecieran tener como trabajo el desplazarse por Santiago y aparecer en distintos lugares, de manera sorpresiva. Acorralan a sus víctimas para insultarlos e intentar provocarlos para que reaccionen frente a los teléfonos del “team” o las cámaras que siempre aparecen en sus performances, como por arte de magia. ¿De dónde sacan recursos?, ¿quién los financia?, ¿quién está detrás de este pequeño y ruidoso grupo? Según Pancho Malo, se dedica a este “trabajo” 24/7 gracias a sus “asesorías”. ¿Qué asesorías podría hacer este hombre cuya única actividad conocida es ser barrista del fútbol? ¿A quién asesora?

Y aunque el foco de sus ataques últimamente ha sido la derecha de Chile Vamos, partió amedrentando a personajes de izquierda. Cómo olvidar la cobarde embestida contra Fabiola Campillai, una senadora que perdió la vista en los días posteriores al 18-O. La semana pasada le tocó el turno a un calmado y curado de los nervios Gonzalo Winter.

Nadie sabe mucho cómo este sujeto llegó a convertirse en personaje político, pero sí se conoce a quienes lo respaldaron en un comienzo. Varios integrantes de la propia UDI –que hoy lo tiene demandado y del Partido Republicano le prestaron ropa, incluso, fotografiándose con él, como el caso de José Antonio Kast. Por supuesto, Muñoz les era muy funcional a la estrategia de “quitarle peso moral” a la Convención, además de representar el papel del tipo malo que es capaz de decir cualquier cosa, cualquier barbaridad, eso que varios de ellos preferían decir en privado. Sin embargo, el invento se les independizó, de seguro, motivado por las luces de las cámaras, que le hicieron creer a Muñoz que él era un rockstar.

Pero Pancho Malo, más allá de su precariedad ideológica, la falta de contenidos y de su extremismo radical, es un fenómeno preocupante. El «Team Patriota» es la muestra más clara de la intolerancia y la violencia actuales, que vemos a diario en las redes sociales y que ahora se ha extendido a las calles. También es el reflejo de sectores que desprecian la democracia y la política, sin importarles mucho los colores políticos. Hoy, está siendo abandonado por el sector que lo avaló en su momento, ejerciendo contra Muñoz un castigo implacable. Sin embargo, el exbarrista podría llegar a convocar a gente hastiada de los partidos, los que nuevamente han vuelto a tomar un protagonismo, cada vez más desconectado de la gente. En ese escenario, podría llegar a tener respaldos insospechados; de ahí la necesidad de parar a los Panchos Malos ahora.

La semana pasada, las funas sumaron nuevas víctimas. Primero la diputada Schneider –acosada por el pastor Soto, que también usa megáfono, pero actúa en solitario, luego aparecieron los ciclistas furiosos (que también están de vuelta). Cristián Warnken fue amedrentado por un grupo importante de personas en su propia casa. Un hecho repudiable, por cierto, pero que permitió visualizar un problema que ya llevaba meses siendo ejercido por Francisco Muñoz. En cierta forma, la elite se sintió tocada y los medios lo reflejaron con gran cobertura.

¿Pero cómo podemos contener este tipo de expresiones violentas y cobardes? Lo primero es la denuncia y condena transversal de todo el mundo político y las instituciones del país. La academia, las prensa, las RRSS tienen que visibilizar estos hechos. También es fundamental que, quienes avalaron a estos personajes, reconozcan el error y los apunten con el dedo, pero con fuerza. Salvo JAK –que tiene muchas fotos sonriendo con Pancho Malo–, nadie del Partido Republicano ha sido capaz de denunciar estos hechos. Tercero, no deben ser más invitados a instancias políticas como el Congreso –tampoco a programas de prensa–, porque, con ello, lo único que están haciendo es validar estas conductas violentas.

Hasta ahora, no hemos escuchado al honorable senador Castro (RN) reconocer que fue un error invitar al “Team Patriota” al Congreso. Y, claro, aunque las querellas –de la UDI y La Moneda son importantes, es probable que este sujeto aproveche la instancia para mostrarse como víctima. Las demandas pueden ayudar a parar estas conductas, pero lo primero es la condena social y política transversal.

Aunque, de seguro, nuestros parlamentarios ya deben estar pensando en redactar una ley antifunas, como siempre, acción y reacción a lo mejor no es una mala idea, porque podría tipificar ciertas conductas y obstruir el paso a algunos espacios, tal como opera hoy la Ley Estadio Seguro, pero, como todos sabemos, no va a solucionar este flagelo. Creo que la ciudadanía tiene una responsabilidad enorme también en rechazar estos hechos y asilar a esta gente. Mientras más conciencia tomemos como sociedad respecto a que las funas no son una conducta política –como cree Muñoz sino un hecho delictual, de seguro, se irán inhibiendo estos sujetos que se esconden en el grupo y buscan llamar la atención, para ocultar sus falencias y precariedades. Y, por último, quizás lo más importante hoy, es identificar quiénes están detrás de estos violentistas, quiénes los financian y protegen. Porque, sin duda, lo único que no tienen estos hechos es espontaneidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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