Chile necesita un nuevo modelo de desarrollo, la ciencia actualmente respalda los beneficios de un modelo decreciente. La nueva Constitución deberá servirle al país en los próximos 30 a 50 años, por lo tanto, requerirá de elementos en un contexto de crisis climática y ecológica, como, por ejemplo, los derechos de la naturaleza.
Cómo el cambio en el uso del suelo afecta la salud, es una de las preguntas más cruciales para la humanidad. Sin embargo, responderla toma más tiempo que los acelerados cambios del paisaje y la actual crisis de extinción de especies. El surgimiento de enfermedades y nuevos hospedadores son un síntoma de un desequilibrio. Los organismos del planeta –incluido el ser humano– forman una red interconectada, y la salud de las personas, animales, plantas y los ecosistemas que los sustentan son interdependientes, situación de la cual deriva el concepto de Una Salud (One Health).
A la actual pandemia de COVID, se agregan hoy la emergencia de la influenza aviar, la quitridiomicosis de los anfibios, leptospirosis, malaria, ébola, leishmaniasis, floraciones algales nocivas, resistencia antimicrobiana, y la lista sigue.
Según la OMS y el Banco Mundial, en el futuro las pandemias y brotes regionales pueden costar entre un 2 y un 4,6 por ciento del PIB mundial. A esto deben sumarse los costos ambientales de un modelo de crecimiento económico basado en el extractivismo. Por ejemplo, la destrucción de los humedales altoandinos por la minería del litio, la destrucción de importantes sitios para la conservación de ecosistemas marinos con el desarrollo de proyectos acuícolas, mineros y portuarios, la reducción significativa de los caudales fluviales durante los meses secos como resultado de su sobrexplotación para fines energéticos, agrícolas y forestales, este último también asociado a incendios forestales.
Estas externalidades ambientales generalmente no son incorporadas en las evaluaciones económicas, traspasándose los costos a los territorios y la sociedad, aumentando las inequidades, afectando la salud de las personas y generando zonas de sacrificio. La transición energética y ecológica sin soberanía alimentaria, agricultura regenerativa, restauración ecológica y disminución del consumo, solo resultará en la absorción de los costos por el Sur Global.
Los escenarios hoy discutidos para la transición energética perpetúan la inequidad entre el Norte y el Sur Global. Mientras el consumo de energía en los países desarrollados no se altera, el acceso a la energía en el Sur Global es 2 a 3 veces menor por habitante, promoviendo la intervención de ecosistemas para obtener nuevas fuentes energéticas. El resultado, hoy, es una tasa de extinción de especies silvestres sin precedentes, tanto al interior como al exterior de parques y reservas.
Chile necesita un nuevo modelo de desarrollo, la ciencia actualmente respalda los beneficios de un modelo decreciente (ver). La nueva Constitución deberá servirle al país en los próximos 30 a 50 años, por lo tanto, requerirá de elementos en un contexto de crisis climática y ecológica, como, por ejemplo, los derechos de la naturaleza.
Es deber del Estado proteger la integridad de las poblaciones de especies silvestres nativas, los ecosistemas y la biodiversidad en sus diferentes formas, así como proteger y restaurar los servicios de los ecosistemas naturales. Los derechos sociales, entre los que destaca el derecho a vivir sin contaminación, con posibilidades de recreación al aire libre. El derecho a movilizarse sin riesgo, utilizando medios como la bicicleta o el caminar. Es decir, es deber del Estado conservar, restaurar y promover la existencia de paisajes amigables y saludables.
La visión neoliberal dominante hoy en Chile no servirá para enfrentar el cambio climático y la crisis ecológica, pues es el modelo que las origina. Es muy importante, para la discusión de la nueva Constitución, que existan espacios representativos para visiones de nuevos modelos de desarrollo. Solo así Chile podrá ingresar a un futuro con herramientas que le permitan enfrentar la incertidumbre de un aumento de la temperatura global por sobre 1.5 ºC. Una de las grandes lecciones que nos dejó la pandemia por COVID es que la economía depende de la salud de los ecosistemas, los cuales a su vez proveen de salud a las personas. Solo promoviendo un futuro saludable, se podrá alcanzar estabilidad económica y un desarrollo sustentable.