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Una fuerza naval consistente II Opinión

Una fuerza naval consistente II

Este artículo es una segunda parte, propositiva, de una anterior columna de opinión publicada en este mismo medio el pasado 07 de junio de 2023 y tiene por objeto advertir a los chilenos de los efectos de una política pública de gran interés, pero poco transparente, amparada en supuestos “secretos militares”.


Para conocer de primera fuente los alcances y objetivos pretendidos por nuestra Armada para sus propuestas de renovación de su fuerza naval hemos tenido que recurrir, otra vez, a la Revista Proceedings del Instituto Naval de Estados Unidos, que en su reciente edición de mayo de 2023 incorpora una columna de opinión del actual comandante en Jefe de la Armada de Chile, almirante Juan Andrés de la Maza, quién señala: “Habiendo analizado los desafíos que enfrentamos hoy, que incluyen un creciente número de tareas con presupuestos apretados, podemos concluir que si somos capaces de realizar la misión que nosotros establecimos para nuestra Armada a través de la integración Armada-Guardia Costera (Directemar), suplementada por la cooperación internacional, seremos capaces de afrontar todas las amenazas a la seguridad marítima internacional, ambas antiguas y nuevas…”.

En este marco, recordamos también su entrevista al diario El Mercurio del 21 de mayo de 2023, que nos precisaba la forma en que se cumpliría el desafío anterior: “…quiero dejar andando un plan de desarrollo de los submarinos, que son los más caros de la Armada. La idea es dejarle encaminado a mi sucesor esa renovación y por qué no, quizás también otro (plan) de construcción de unidades de combate. (fragatas)”.

Con el fin de evaluar fundadamente estas propuestas de la Armada y poder confrontarlas con una fuerza naval consistente con nuestros escenarios financieros y estratégicos, hemos recurrido a la metodología genérica de cómputos de potenciales, considerando que ella es una herramienta aproximada que nos permite obtener ordenes de magnitud comparables de las capacidades que se proponen, obtenidas a través de indicadores simples, tales como los desplazamientos de los buques.

Los resultados de esta evaluación se muestran en la tabla adjunta (tabla de capacidades), que considera los siguientes criterios y definiciones:

(1) Desplazamiento nominal (light displacement): Incluye el peso del buque, excluyendo carga, combustible, agua, lastre, bodegas, pasajeros y tripulación, según valores obtenidos de fuentes abiertas.

(2) Desplazamiento equivalente: Para poder comparar las capacidades de los nuevos buques propuestos con las unidades existentes, se ha supuesto que éstas últimas son proporcionales a un desplazamiento equivalente, obtenido de su antigüedad promedio (30 años), modernizaciones, vida útil remanente (15 años) y valor residual (33%); que se traducen en un coeficiente dado por:

(15/45)x67% (vida útil) + 33% (valor residual) = 0,55

(3) Factor de furtividad: Para efectos de comparación con las unidades de superficie, se ha considerado que la furtividad de los submarinos equivale a amplificar su desplazamiento por un factor de equivalencia de 4.

(4) Gasto total actual: Las estimaciones del valor actual de los nuevos buques no consideran los intereses del financiamiento necesario ni los índices de crecimiento del precio de los sistemas de armas, tales como los propuestos en la “ley XVI de Augustine”, efectos que podrían llegar a duplicar el gasto total a valor presente.

A partir de los resultados mostrados en la tabla de capacidades adjunta, podemos concluir que el desarrollo total de las propuestas de la Armada podría significar aproximadamente aumentar en 2,8 veces las capacidades de nuestra fuerza naval actual, que es similar a aquella que en el pasado reciente nos permitió mantener la paz; requiriendo un gasto estimado de MMUS$7.500.- (valor actual) en 20 años, que resulta infinanciable e innecesario para los escenarios más probables del siglo XXI.

Considerando las restrictivas proyecciones económicas para los recursos financieros futuros realmente disponibles, nuestra propuesta alternativa para una fuerza naval consistente considera solo continuar con la fabricación del rompehielos y de los dos buques multipropósito ya contratados, construir dos buques patrulleros de alta mar (OPV) adicionales, reemplazar las actuales barcazas LST por dos unidades similares a las actuales, mantener los actuales submarinos Scorpene, no reemplazar los submarinos SSK 209-1400, debido a su muy alto costo y su incierto aporte efectivo para los escenarios futuros más probables y construir solo cinco fragatas en Asmar, de un desplazamiento menor al propuesto en el estudio encargado por la Armada a la Universidad Católica.

Es de mi mayor interés que la Armada no vuelva a repetir los lamentables errores de apreciación política, estratégica y financiera que hace dos décadas llevaron a la cancelación del Proyecto Tridente, que también pretendía construir ocho fragatas en Asmar. En este contexto, exhortamos a nuestra Armada a transparentar (20 años atrás recibimos un CD con el proyecto Tridente completo), precisar y justificar los antecedentes que han considerado para fundamentar sus propuestas, con el fin de poder avanzar en la pertinencia de otras alternativas, tales como la fuerza naval consistente presentada, que con un costo estimado de MMUS$3.000.- (valor actual), en 20 años sería posible de financiar con alrededor de un tercio del piso anual (MMUS$500.-) establecido para el Fondo de Capacidades Estratégicas de la Defensa y que permitiría cumplir los objetivos de industrialización de Asmar y desarrollar una renovación efectiva de la fuerza naval para mantener capacidades consistentes, equilibradas, suficientes y necesarias.

Espero que pronto podamos debatir también sobre una política de desarrollo integral para la Armada y no solo de su lista de supermercado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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