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Desde los territorios, repensar un proyecto de país: valoración del trabajo de Gonzalo Falabella Opinión

Desde los territorios, repensar un proyecto de país: valoración del trabajo de Gonzalo Falabella

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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Gonzalo Falabella es un ruralista histórico y de corazón.


Desde que estudió en la Universidad de Wisconsin, donde estaba el centro de Tenencia de la Tierra, que abrió las puertas de la Reforma Agraria en América Latina. Hizo una tesis histórica cuando trabajó con los “atorrantes” o temporeros agrícolas, en la que observó cómo lograban negociar mejores salarios, experiencia que convirtió después en un texto que estudia las desigualdades en el campo, pero también los aspectos de liberación del campesino.

Posteriormente, cuando vuelve la democracia, hizo una contribución mayor promoviendo a las mancomunales y, con esto, me refiero a la organización de cooperativas, actores locales, gobiernos regionales y las agencias estatales. Es esto, precisamente, lo que destaca en su reciente libro, Desde los territorios, repensar un proyecto de país –desarrollado por un equipo de la Universidad de Chile y publicado en ediciones Universidad del Biobío–, donde junto a su equipo reitera la importancia de organismos como Corfo, Indap y Sercotec para dar valor agregado a los procesos en los territorios vinculados con articulación, recursos, alianza, y confianza en lo que se llama “la corriente endogenista del desarrollo”.

De hecho, en la introducción del libro, entrega ocho tipos de desarrollo en Chile, que recomiendo leer porque recorre un periodo que abarca entre 40 y 50 años, donde la expansión de consorcios territoriales es fundamental en la generación de cadenas de valor –los famosos clústers–, donde están los actores clásicos que Falabella conoce muy bien.

En el texto hay trabajos muy interesantes, como, por ejemplo, el que llama “la pérdida de cadenas de valor” de productores locales de la Región de Antofagasta, con una gran contradicción, de Miguel Atencia y otros autores, por el auge minero y el rol articulador más proactivo que debieran tener Codelco y la minera La Escondida. La mayoría de los proveedores de la gran minería provienen de Santiago y Valparaíso, y no del Norte Grande.

Otros artículos destacados son el de Claudio Roja, profesor de la Universidad de Talca, que explica muy bien, desmitificando algunas creencias, el aporte del desarrollo en el sector frutícola y vitivinícola en las provincias de Curicó y Talca, en su parte norte, y que ha tenido un mayor desarrollo a partir de valor agregado, articulación de actores por cierto insuficientes, pero que demuestra que la industria agrícola con calidad funciona.

Luego, un trabajo de Luis Méndez y Francisco Gatica, que ahonda en las brechas de valor agregado y de empleabilidad entre los trabajadores de la madera en el caso de la Región del Biobío, pero remarcando la importancia que tiene a su vez en el mercado laboral. También es importante destacar a Patricio Padilla y Fernando Barrido, que complejizan la dificultad de La Araucanía, pero, a su vez, dan cuenta de áreas de numerosa innovación en lo agrícola, y que requieren la articulación.

Otro análisis extraordinario es el de Gonzalo de la Maza y Sandra Ríos, que describen en profundidad el aporte del clúster de la leche, donde valoran mucho el trabajo de la cooperativa Colun en los territorios de Los Lagos y Los Ríos, y de cómo ha ido generando empleo cada vez más permanente en una industria que puede dar mucho más.

Quizás faltaría mencionar más el rol que tienen que jugar los gobiernos regionales, los municipios y, por cierto, el sector privado, siguiendo modelos que se han aplicado en el norte de Italia y para qué decir los vascos, pero también en muchas subregiones de América Latina.

Finalmente, reiterar, casi como un mantra, lo que este gran ruralista, mancomunalista e intelectual orgánico –que ha luchado por los clústeres regionales– señala: la necesidad de impulsar reformas estructurales, que tiene que haber más recursos en fomento en la alianza Corfo-Indap con los territorios y desarrollo de proveedoras a gran escala. Definitivamente, el libro es un gran aporte de Gonzalo Falabella y todo este equipo para quienes creemos que el desarrollo país se debe mirar y trabajar desde la territorialidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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