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Consejo Consultivo

Manuel Riesco
Por : Manuel Riesco Economista del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda)
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«La operación para frenar la gratuidad 2016 se inició con una pataleta del senador y precandidato presidencial de Nueva Mayoría que se ha convertido en el regalón de los medios de derecha como el más tenaz opositor a la reforma educacional y portavoz de los intereses de los ´sostenedores’ privados nacidos al amparo de los “subsidios a la demanda” que manejan a su amaño. La Concertación transformó éstos en el mecanismo principal de financiamiento público a la educación mediante las sucesivas leyes de presupuesto a partir de 1990».


La ministra de Educación ha anunciado la creación de un “consejo consultivo”, integrado casi totalmente por personeros de la Concertación que tuvieron responsabilidad directa en la privatización de la educación, encabezados por el exministro Sergio Bitar. Es un intento evidente por frenar el inicio de la gratuidad el año 2016 anunciado por la Presidenta Bachelet, desnaturalizar la reforma y postergarla para las calendas griegas, para que las cosas sigan más o menos igual.

Esta maniobra fracasará rotundamente al igual que todas las que se han venido intentando con el mismo propósito. La Presidenta y Nueva Mayoría responderán a la ofensiva, realizando con decisión las moderadas reformas que comprometieron con el pueblo, que los eligió para ello y no aceptará algo diferente. La que hay que concretar ahora es la que quieren evitar con este “consejo”: beneficiar a cientos de miles de estudiantes y sus familias con el inicio de la gratuidad el 2016, reasignando las partidas de becas y créditos del Presupuesto, a aportes directos a las instituciones de alta calidad que ingresen al nuevo sistema.

La operación para frenar la gratuidad 2016 se inició con una pataleta del senador y precandidato presidencial de Nueva Mayoría que se ha convertido en el regalón de los medios de derecha como el más tenaz opositor a la reforma educacional y portavoz de los intereses de los “sostenedores” privados nacidos al amparo de los “subsidios a la demanda” que manejan a su amaño. La Concertación transformó éstos en el mecanismo principal de financiamiento público a la educación mediante las sucesivas leyes de presupuesto a partir de 1990.

Los “subsidios a la demanda” crecieron de un 25 por ciento del presupuesto de educación superior en 1990 a un 73 por ciento del mismo el 2014. En el mismo período, los aportes directos a las instituciones bajaron de un 75 por ciento a un 26 por ciento del presupuesto. El gran salto en el “subsidio a la demanda” se produce con la introducción del crédito con aval del Estado (CAE) a partir del año 2005, durante el gobierno de Lagos y mientras Bitar era Ministro de Educación, pasando de un 34 por ciento del presupuesto de ese año, a un 66 por ciento el 2010, al final del primer gobierno de la Presidenta Bachelet y tras el tristemente célebre “arriba las manos”, en cuya foto aparece nuevamente Bitar en forma destacada. Piñera subió el porcentaje de “subsidio a la demanda” desde 66 por ciento el 2010 a 73 por ciento el 2014.

Algo parecido sucedió en educación básica y media, para contento de los respectivos “sostenedores” privados. Es decir, la privatización de la educación en todos los niveles la han venido realizando los gobiernos de la Concertación a la par con el de Piñera, mediante sucesivos incrementos en las partidas respectivas de la ley de presupuesto.

Lamentablemente, el “presupuesto de continuidad” del 2015, como lo calificó otra exministra de la Concertación y destacada opositora a la reforma de la educación, agravó la situación, incrementando aún más el “subsidio a la demanda”. Especialmente el CAE, que junto a los “créditos solidarios” y las becas, financian con dinero público sin control alguno la mitad de los ingresos por aranceles de todas las instituciones de educación superior. Éstos a su vez, representan dos tercios los ingresos totales de todas estas instituciones, según sus propios balances. El tercio restante, del cual el fisco financia también una tercera parte, está conformado por aportes directos, venta de servicios, donaciones y otros.

La Presidenta Bachelet ha resuelto que esto no puede continuar ni un año más. Reasignando estas partidas a financiamiento directo de las instituciones de alta calidad que entren voluntariamente al nuevo sistema, es posible dar gratuidad a más de la mitad del estudiantado de las mismas, precisamente los de menores ingresos. Ello beneficiará enormemente y de inmediato a varios centenares de miles de estudiantes, que ya no tendrán que depender de las becas y sus discriminatorias gabelas como la exigencia de mantener promedio de notas superior a cinco, que no se exige al resto de los estudiantes que pueden pagar.

Tampoco tendrán que seguir endeudándose contratando “créditos solidarios” con sus propias instituciones, y CAE con los bancos para cubrir las diferencias de la beca y “créditos solidarios” con los aranceles reales. Simplemente no pagarán nada a partir del año venidero. Los estudiantes que reciben becas o créditos en instituciones que no ameriten o deseen entrar ahora a la gratuidad no se verán perjudicados en lo más mínimo, puesto que continuarán igual que hasta ahora.

Esto beneficiará asimismo a las instituciones que ingresen a la gratuidad, las que ya no tendrán que seguir avalando el CAE. Esto representa un beneficio enorme, puesto que el CAE es una Espada de Damócles sobre sus cabezas, que tiene al borde de la insolvencia a buena parte de las instituciones de educación superior. Representa un cuarto de todos los ingresos por aranceles y más de la mitad en muchas instituciones privadas, lo que significa que éstas deben anotar todos los años en sus balances un pasivo equivalente a buena parte de sus ingresos.

La implementación inmediata de este importante avance es lo que ha provocado las iras de los opositores a la reforma. Aquellos que son diputados o senadores saben bien que la Ley de Presupuesto es el instrumento de mayor poder del Ejecutivo, puesto que el Parlamento no puede cambiar ni modificar partida alguna, sino sólo rechazarlas, lo que evidentemente no pueden hacer en este caso a riesgo de enfrentar las iras de todo el país dejando a la educación superior sin financiamiento por su mezquino propósito de frenar la reforma. Si el ejecutivo se pone firme, acá no hay “cocina” que valga por muchas pataletas que hagan.

Resulta incomprensible, por lo mismo, que algunos rectores y dirigentes estudiantiles (y un conocido ex) no se pronuncien categóricamente a favor de esta medida anunciada por la Presidenta. Alegan que hay que discutir más, en circunstancias que se viene discutiendo el asunto desde el año 2011. Al parecer algunos de ellos se sienten más cómodos debatiendo eternamente o haciendo oposición al gobierno, que obteniendo beneficios tangibles e inmediatos para cientos de miles de estudiantes y sus familias, que además abren el camino de la reforma porque apuntan en la dirección acertada de desmercantilizar la educación.

La Presidenta y Nueva mayoría saben perfectamente que la manera de responder a las sucesivas maniobras de desestabilización en curso —algunas de las cuales se están pasando de la raya, impulsadas por opositores de todos los pelajes que intentan obtener pequeñas ganancias a río revuelto sin medir las consecuencias—, es retomar la iniciativa sacando adelante con decisión las reformas o salir jugando a la ofensiva en lenguaje deportivo, como hicieron aprobando en el mes de enero de este año la reforma del binominal, la ley contra el lucro y el acuerdo de unión civil, seguidilla que dejó turulata a la oposición a las reformas, tanto de derecha como la que existe muy activa al interior de la coalición de gobierno.

Si alguien tiene dudas a este respecto, basta mirar al otro lado de la cordillera y apreciar el contraste entre la suerte política que están corriendo las presidentas de Brasil y Argentina. Mientras la primera se debate arrinconada contra las cuerdas recibiendo golpes uno tras otro sin responderlos, la segunda ha dado una lección notable de cómo enfrentar oposiciones muchísimo más agresivas que las que vemos en Chile hasta el momento, tanto de parte de opositores como de miembros de la propia coalición. La política argentina, tan mirada en menos por algunos de este lado, se parece al fútbol de ese país, de pierna fuerte y preciosa habilidad. La Presidenta Cristina Fernández así como antes Néstor Kirchner han demostrado saber jugarla a la perfección, respondiendo cada golpe externo e interno y manteniendo siempre la iniciativa, realizando transformaciones bastante impresionantes como no pagar la deuda externa, terminar con las AFJP y renacionalizar YPF. El pueblo se los reconoce y muy probablemente los premiará reeligiendo al candidato preferido de la Presidenta.

Del mismo modo, el pueblo chileno reconocerá y respaldará activamente a la Presidenta y Nueva Mayoría, que vapuleados por la mayor crisis política desde el retorno a la democracia, motivada esta vez por la indignación popular ante la incapacidad de resolver los grandes problemas acumulados, sabrán ser fieles a la gran lección de lealtad a los compromisos adquiridos que legó al mundo y a todos los chilenos el ejemplo imperecedero del Presidente Salvador Allende.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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