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Y las relaciones económicas internacionales, ¿acaso pasaron al olvido? Opinión

Y las relaciones económicas internacionales, ¿acaso pasaron al olvido?

Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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¿Qué nos pasó? Quisiera estar equivocado, pero creo que perdimos el rumbo en nuestras relaciones económicas internacionales. O, quizás, nos ha faltado claridad desde un comienzo. ¿Estamos conscientes de que estamos repitiendo los errores del pasado? Al parecer no, y ello nos afecta seriamente a todos. Las relaciones económicas internacionales impactan a nuestra economía, y definen cómo nos relacionamos con nuestros “vecinos”, cómo nos insertamos en la zigzagueante globalización y en dónde queremos establecer nuestras alianzas y lealtades principales.

Creí que esta administración cambiaría el rumbo y las prioridades de nuestras relaciones internacionales, pero parece que nos quedamos solo en declaraciones de buenas intenciones. No estamos “haciendo la pega”. Luego de haber salvado a medias escollos como la Cumbre de APEC en Tailandia y la Cumbre de la Alianza del Pacífico en México (en noviembre), y el cierre de negociaciones para la “modernización” del Acuerdo de Asociación con la UE y depositar en Nueva Zelanda el instrumento de ratificación del TPP11 (ambas en diciembre), la conversación acerca de las relaciones internacionales y el comercio parece haber pasado al olvido, excepto que la “filtración del audio” parece haber resucitado a la Cancillería. Pero ¿hemos renunciado al Programa? Es cierto, existen otras prioridades que requieren urgente atención, la situación económica es seria y la presión desde el Ministerio de Hacienda y los gremios empresariales debe ser enorme, al mismo tiempo que la oposición le “enreda” la Agenda al gobierno. Sin embargo, como en el dicho popular, sigo creyendo que deberíamos poder “mascar chicle y caminar al mismo tiempo“. 

A pesar de las optimistas declaraciones emitidas con posterioridad al Foro APEC, en mi opinión, nuestra participación fue decepcionante. Al parecer, se decidió seguir “alineado” con China y Asia. Y, al término del Foro, se destacó que “…debemos continuar reforzando los vínculos que nos unen, no solamente en materia comercial, sino que ampliando su campo de acción… considerando nuestro interés por continuar estableciendo vínculos con la región del Asia Pacífico” (Prensa, Presidencia, noviembre 19, mi énfasis). Así lo consignan también los antecedentes entregados acerca de la Agenda de la reunión con Xi Jinping, las declaraciones posteriores y la asociación estratégica integral que se menciona, así como el interés de visitar China, luego de la invitación que le hiciera Xi al Presidente. Y, para rematar, al inaugurar la VII versión del ya conocido Chile Week en China, la subsecretaria Ximena Fuentes sella la “asociación estratégica”, al confirmar que seguiremos ampliando nuestra relación con China en diversos ámbitos (incluyendo la apertura de otro consulado), añadiendo que “…nos alegra comprobar que China sigue siendo nuestro principal socio comercial” (Prensa, MINREL, 21 de noviembre, mi énfasis).

Lo lamento, pero, aunque sea para la audiencia del Chile Week, no creo posible celebrar esa dependencia comercial, cercana al 40% del total de nuestras exportaciones. Decepcionante, subsecretaria. El Asia – Pacífico termina siendo una gran distracción y el foco equivocado de nuestras relaciones económicas internacionales. Estimados: NO podemos “reforzar” (¿priorizar?) la relación con el Asia – Pacífico y –al mismo tiempo– pretender que priorizamos la integración regional con América Latina. Son objetivos contradictorios. Así es. Nuestra participación en APEC nos aleja de América Latina.

En la ocasión, llegué a pensar que la Cumbre de la Alianza del Pacífico, en noviembre pasado, sería diferente. Sin embargo, más allá de que terminó siendo una visita oficial a México, fue decepcionante en materia de contenido. A pesar de las declaraciones grandilocuentes del subsecretario, el bloque aporta poco y nada en materia comercial, al mismo tiempo que busca abrirse cada vez más a negocios en el Asia – Pacífico (Comunicado de Prensa, SUBREI, noviembre 25). De hecho, el comercio en el bloque de la Alianza muestra solo debilidades: durante los años del 2002 al 2005, las ventas de Chile a miembros de la Alianza alcanzaban –en promedio– a 2.169 millones de dólares, correspondientes al 7.6% de nuestras exportaciones al mundo. Sin embargo, en los primeros años de la Alianza, esta participación se redujo al 5.4% (2011 a 2014) y en el período de 2018 a 2021, a solo el 5.2% (Base de Datos ONU ITC). La Alianza aporta muy poco comercialmente y su “socio mayor” (México), menos aún. Nuestros envíos representan una parte menor de las importaciones de México (menos de 0.5%, promedio 2019 – 2021) y se concentran en solo un puñado de productos. En el año 2021, las ventas se concentraron en cobre y madera (59% del total) y alimentos (un 23%, principalmente carnes, productos del mar, frutas frescas y preparaciones de frutas y hortalizas varias).  

Sorprendentemente, a pesar de nuestra minúscula interacción comercial con México, luego de la reunión del presidente con Manuel López Obrador, el Comunicado de Prensa de la Presidencia informa “…cómo estos lazos comerciales además nos permiten, por ejemplo, asegurar nuestra soberanía alimentaria, cómo nos permiten diversificar nuestra canasta de inversiones, cómo nos permiten mejorar en encadenamientos productivos, aprender de la experiencia mexicana en esto …”. Creo que el Presidente Boric fue muy mal asesorado e informado durante su visita a México. En el corto y mediano plazo, no hay ninguna posibilidad de que México pueda asegurar nuestra “soberanía alimentaria”. Mientras México siga “atadoa la economía y al mercado norteamericano, principalmente los Estados Unidos vía USMCA, poco podrá aportar a la Alianza del Pacífico, y a la economía y el comercio de Chile. No podemos seguir ignorando que –a pesar de las declaraciones de amistad de las autoridades mexicanas– su economía y empresas priorizan al USMCA y no a Latinoamérica. De hecho, en promedio, la participación de sus exportaciones a los EE.UU. alcanzó a un 78% del total en 2018 – 2021. La Alianza del Pacífico no es el camino a la integración económica regional en América Latina. Mientras tanto, sigue avanzando la integración económica y comercial al Asia (China) – Pacífico.

Y, al depositar en Nueva Zelanda el instrumento de ratificación del TPP11, se está sellando la integración al Asia (China) – Pacífico. Ya lo dije hace pocos meses, el TPP11 / CPTPP agrega poco en materia comercial. Más bien nos complica y enreda con una carga administrativa que sorprende (El Mostrador, 10 de octubre). Sin embargo, lo que termina por diferenciar al TPP de los TLC(s) que ya tenemos (incluyendo con miembros del TPP), es que este establece una Zona de Libre Comercio con foco en el Asia – Pacífico (especialmente Asia, una vez que China finalice su ingreso) con el objetivo de promover la integración económica (Artículo 1.1). Y, de manera sorprendente, la SUBREI también lo destaca en su Portal, al señalar que el TPP tiene entre sus objetivos –textualmente– el “promover la integración económica. Inentendible –al menos para mí–, ya que es contradictorio con el objetivo de integración económica en América Latina propuesto en el Programa.

Igual de significativo es que el TPP destaca temas como el cuidado del medioambiente; la igualdad de género; derechos humanos (¿le seguimos “prestando ropa” a China?); y pymes, temas centrales al Programa y política exterior. Pero el TPP11 queda muy “corto” en todos ellos y, aun así, lo ignoramos y seguimos adelante con su ratificación, sellando nuestro futuro económico-comercial y compromiso con el de Asia (China) – Pacífico

Pregunto nuevamente: ¿Qué nos pasó? ¿Ya entregamos la “oreja”? Espero que no, aun cuando –creo– no hemos estado “haciendo la pega”, como intenté mostrar arriba. No obstante, aún es tiempo de priorizar las relaciones económico-comerciales con Latinoamérica y promover la integración regional, uniéndonos y fortaleciéndonos para enfrentar juntos los desafíos de la globalización. Propongo que trabajemos en la integración económica en Latinoamérica, pues es la manera más directa yposiblemente la única estrategia que pueda ser efectiva para apartarnos del modelo productivo-exportador que ha dominado la economía chilena en las últimas décadas. En Asia, no existen posibilidades de competir exitosamente, a no ser seguir exportando materias primas y recursos naturales de bajo valor agregado. Es su mercado.  

Por el contrario, nuestras manufacturas y servicios compiten exitosamente en América Latina. Además, ya existe un avanzado grado de integración en el mercado agrícola y alimentario regional. Debemos tomar la iniciativa y sugerir mejoras en diversas áreas del intercambio agroalimentario regional para avanzar de manera efectiva en la integración económica, por ejemplo, estandarizando las regulaciones y normas del comercio regional. No necesitamos declaraciones ostentosas, sino propuestas y acciones concretas. La producción y el comercio agroalimentario ya reúnen en América Latina actividades que tienen la mayor cobertura territorial a nivel de cada país y es –a su vez– la actividad económica más importante en la región.

Un proyecto de integración y cooperación económica iniciado en el sector agroalimentario, tiene el potencial de impactar positivamente a las regiones y áreas rurales de todos los países de América Latina. Y, junto con avanzar en el tema de la seguridad alimentaria, también permite avanzar con medidas concretas en otros ámbitos del Programa de Gobierno, como son, por ejemplo, protección de los recursos naturales y el medio ambiente, integración de las pymes a cadenas de comercialización, apoyo a la Agricultura Familiar Campesina y productores indígenas, desarrollo rural, así como protección de las trabajadoras y los trabajadores agrícolas, entre varios otros temas. Prioricemos la unidad de Latinoamérica.       

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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