
¿Habrá servido el peregrinaje a la casa de Bachelet?
Las próximas dos semanas tendremos definiciones importantes en el oficialismo. Veremos si Bachelet se decide por asumir el desafío o, tal vez, asistiremos a la bendición a una de sus discípulas, Carolina Tohá. Si se da este último escenario, Boric se prepara para ponerle alfombra roja a su ministra.
Definitivamente, Chile sigue siendo un país con un nivel de amnesia alarmante y, por supuesto, con una escasa renovación de sus liderazgos. Tal como hemos comentado en este mismo espacio en varias ocasiones, aunque quedan cerca de nueve meses para la elección presidencial, hasta ahora, la mayoría de los nombres que suenan para disputar la carrera hacia La Moneda son los mismos que se vienen repitiendo en los últimos años. Décadas, la verdad.
Evelyn ya lo intentó en 2013, Parisi, Artés, ME-O y Kast quieren volver a la carga pese a sus fracasos anteriores. Hace unos días, Daniel Jadue anunció que estaba evaluando ser precandidato a las primarias representando al Partido Comunista, pese que, a diferencia de esta misma fecha en 2021, hoy no aparece en las encuestas, está investigado por la Justicia y permanece con arresto domiciliario.
Además, sus posturas y posiciones han sido derrotadas en los últimos años, como en el primer plebiscito o recientemente cuando intentó boicotear el acuerdo para reformar las pensiones, y, pese a que al comienzo fue apoyado por varios parlamentarios del PC, finalmente estos se alinearon con la postura oficial del partido. Hoy es lo que se denomina un disidente dentro de la colectividad que dirige Lautaro Carmona. Pero igual quiere postular por segunda vez.
Aunque este año también tenemos novedades. Johannes Kaiser ha sobrepasado a Kast y le compite mano a mano a Matthei, Vlado Mirosevic, que sigue sin despegar, y la irrupción reciente y sorpresiva de Harold Mayne-Nicholls.
Sin embargo, la apuesta más esperada por el oficialismo se llama Michelle Bachelet. Pese a que la expresidenta afirmó en más de una ocasión que no sería candidata por tercera vez, en los últimos meses cualquier palabra, obra u omisión pasaron a convertirse en señales para el PS, PPD e incluso el Frente Amplio. Sin que ella jamás confirmara siquiera si estaba pensando la alternativa, en el oficialismo lanzaron el rumor –intencionado, sin duda, para ponerle presión– de que Bachelet “lo meditaría durante las vacaciones”.
De hecho, en estos últimos meses la peregrinación a la casa de Michelle ha constituido motivo de disputa entre los distintos partidos del llamado progresismo democrático, y más específicamente dentro del suyo, el socialista, dejando en bandos contrarios a la vieja guardia –Insulza vs. Escalona–.
Qué duda cabe, Bachelet representa una oportunidad para la centroizquierda, después que, hasta hace unos seis meses, su opción frente a la centroderecha era casi nula. Chile Vamos, de la mano de Evelyn Matthei, se daba como ganador anticipado de las elecciones de noviembre. Sin embargo, y al igual que lo que les pasó con Joaquín Lavín hace cuatro años, no por mucho madrugar amanece más temprano en política.
Los intérpretes de Michelle –hay varios que se arrogan ese rol– han tratado de decodificar todas las señales a su favor. Si ir más lejos, la aparición de Sebastián Dávalos al cumplirse 10 años del caso Caval fue leída como un intento del hijo de la expresidenta por liberarla de culpa, asumiendo algo de responsabilidad en el escándalo. Muy poca, por cierto.
Pero al mismo tiempo, el primogénito señaló que su madre no consultaba sus decisiones con él, pero que compartía la sentencia de la exmandataria: hay que renovar los liderazgos. Estoy convencido de que Bachelet jamás usaría de vocero a su hijo y que la entrevista que dio Sebastián a El Mercurio no fue más que una torpeza.
Lo más curioso del peregrinaje para convencer a la exmandataria es que no solo ha incorporado al progresismo, sino también a un grupo importante del Frente Amplio. Todo indica que estos optaron por olvidar ese relato acusador contra aquellos a los que responsabilizaron de los 30 años y ahora prefieren replegarse detrás de la expresidenta para recuperar las energías y la épica perdida en estos tres años.
Sin duda, el caso Convenios, la derrota en el plebiscito o la salida de Giorgio, les demostró que el discurso refundacional suele chocar muy fuerte con la realidad. Un rol secundario en un eventual Gobierno les permitiría volver a pensar en unos años más en regresar a La Moneda, incluso de la mano del propio Boric.
Y mientras las rogativas se multiplicaban, Michelle Bachelet fue subiendo en las encuestas –junto a Johannes Kaiser, a costa de Kast– y Evelyn perece haber tocado techo. Además, en esta etapa de compás de espera, la derecha cometió el clásico error de alimentar al rival, por medio de amenazas del tipo “la vamos a sacar al pizarrón”. Sin duda, una demostración del temor que le tiene Chile Vamos a Bachelet. El escenario de hace 12 años puede ser muy distinto, sin embargo, la derrota sufrida a manos de Michelle aún duele en el alma de los partidarios de Evelyn.
Y, por supuesto, la expresidenta se ha encargado estos años de mantenerse vigente, primero en la ONU, luego opinando de la contingencia cada cierto rato y, finalmente, influyendo de manera ascendente en este Gobierno. Aunque al Frente Amplio le moleste reconocerlo, el bacheletismo se incrustó en el corazón de La Moneda, instalando a sus antiguos colaboradores en puestos claves.
De seguro, en las próximas dos semanas tendremos definiciones importantes en el oficialismo. Veremos si Bachelet se decide por asumir el desafío, consciente de que quizás es la carta que podría dar un golpe al tablero actual, ese que, por meses, estábamos seguros de que no cambiaría: Evelyn ganaría sí o sí. O, tal vez, asistiremos a la santificación de la expresidenta a una de sus discípulas, Carolina Tohá. Si se da este último escenario, Boric se prepara para ponerle alfombra roja a su ministra del Interior y sacarla con honores del gabinete.
Sin duda, la decisión que tome Michelle producirá un punto de inflexión en esta campaña presidencial. Tanto el oficialismo como la oposición tendrán que reordenar sus piezas y definir si van a primarias o definitivamente se enfrentan todos contra todos en primera vuelta. Con Tohá, la oposición podría respirar un poco más aliviada y, por supuesto, si Bachelet toma la decisión de competir por tercera vez, las posibilidades del oficialismo aumentarán, algo impensado hasta hace poco.
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