
Desarrollo infantil: cuando el hogar y el jardín se dan la mano
No es necesario elegir entre el hogar o el jardín, sino que hay que articular ambos espacios.
En Chile, 1 de cada 5 niños de 5 a 6 años presenta retrasos en su desarrollo (MDSF, 2017; Encuesta Longitudinal de la Primera Infancia). Esto significa que ingresan a la escuela con dificultades en áreas clave como el lenguaje, la motricidad y cognición. A pesar de este diagnóstico, la asistencia a jardines infantiles sigue siendo percibida por muchas familias como una opción, no una necesidad.
Hoy, muchas familias deciden no enviar a sus hijos e hijas al jardín infantil porque “están mejor en la casa”. Esta idea, aunque bienintencionada, es una falacia. No se trata de elegir entre el hogar o el jardín: los niños y niñas necesitan ambos. Y cuando ambos espacios se articulan con afecto, intención educativa y compromiso, el desarrollo infantil se potencia.
Sabemos, gracias a la psicología del desarrollo, que los niños y niñas crecen mejor cuando cuentan con relaciones sensibles y consistentes y con ambientes ricos en estimulación. Es decir, necesitan adultos que les respondan con afecto, contención y los desafíen, y también materiales, rutinas y actividades que despierten su curiosidad, los incentiven a jugar y a aprender. En los jardines infantiles de calidad, estos elementos se encuentran organizados para promover el aprendizaje desde el cuidado.
Porque cuidar y educar no son excluyentes. Cuando una madre consuela a su hijo tras una caída, lo está educando emocionalmente. Cuando una educadora canta una canción mientras cambia el pañal, está cuidando con afecto mientras desarrolla lenguaje. Ambos roles se entrelazan; no se reemplazan, sino que se complementan.
Además, cuando los niños asisten a jardines infantiles, también se benefician sus familias. Padres y madres menos agotados pueden ofrecer mejor calidad emocional en sus vínculos. Además, el jardín permite detectar rezagos o dificultades en etapas tempranas, cuando aún es posible intervenir con éxito. La evidencia muestra que asistir a educación inicial puede mejorar el desarrollo socioemocional, el lenguaje, y tiene impactos positivos incluso en el desempeño escolar posterior de niños y niñas.
No es necesario elegir entre el hogar o el jardín, sino que hay que articular ambos espacios. Cuando los niños y niñas acceden a jardines infantiles de calidad, las interacciones con sus padres se enriquecen, y los adultos ganan tiempo, herramientas y energía para acompañarlos mejor. Ni el hogar ni el jardín pueden hacerlo todo solos. Juntos, en cambio, sacan lo mejor de los niños y niñas y de los adultos que los cuidan y educan.
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