En total, Riggs transfirió US$1,9 millones a Pinochet en Chile, por medio de cuatro grupos de cheques bancarios. Cuando se preguntó al banco por qué, en cada ocasión, le había enviado múltiples cheques por la misma cantidad, en lugar de una sola suma total, el encargado clave de Riggs le dijo al subcomité que Pinochet había pedido este modo de pago para poder repartir los cheques a sus descendientes, antes de su muerte.
Además de ayudar a Pinochet a evadir los procesos judiciales que buscaban congelar sus cuentas bancarias, Riggs emprendió acciones cuestionables en un período de dos años, de 2000 a 2002, para ayudarle a utilizar en Chile los fondos de sus cuentas bancarias norteamericanas.
El 18 de agosto de 2000, usando fondos de las cuentas de Pinochet en los EEUU, Riggs emitió ocho cheques bancarios, secuencialmente numerados a nombre de Augusto Pinochet, cada uno por US$50.000, por un total de US$400.000. Según la Contraloría, Riggs luego le pagó al banquero privado que a veces se encargaba de relacionarse con Pinochet para que viajara a Chile a entregar por mano los cheques a Pinochet.
Pinochet cobró estos cheques, US$50.000 a la vez, en varios bancos, en el curso de varios meses. Al enviarle estos cheques bancarios, Riggs le permitió a Pinochet obtener sustanciales pagos en efectivo en Chile. El 15 de mayo de 2001, Riggs lo hizo de nuevo. Usó fondos de Pinochet para emitir 10 cheques bancarios secuencialmente numerados, cada uno por US$50.000, por un total de US$500.000. Estos cheques se hicieron a nombre de María Hiriart y/o Augusto Pinochet Ugarte. Se enviaron por courier expreso a Chile. De nuevo Pinochet cobró los cheques en varios bancos en el curso de varios meses. A diferencia de los cheques bancarios de 2000, sin embargo, estos cheques derivaban sus fondos no de una cuenta de Pinochet directamente, sino de la propia cuenta general de Riggs. Con esto, Pinochet podía cobrar los cheques sin temor a que fuesen rastreados a sus cuentas en Riggs.
El 11 de octubre de 2001, Riggs repitió sus acciones una tercera vez, emitiendo 10 cheques bancarios secuencialmente numerados, cada uno por US$50.000, por un total de US$500.000. A nombre de María Hiriart y/o Augusto Pinochet Ugarte, estos cheques fueron, otra vez, enviados por courier expreso a Pinochet en Chile. Una vez más los cobró en un período de meses. El 8 de abril de 2002 Riggs hizo el mismo favor una última vez, enviando 10 cheques bancarios secuencialmente numerados, cada uno por US$50.000, por un total de 500 mil dólares. Éstos se sacaron directamente de los fondos de las cuentas de Pinochet y no de la cuenta general de Riggs. Pinochet los cobro en el curso de varios meses.
En total, Riggs transfirió US$1,9 millones a Pinochet en Chile, por medio de cuatro grupos de cheques bancarios. Cuando se le preguntó por qué, en cada ocasión, le había enviado múltiples cheques por la misma cantidad, en lugar de una sola suma total, el encargado clave de Riggs le dijo al subcomité que Pinochet había pedido este modo de pago para poder repartir los cheques a sus descendientes, antes de su muerte.
El análisis de los cheques cobrados, sin embargo, indica que Pinochet los firmó y cobró personalmente en el curso de varios meses, un patrón consistente con su uso de los fondos para sus propios gastos. Cuando se les preguntó por qué Riggs simplemente no transfirió los fondos por cable a una cuenta de Pinochet en Chile, lo que hubiera sido más rápido, menos costoso, y más seguro que enviar físicamente los cheques a Chile, el personal de Riggs no fue capaz de ofrecer una explicación satisfactoria.
Cuando se preguntó por qué Riggs había sacado fondos de su propia cuenta general, en lugar de hacerlo desde las cuentas de Pinochet, el personal de Riggs dijo a los inspectores de la Contraloría que el banco a menudo manejaba los cheques bancarios de ese modo, para proteger la «confidencialidad» del cliente. Cuando la Contraloría presionó sobre este punto, Riggs informó a los inspectores que «cesaría de inmediato esta práctica».
Ocultamiento y resistencia a la inspección de la Contraloría
En ningún momento Riggs ofreció voluntariamente información sobre las cuentas de Pinochet, ya sea a un inspector de bancos o a una agencia policial. De hecho, Riggs pareció tomar pasos concretos para esconder su relación con Pinochet de los inspectores. En julio de 2000, por ejemplo, al llevar al cabo una inspección de rutina contra el lavado de dinero, la Contraloría le solicitó a Riggs una lista de cuentas controladas por figuras políticas extranjeras, pero Riggs omitió las cuentas de Pinochet de ese listado.
En 2001, un inspector de la Contraloría examinó la cuenta Althorp como parte de una revisión rutinaria al azar de datos KYC, en 17 cuentas del Departamento de Banca Privada Internacional. Según las notas a mano del inspector, cuando se le preguntó a Riggs quién era el propietario beneficiario de Althorp, se le respondió que era una «figura pública conocida» en Chile, que los miembros de su familia chilena «eran diplomáticos», que la cuenta vino de la sección Embajadas, que la familia era de «terratenientes» con «viñas» y que el Jefe del Directorio «conoce» al propietario beneficiario. Riggs jamás reveló que se trataba de Pinochet.
Finalmente, la Contraloría descubrió las cuentas de Pinochet en la primavera de 2002, durante una inspección realizada en varios bancos, con el fin de testear los procedimientos para detectar y reportar financiamiento de terroristas. Riggs fue uno de los varios bancos elegidos para esta inspección dirigida. Fue durante ella que los inspectores encontraron referencias en código en un registro de cheques bancarios de Riggs; se le pidió explicación al banco y se supo de la existencia de las cuentas de Pinochet.
Cuando los inspectores de la Contraloría se reunieron con personal de Riggs para obtener información adicional sobre estas cuentas, los empleados inicialmente se mostraron resistentes a cooperar. Por ejemplo, según un resumen de la reunión, un representante del departamento jurídico de Riggs preguntó por qué la Contraloría «necesitaría copias de documentos de las cuentas de Pinochet», y expresó su preocupación sobre la «confidencialidad de la información», e indicó que «no creía que la Contraloría necesitaba copias de ningún tipo de información».
El gerente de cuentas de Banca de Embajadas le pidió a la Contraloría que se le «garantizara a ella que ninguna información iba a ir a otra agencia». Cuando ella procedía a entregarle un documento a los inspectores, el representante legal se lo impidió. Después de una semana, la Contraloría se reunió otra vez con Riggs y le informó al banco que iba a realizar una inspección dirigida de las cuentas de Pinochet. En esa reunión, Riggs se comprometió a cooperar plenamente y a entregar toda información requerida. Los inspectores luego hicieron numerosas preguntas sobre las cuentas de Pinochet.
Un inspector escribió lo siguiente: «Me deja confuso toda la relación de Riggs con alguien de esta calaña. La aparente práctica del secreto también me intriga. Hasta una interpretación casual del cumplimiento nominal a los esfuerzos KYC no explica por qué Riggs se expondría a tanto riesgo al tener tratos con él. Incluso si una parte nominal de las acusaciones de atrocidades, violaciones de derechos humanos, tráfico de drogas y de armas, así como los rumores de asesinato, fuera verdadera, el riesgo del banco sería alto si se llega a conocer la relación de Riggs con él. Tal vez ésa es la razón de tanto secreto. Su control absoluto de la economía chilena añade todavía más interrogantes sobre el origen de sus fondos. Junto con el potencial de fondos derivados del posible terror y de los fondos personales de los miles de desaparecidos, su papel en la disolución de la estructura económica de Chile, durante su extenso mandato, seguramente abrió la puerta a posibles fuentes de ganancia y enriquecimiento personal. Si el público en general tiene acceso a esta información sobre Pinochet, también Riggs puede tener acceso. El umbral para enviar un SAR (Informe de Actividad Sospechosa) es solamente que haya ‘actividad sospechosa’ y esto por cierto cumple con ese mínimo. Me aproblema que incluso la poca información que yo tengo, pueda hacer surgir muchas preguntas que la gerencia debe hacerse también. La vacilación de enviar un SAR es significativa y no se puede desestimar con liviandad».
La Contraloría le ordenó a Riggs que enviara un SAR (Informe de Actividad Sospechosa) sobre las cuentas de Pinochet para que las agencias policiales pudieran estar al tanto de ellas. Riggs cumplió la orden en julio de 2002. La Contraloría consideró que el informe era tan deficiente, sin embargo, que envió su propio SAR muy poco después.
El papel del directorio y de los encargados de las cuentas de Pinochet
La información evaluada por el subcomité indica que miembros clave del directorio de Riggs estaban muy al tanto de las cuentas de Pinochet. Altos funcionarios habían participado en el esfuerzo de conseguir la primera cuenta de Pinochet, a fines de 1994. La gerente de cuentas declaró que ella a veces le hablaba directamente al Sr. Albritton sobre las cuentas de Pinochet.
En el año 200, miembros del directorio y funcionarios del banco viajaron a Chile a reunirse con clientes, incluyendo a Pinochet, quien había sido liberado de su arresto domiciliario en el Reino Unido, semanas o días antes del encuentro. En 2001, un miembro del directorio de Riggs informó a altos funcionarios del banco sobre la orden judicial, sobre las acciones legales pendientes en su contra y sobre las acusaciones sobre su participación en delitos.
En 2002, cuando la Contraloría comenzó una inspección dirigida de las cuentas de Pinochet, altos funcionarios de Riggs que eran también miembros del directorio asistieron a algunas reuniones con esa entidad. Un funcionario de Riggs le dijo a un inspector de la Contraloría que «el Sr. Pinochet tiene una relación con el Jefe del Directorio de Riggs». En el curso de la inspección, el jefe del Grupo de Banca Internacional de Riggs le escribió a quien era entonces el más alto encargado en Riggs de la prevención de lavado de dinero: «La división de asuntos legales y la división de cumplimiento regulatorio del banco Riggs han estado al tanto de todas las actividades relacionadas con estas cuentas. En ningún momento el grupo Internacional ha actuado sobre esta cuenta sin el consentimiento expreso, tanto de la división de asuntos legalos, como de la división de cumplimiento regulatorio».
A mediados de 2002, un miembro del directorio de Riggs entregó un memorándum legal, a petición del banco, acerca de si podía cerrar las cuentas de Pinochet sin incurrir en daño al cliente. El 15 de octubre de 2002, la Contraloría presentó sus conclusiones sobre las cuentas de Pinochet al Directorio de Riggs. Según el personal de la Contraloría presente en la reunión, el directorio reaccionó con resentimiento acerca del modo en que la Contraloría había manejado el asunto. Según la Contraloría, la sra. Albritton, miembro del directorio, se quejó de que la entidad había en efecto obligado al banco a cerrar las cuentas de Pinochet. En julio y agosto de 2002, Riggs cerró las cuentas de Pinochet.