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Senado da paso histórico y aprueba trascendentes reformas constitucionales

Entre las reformas acordadas figuran la rebaja del período presidencial de seis a cuatro años; el fin de los senadores designados y de la inamovilidad de los jefes de las FF.AA. y de Orden. »Hemos cerrado la transición a la democracia, porque las reformas constitucionales eran el último elemento que faltaba para darla por concluida», dijo el Presidente de la Cámara Alta.


En medio de un clima de regocijo y satisfacción el Senado aprobó ayer, tras una maratónica sesión, las polémicas reformas constitucionales que el martes 16 de agosto próximo serán ratificadas por el Congreso Pleno, hecho que fue definido por un importante número de parlamentarios concertacionistas como "el triunfo de la democracia y el fin de la transición". Desde Australia, el Presidente Ricardo Lagos se plegó a ese sentimiento, señalando que "ahora podemos decir que la transición en Chile ha concluido».



Entre abrazos de los parlamentarios de la coalición de gobierno, miradas tristes de los senadores institucionales que veían desmoronarse los últimos "amarres" de la dictadura y el recuerdo constante de los esfuerzos realizados por el ex ministro del Interior y actual secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, en este ámbito, la Cámara Alta dio el "sí" a las reformas políticas duras que ahora sólo esperan ser ratificadas por el Congreso Pleno en una fecha que va entre los próximos 30 a 60 días.

Las reformas aprobadas ayer -un paquete de 55 modificaciones- contemplan, entre otras, el término de la institución de los senadores designados y acortan el período presidencial de seis a cuatro años.



También incluyen la supeditación del Consejo de Seguridad Nacional al Presidente de la República, y la recuperación de la facultad de éste para remover a los comandantes en jefes de las Fuerzas Armadas, en caso de que el jefe de Estado estime que esto sea necesario.



Además, el sistema electoral binominal sale de la esfera de la Constitución de la República para pasar a ser parte de las leyes orgánicas, con lo que en el futuro se podrían realizar modificaciones en esta materia de manera más rápida y fácil.



Asimismo, se eliminó el requisito de residencia y se aprobó la rebaja de edad a 35 años como mínimo para postular a un cupo como senador.



«El que ha ganado hoy es el país, lo que parecía imposible hace cuatro, ocho, 10, 15 años atrás se ha logrado con un gran acuerdo», afirmó el ministro del Interior, Francisco Vidal a los periodistas. «Por eso en nombre del Ejecutivo agradezco la convergencia de estos acuerdos a todos los sectores políticos», agregó Vidal.



El trabajoso proceso de reformas a la Constitución se inició a partir de dos mociones presentadas el 4 de julio de 2000 e impulsadas por los senadores UDI Andrés Chadwick y Hernán Larraín, y Sergio Romero y el ex senador Sergio Díez, por Renovación Nacional. Por el conglomerado oficialista actuaron como patrocinantes de la iniciativa José Antonio Viera Gallo del PS y el institucional Enrique Silva Cimma. junto a los ex senadores Sergio Bitar y Juan Hamilton.



Sentimientos encontrados



Mientras los parlamentarios concertacionistas calificaron la aprobación de las reformas constitucionales como "un paso histórico", los senadores más apegados al régimen militar -menos emotivos- señalaron que las modificaciones al gran cuerpo legal de la Carta Magna permiten que la democracia avance.



En la misma senda, el presidente del Senado, Sergio Romero, indicó que "con la aprobación de las reformas se ha cerrado la transición", porque eran el último requisito que faltaba para dar por concluido este trayecto de 15 años.



Por su parte, el senador Sergio Fernández comentó, con nostalgia, que le correspondió firmar la promulgación de la Constitución de 1980.



De igual manera, aclaró que votó favorablemente, puesto que tras 25 años de vigencia de la Constitución impuesta por el régimen de facto de Pinochet era necesario adecuar esas normas de acuerdo a la realidad que se vive hoy día.



En tanto, tras ser consultado si es que se borró de esta manera definitivamente la mano de Augusto Pinochet de la Constitución, Fernández comentó que no, puesto que los hechos son tal como ocurrieron. "En su época se promulgó la Constitución con la firma de Pinochet y ahora estas modificaciones serán firmadas por el actual Presidente de la República".



Ahora bien, el senador socialista, Carlos Ominami, indicó que se cierra una etapa de la era democrática, pero estas reformas no solucionan los temas de fondo como la carencia de "un sistema electoral decente" o la creación de una nueva Constitución, "tomando en cuenta que la actual no privilegia a las personas, sino más bien a la propiedad privada".



Finalmente, Andrés Zaldívar se manifestó muy contento con la aprobación, puesto que confesó haber jugado un papel muy importante en la concreción de estas reformas.



Asimismo, destacó que la Constitución no llevará la firma del general Pinochet, pero además desaparecen todas las normas transitorias que le permitieron a la dictadura gobernar por más de 17 años, desapareciendo de un plumazo todos los enclaves autoritarios que aún quedaban.



"Hoy día termina la transición política que estaba pendiente, pero nos queda pendiente seguir luchando por la modificación del sistema binominal", afirmó Zaldívar.



Los últimos obstáculos que superaron las reformas



Si bien, hoy las reformas constitucionales caminan hacia el horizonte sin problema alguno, es necesario recordar que fuera de estar 14 años estancadas en el parlamento, meses atrás la Cámara de Diputados y el Senado libraron un verdadero gallito que mantuvo en suspenso la posibilidad de introducir modificaciones dentro de este complejo cuerpo legal.



En efecto, mientras la Cámara de Diputados planteaba que tenía el derecho a nominar los miembros del Tribunal Constitucional por ser parte activa de la creación de las leyes , la derecha, atrincherada en el Senado, rayaba la cancha señalando que ésta era una facultad histórica de la institución. Todo un problema que dejó en la cuerda floja la aprobación de las anheladas reformas constitucionales.



A partir de ahí, se generó una verdadera batalla parlamentaria, que tuvo como rostro principal al presidente del Senado, Sergio Romero, quien se reunió con senadores de la UDI y RN, momento en que acordaron decir "no" al planteamiento de los diputados en cuanto a que los miembros del Tribunal Constitucional fuesen elevados de siete a diez, situación que permitiría que tres fueran designados por el Presidente de la República, tres por la Corte Suprema, dos nominados por el Senado y dos por la Cámara de Diputados.



Sin embargo, finalmente salió humo blanco, prevaleció el espíritu de acuerdo y el Senado se quedó con la facultad de nombrar en forma directa a dos miembros de TC y otros dos integrantes de ese cuerpo serán propuestos por la cámara baja.



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