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«Hace dos años el fenómeno Bachelet provocaba desconfianza en Argentina»

Ex vicepresidente de Argentina, durante el gobierno de De la Rúa, fundador del Frepaso y habitual expositor en seminarios sobre política y gobernabilidad en el continente, Alvarez revive con El Mostrador.cl su retiro de la vida política activa, comenta sus actuales pasos y analiza a la abanderada de la Concertación, luego de un Lagos al que dice admirar.


Carlos »Chacho» Alvarez es un abducido. Y reaparece en Chile, en el seminario internacional organizado por Chile 21, Fundación que esta semana celebró su décimo aniversario, cuando el gobierno de Lagos ya está a punto de terminar.



Alvarez -ex vicepresidente de Argentina, durante el gobierno de De la Rúa, fundador del Frepaso, habitual expositor en seminarios sobre política y gobernabilidad en el continente y profesor de la Universidad de Quilmes- es un abducido de la política. Y como todos los abducidos, tuvo un encuentro cercano del primer tipo con otra forma de ver las cosas, como si eso que llaman los esotéricos, el Tercer Ojo, se abriera y lo convirtiera en un renovado.



Chacho expuso el lunes pasado en el seminario »Chile 21 piensa en el Chile del XXI». Junto al senador uruguayo Rafael Michelini, y nuestra diputada Isabel Allende, analizaron los retos de la democracia en Latinoamérica, desde ese prisma »progresista», una palabra usada hasta el hartazgo durante los dos días que duró la cita mundial que organizó dicha Fundación.



Y esa renovación de Alvarez se nota en su ritmo de hablar, siempre frenético, pero esta vez, cargado de terminologías menos de homo político y más de académico, de señor que viene de vuelta.



Alvarez decidió autoexiliarse de la política en 2002, luego de ostentar el cargo de vicepresidente de la República Argentina. Unido al gobierno de Fernando De la Rúa, descubrió supuestos sobornos en el Senado y renunció a su cargo.



«Hubo un desajuste con la imagen, un hombre que parecía republicano, austero. Pero si se miraban sus equipos, los hombres que lo rodearon en la Capital; si uno ve su comportamiento en el Senado; si uno se tomó el trabajo y el tiempo para ver a fondo, uno tenía que evitar que fuera el candidato de la Alianza. Pero él gano una interna y uno tiene que asumir que votó a esa personalidad. La gente acepta un candidato en términos de imagen. El punto de mi gran decepción es cuando salió a asociarse con el Senado. En ese momento sentí desprecio por el gobierno», afirmó a fines de 2002.



-Usted desapareció. Del político no se ha sabido. ¿Qué ha hecho en el último tiempo?
-Yo decidí alejarme de la vida partidaria. Alejarme de lo que significa la lucha o la competencia por el poder. Y me he dedicado de lleno al plano del desarrollo de debates, de ideas. A través de, básicamente, tres canales: un centro de estudios políticos, económicos y sociales que tenemos en Argentina; el otro, a través de la constitución de una red de fundaciones progresistas en la región, de la que forma parte Chile 21, y del asesoramiento al Programa Nacional de Desarrollo de Naciones Unidas. Estoy a tiempo completo trabajando. Y vinculado también con los que deciden. En ese sentido, tengo buena relación con los que gobiernan mi país. Con el Presidente (Néstor)Kirchner.



-En lo personal, ¿cómo queda usted luego del incidente con De la Rúa?
-Para mí fue muy doloroso. Habíamos peleado duro contra la corrupción. Porque es uno de los temas más estructurales y difíciles en América Latina. No solamente en Argentina. El caso de Brasil es muy parecido. Sistemas que funcionan con un nivel de corrupción sistémico y muy alto… Bueno, lo que sucedió me obligó a retirarme del gobierno, lo que fue muy duro, muy doloroso. Y tuve que plantearme la política desde otro espacio. Ya no participando de la lucha político-partidaria, sino pensando estrategias de desarrollo para la región.



-Pese a los argumentos que hubo detrás de la renuncia al gobierno de De la Rúa, seguía existiendo en usted el político, que por naturaleza se siente seducido por el poder. ¿Cuán difícil fue para usted alejarse del poder, ya que era vicepresidente de un país?
-¡Pensé que me iba a costar mucho más! Y llegué a la conclusión de que hay vida después de la política partidaria. También porque encontré un lugar que no me descompromete de la vida política, entendiendo ésta como construcción de un ideal de bien común. Me siento útil. Aunque también es cierto que a veces pica el bichito. Pero yo nunca he sido un bulímico del poder. No lo necesito como adrenalina. A pesar de que milito desde los 16 años.



-Claramente ha ido moderando su postura política. Fue uno de los creadores del Frepaso; a través de su ex esposa tenía nexos con los Montoneros. ¿Cuál es hoy la postura que defiende?
-Yo nunca milité en los grupos armados. Aunque sí lo hice n lo que fue la experiencia de la juventud peronista. Mi ex mujer sí había sido parte de esa experiencia. Por eso estuvo presa, pero todo fue una etapa que se reconsideró, que generó una autocrítica de muchos de los que estuvieron en la guerrilla. Es cierto que bastantes no pudieron hacer esa autocrítica porque están muertos, otros exilados… Ha habido un proceso, y hoy toda esa generación tiene un compromiso básico con la democracia. Considerada como un fin y no un medio.



-¿No le parece que las desigualdades que presenta la región, la inequidad social, también muy presente en Chile, son un caldo de cultivo y dan espacio a posturas más beligerantes?
-Nooo… La izquierda fundamentalista o las posturas intransigentes han perdido vigencia, tanto desde el punto de vista ideológico, como de la capacidad para convocar al conjunto de la sociedad a un proyecto colectivo y a uno de nación.



-El primer día de seminario usted habló muy bien del Presidente Lagos…
-(Interrumpe) Para mí Lagos es una referencia insoslayable. No solamente a la hora de debatir la realidad chilena, sino a la hora de debatir los desafíos que tiene la mayor parte de la región. Lagos tiene que jugar un rol muy importante en la región, porque pocos países se pueden dar el lujo de tener un Presidente de la estatura intelectual de Lagos. Para mí, como argentino, sería muy importante que no perdiéramos a Lagos luego que asumieran las nuevas autoridades.



-¿No será mucho? Lagos ha sido criticado por la izquierda por realizar, casi únicamente, una apertura hacia el Primer Mundo.
-Cada país tiene que velar por lo mejor para su pueblo. Cuando se discute el modelo chileno, yo siempre defiendo los 16 años de la Concertación, porque creo que hay que ponerlo en el contexto de América Latina. La crisis de Argentina, el estancamiento de Brasil, con niveles muy fuertes de indigencia. Si eso lo comparamos con el desarrollo que ha hecho Chile, en torno al combate de la pobreza; hay que verlo respecto del vecindario. No podemos compararlo con Noruega o Finlandia… Y Lagos no me cabe duda que ha dejado condiciones muy importantes, primero, para que Chile se acerque más a América Latina.



-Así como en la provincia de Buenos Aires, donde saldrá elegida una mujer, en Chile lo más seguro es que el próximo Presidente sea una mujer. ¿Cómo analiza el fenoméno de Michelle Bachelet?
-Me parece que lo que está sucediendo expresa una transformación profunda en la sociedad chilena. En términos positivos. Le hago una confesión: Hace dos años el fenómeno Bachelet provocaba desconfianza en Argentina. Uno lo miraba de manera escéptica. Porque uno reconoce a Argentina como un país con mayor movilidad social que Chile, una sociedad culturalmente más abierta, más cercana a la cultura europea, menos conservadora. Entonces, cuando a uno le decían que podía haber una candidata mujer, siendo que Chile había tenido recién Ley de Divorcio… No se podía mirar sin escepticisimo. Pero es una grata sorpresa. Porque implica que Chile se está abriendo. Significa que Chile va a ser el primer país de América Latina donde una mujer va a ser Presidenta sin responder a un apellido, sin tributar a un hombre. Nosotros tuvimos como Presidenta a Isabel Perón, pero lo fue porque, lamentablemente, era la esposa del general Perón.





lsolis_deovando@elmostrador.cl

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