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‘De repente me desmoralizo y bajo la guardia, porque uno va contra la marea’

Iván Fariña, hermano menor de Carlos, una de las víctimas más jóvenes del régimen militar, celebra el reciente procesamiento dictado contra el mayor (R) Enrique Sandoval, pero lamenta que se le haya otorgado la libertad bajo fianza de $50 mil. Con todo, dice estar confiado en el trabajo del ministro Jorge Zepeda y espera que en los próximos meses se dicten las condenas.


Hablar de la historia de los hermanos Fariña, es hablar de un tema complejo. Carlos es la víctima de menor edad de la dictadura militar, pues sólo tenía 13 años cuando fue ejecutado. Según consta en el sitio www.memoriaviva.com, fue detenido el 13 de octubre de 1973 en su domicilio de la población La Pincoya, durante un allanamiento practicado por efectivos del Ejército, Carabineros e Investigaciones.



Su hermano, Iván, tenía cuatro años el día de aquella terrible jornada. «Tengo fotos mentales que están grabadas cuando ocurrió toda esta situación, me acuerdo perfectamente cuando salimos a la calle principal, que en ese tiempo se llamaba Pablo Neruda, y mi mamá gritaba: ‘allá lo llevan, allá lo llevan’, y yo vi a mi hermano que iba en un jeep», afirma.



Iván Fariña no sólo tuvo que soportar la pérdida de su hermano y la muerte de su madre, tres años después de la desaparición del menor, sino también el haberse criado con familiares cercanos a la disuelta Central Nacional de Informaciones (CNI), que durante varios años le negó todo lo ocurrido.



Pese que Iván encontró el cuerpo de su hermano en 2000, su calvario aún no termina. Sólo a fines de 2005 el juez Jorge Zepeda procesó al mayor (R) Enrique Sandoval Arancibia como autor material del fusilamiento, con lo que recién comenzaron a aclararse las circunstancias del crimen.



El ex oficial, que accedió al beneficio de la libertad provisional con una fianza de $50 mil, es funcionario de la Oficina de Seguridad Vecinal de la comuna de Providencia. Esta semana, Iván Fariña, junto al presidente del Partido Humanista, Efrén Osorio, intentó sin éxito hablar con el alcalde de Providencia, Cristián Labbé, para pedirle una explicación.



-¿Cómo fue el encuentro con el alcalde Labbé?
– Él, pese a que accedió a conversar, tuvo una actitud muy déspota y fue bastante frío. Nosotros le manifestamos nuestra preocupación del por qué tenía trabajando a este tipo en la municipalidad y me respondió que como alcalde le iba dar todo el respaldo mientras la justicia no determinara la culpabilidad de Sandoval. Después, de forma muy soberbia, se dio vuelta y me dejó hablando solo. Ahí le planteé que si él tenía hijos qué opinaba de la forma en que se fusiló a mi hermano y él no me respondió. Entiendo que fue militar y que fue instructor de la CNI, pero ante temas tan sensibles creo que tiene que dejar de lado todo eso y escuchar más ya que, mal que mal, es un funcionario público.



-¿Cuéntame lo de la «funa» que también se le hizo ese día?
– Fue para demostrar el descontento que tienen un grupo de personas de que el alcalde esté protegiendo a este tipo. Pese a que llegó una micro de Carabineros, ellos se portaron bien porque no hubo represión. Ahora bien, demostró que Labbé estaba preparado, porque antes de la «funa» ya había un piquete de carabineros.



-¿Qué sientes al saber que Sandoval esté libre y trabajando en el municipio?
– El tema es complicado, sabiendo que a él le dieron una fianza de $ 50 mil, la cual no lo libra de ninguna culpa. Yo hubiese preferido que le impusieran una fianza más fuerte, o que lo hubieran declarado como un peligro para la sociedad y no le hubieran dado la libertad bajo fianza.



Su increíble relación con la CNI



-¿Tienes algún recuerdo del período en que tu mamá buscaba a tu hermano?
– Ahora desde los cuatro hasta los ocho, es decir, cuando ya empiezas a tener más conciencia, me acuerdo perfectamente de todos los trámites y diligencias que hacía mi mamá. De hecho, ella siempre decía que yo era su bastón. Mi mamá murió con cáncer, hemiplejia, en silla de ruedas y con los dos pechos amputados. Después, en el ’86 y ’87, cuando partió esto del Sí y el No, me dirigí a la Vicaría de la Solidaridad a preguntar por el tema de mi hermano. Ahí me atendió María Luisa Sepúlveda, que fue la asistente social de mi mamá, y lo primero que me pasó fue una carta de ella en la que pedía que nunca dejaran de buscar a su hijo.



Tengo entendido que parte de tu infancia la pasaste con una familia ligada a la CNI que te negaba lo ocurrido, ¿cómo fue ese período?
– Hasta el día de hoy mi familia está enojada conmigo, porque, como me crié con unos tíos y mi prima era CNI, mis mejores vacaciones de adolescente las pasé en las cabañas de la CNI en las rocas de Santo Domingo. En ese tiempo, el tema de mi hermano fue tabú, nadie me hablaba de eso. Ahora pasó algo increíble, recuerdo que Sandoval fue compañero y amigo de mi prima y uno se da cuenta de que el mundo es muy chico. Hace dos años, en un documental que hicieron que se llamaba "Mi hermano y yo", quisieron entrevistar a mi tía con la cual me crié y ella les dijo que no y que me había muerto.



Hay que decir que nunca he contado una mentira, lo que he contado ha sido mi historia de lo que viví, de que el tema de mi hermano fue un tema oculto, y un tema que cuando quise desenterrarlo, me trajo un montón de complicaciones al punto de que me echaron de la casa cuando tenía 18 años. Ahí tuve que partir de cero, arrendando, viviendo de allegado, a veces pasé hambre, gracias a Dios en la actualidad tengo una situación tranquila, tengo mi familia y dos hijas.



-¿Cómo fue el contacto que tuviste en la Vicaría de la Solidaridad?
– Cuando llegué a la Vicaría, María Luisa Sepúlveda no sólo me dijo que me conocía desde pequeño y me narró la historia, sino que también me presentó a Andrés Donoso, quien era psiquiatra de la Vicaría. Creo que él es responsable de que no me hayan tomado preso, no haya puesto bombas o me haya metido al Frente, porque de una u otra forma, me enseñó a enfrentar esta situación. De hecho, él es mi padrino de matrimonio. Hubo un tiempo en que nos llamábamos muy seguido y me ayudaba a enfrentar mi problema.



El hallazgo



-¿Cómo fue el día en que encontraste a tu hermano?
– Recuerdo que ese día me dirigía al trabajo y en la radio escuché que habían encontrado el cuerpo de un detenido desaparecido, pero no lo asocié al tema de Carlos. Al poco rato me llamó una señora que necesitaba que me dirigiera al instituto médico legal, y ahí recién me di cuenta que algo había pasado. Ahora, todo fue súper fuerte, pues siempre he dicho que uno está preparado para enfrentar la muerte de un ser querido, pero dentro de circunstancias normales. Ese día me contaron cómo lo habían encontrado y qué estudios se habían hecho para saber que era él. Y quedé tan mal, que no me dejaron verlo, y me pidieron que fuera al día siguiente y acompañado de alguien. Cuando lo vi, fue algo muy impresionante, gran parte de la ropa estaba casi intacta, todavía los orificios de balas estaban marcadas con número, y ahora que leí el procesamiento contra Sandoval, que dice que lo habían quemado, logro entender porque las zapatillas estaban achurrascadas. Después se tuvieron hacer gestiones para poder enterrarlo, porque no podían enterrar una persona que no tenía fecha de nacimiento.



Hay que decir que se dieron muchas cosas extrañas, ya que Carlos apareció producto de una lluvia, se empezó a socavar la tierra y afloró solo. Además, el abogado Nelson Caucoto me contaba que la gente de Investigaciones logró dar con todo esto porque hubo un tipo que estuvo hospitalizado en el hospital de San Felipe que empezó a delirar una noche y empezó a contar toda la historia. Han habido cosas que uno dice por algo están pasando.



– En cuanto a justicia, ¿qué esperas que pase con el caso de tu hermano?
– Sólo hay que esperar. Cuando tuve la entrevista con el ministro Zepeda, él me dijo que este tema no tendría que extenderse tanto. De hecho, él pensaba terminar con la sentencia el 31 de diciembre y por razones ajenas al tema se estaría dilatando un poco, pero de igual manera me dijo que no me impacientara, porque dentro de los próximos meses debería haber alguna sentencia.



-¿Qué opinión tienes de la justicia en general?
– Qué quieres que te diga, o sea ¡una fianza de $50 mil! Espero que con el tema de Carlos haya justicia, encuentro que debiera haber una pena fuerte, porque si se le dan cinco o seis años va hacer algo irrisorio y uno se queda con gusto a poco. Dentro del procesamiento de Sandoval éste está como secuestro y homicidio calificado y en la actualidad cualquier persona que haga eso pasa bordeando la cadena perpetua.



Carlos tenía 13 años cuando lo asesinaron y no tenía ninguna vinculación política, además tengo la copia del procesamiento de mi hermano y me di cuenta que después de haberlo fusilado lo quemaron, entonces es un tema bastante fuerte. Si bien con una pena de 20 o 30 años no me van a devolver a mi hermano, me aseguro que Sandoval el resto de sus días lo pase preso.



El ministro Zepeda está preocupado por el tema, debido a que se trata de un caso emblemático por la situación y la forma en que ocurrió. Además, ha habido organizaciones internacionales, como Unicef, que mediante misivas se han preocupado de la situación de Carlos. También queremos ver, en el transcurso de la próxima semana, qué posibilidades hay que el Sename y el Consejo de Defensa del Estado (CDE) se hagan parte en el tema, porque es algo fuerte.



-¿Qué opinas de la situación actual de Pinochet?
– Él está solo, en algún momento cuando apareció mi hermano pensé si Lucía Hiriart y Augusto Pinochet tienen buena memoria, se deben acordar del tema de Carlos, porque fueron cientos de carta que mi madre les mandó pidiendo la ayuda y ninguna de esas cartas fue contestada.



Por esas cosas de la vida, Carlos apareció una o dos semanas antes que desaforaran por primera vez a Pinochet, entonces me pregunto si ese hecho significó que removiera la conciencia de alguien para que lo desaforaran, porque cuando apareció mi hermano fue un tema fuerte para la opinión pública.



Yo llevaba 20 años buscando a Carlos, lo encontré hace seis años y espero seguir hasta que los culpables estén presos. A lo mejor en su momento Pinochet no vio específicamente el tema de muchas personas, pero tendría que haber controlado esta situación, porque se alargó por muchos años y cayó gente que no tenía nada que ver, porque nosotros no teníamos ninguna militancia política, mi padre había muerto un par de año antes. Entonces 12 balazos, e incluso en el procesamiento después dicen que lo quemaron, no logro entender por qué ocurrió todo eso.



-¿Qué piensas de aquellas personas que aún renieguen lo que sucedió en dictadura?
– Creo de un tiempo a esta parte se ha avanzado harto, porque si uno recuerda hace 20 años este tema no se tocaba y para muchos no existían los detenidos desaparecidos. De hecho, cuando mi hermano apareció fue todo un lío, porque fue borrado del Registro Civil y tengo un certificado de defunción que aparece que nació el 2000 y murió en 1973, lo cual es absurdo. Pese a eso, se han ido dando las condiciones para que la gente vaya tomando más conciencia, ahora falta esclarecer muchas cosas. De repente me desmoralizo y bajo la guardia, porque uno va en contra de la marea. Afortunadamente, gente del Partido Humanista me ha apoyado en lo que es enfrentar esta situación.



-¿Por qué te acercaste al Partido Humanista?
– Porque de todos los candidatos presidenciales que había, el único que puso en el tapete seguir hablando del tema de los derechos humanos fue Tomás Hirsh. Ellos se han portado bien conmigo, han sido solidarios y no han politizado para nada el tema. Cuando tú te sientas con una persona y le cuentas la historia de lo que pasó con Carlos, creo que cualquiera se sensibiliza.



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