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«La gente ha sufrido mucho como para embarcarse en ofertones»

Politólogo PS y asesor del comando de Bachelet asegura que las promesas de Piñera no encontrarán oídos en el electorado, y que la principal falencia de la que adolece el candidato de la derecha es la credibilidad. En su opinión, las acusaciones de intervencionismo electoral hechas en las últimas semanas por la derecha corresponden a la ‘desesperación’ del perdedor.


Optimismo sí, triunfalismo no, parece ser la discreta consigna que reina en el comando oficialista, a pocos días de las elecciones. Aunque los datos que manejan internamente aventajan a Michelle Bachelet por al menos cuatro puntos, no quieren descuidar el tramo final.



Francisco Javier Díaz, asesor en el comando de la abanderada concertacionista, y miembro de su círculo más estrecho, es uno de los optimistas que prefieren la moderación. "Hay que trabajar hasta el último día para ganar", resume el abogado y cientista político. Ni siquiera las acusaciones de intervencionismo electoral de los últimos días han nublado demasiado el panorama. Díaz se limita a calificarlas como reacciones desesperadas de la derecha. Asegura que el apoyo político del Presidente a la candidata es normal, y que Bachelet será elegida, entre otras cosas, porque ‘proviene de un buen gobierno’, y desmiente que en el comando haya molestia por el ‘excesivo protagonismo’ de Ricardo Lagos.



«Acusaciones exageradas»



-¿Cuál es su posición frente a los reclamos por intervencionismo electoral que ha hecho la derecha?
-Creo que las acusaciones de intervencionismo electoral por parte del aparataje del Estado son absolutamente exageradas, y prueba de ellos es que -salvo un caso muy puntual, en Quillota- ni siquiera han llegado a tribunales o a la Contraloría. Lo que vemos es desesperación de parte de la derecha por tratar de armar un caso de una gran intervención estatal, de manera de quemar el último cartucho de esta carrera que ven perdida. Por lo tanto, esa acepción de intervencionismo no la comparto. Lo segundo, la queja de que Lagos participe en la campaña en términos políticos, en términos de algún proyecto de ley o de alguna declaración, también me parece infundado. Estamos hablando de sectores que tienen que hacer política en todo momento. Es casi como que a un equipo de fútbol le pidieran prescindir de uno de sus mejores jugadores.



-Pero no sólo la derecha ha mencionado el papel de Lagos en la campaña. Se ha hablado de un cierto descontento en el comando por este hecho, que le quitaría relevancia a Michelle Bachelet.
-No hay que creer todo lo que sale en los diarios. Yo, que trabajo en el comando, no sólo no veo ningún problema, sino que me parece natural -así ocurre en todas partes del mundo- que el gobierno saliente de una coalición esté políticamente alineado con la candidatura de esa misma coalición.



El apoyo de Lagos



-¿Cuánto ha beneficiado a Michelle Bachelet el apoyo de Ricardo Lagos?
-El gobierno de Lagos y la Concertación es sinónimo de buen gobierno, de que las cosas funcionan. Las elecciones -y esta en particular- se terminan decidiendo sobre la base de la credibilidad de las ofertas de los candidatos. Por tanto, para Michelle Bachelet es efectivamente muy importante tener un sello de credibilidad en el sentido de que va a ser un buen gobierno, porque ella proviene de un buen gobierno. En ese sentido, claro que ayuda.



-¿Qué errores o carencias hubo en la campaña durante la primera vuelta y se solucionaron durante la segunda?
-Evidentemente hay experiencias que uno toma, y trata de corregir situaciones puntuales, pero creo que se trata de elecciones distintas. La primera vuelta fue a cuatro bandas, con tres candidatos muy competitivos, que arrancaban votos desde distintos frentes a la Concertación, y pese a ello igual obtuvimos un 46%. Ahora pudimos reforzar la campaña, y como no hay parlamentarias se sumó mucha gente al trabajo en terreno. Se ha logrado lo que todo Chile está viendo: que es la candidatura con más probabilidades de ganar.



¿Candidata ciudadana o de los partidos?



-En algún momento tomó mucho cuerpo la discusión acerca de si Michelle Bachelet es una candidata ciudadana o una candidata política. ¿Le parece un debate que tiene sentido?
-Es un debate absolutamente inútil. Los militantes de los partidos no venimos de Marte; somos, antes que nada, ciudadanos, y poner a los ciudadanos en contraposición con los políticos no corresponde. La candidatura de Michelle emana de la ciudadanía, y como tal tuvo que manejarse en un lenguaje, y con códigos comunicativos distintos de otras candidaturas, pero eso no está en contraposición con que los partidos participen activamente de esta campaña.



-Se ha hablado también de un cambio de actitud en Michelle Bachelet. Más segura de sí misma y más relajada. La sensación mediática es que se siente con más libertad.
-Es una impresión de algunas personas. No sé si es así: yo la veo trabajando tan concentrada y tan a fondo como la veía hace cuatro o cinco meses. A lo mejor sí puede causar cierta diferencia el que cuando enfrentas una elección con un 46% a tus espaldas, es bien distinto; te da una sensación de seguridad en lo que hiciste, y de firmeza en tu proyecto.



La confiabilidad de Piñera



-En la campaña de Piñera parece reinar un cierto derrotismo que no había hace un par de semanas. ¿Lo atribuye al desempeño de Piñera o al poco apoyo de la UDI?
-Mi impresión es que lo que la gente valora en una elección es credibilidad. La gente ha sufrido mucho como para embarcarse en ofertones o en promesas que tiene la impresión que no van a poder ser cumplidas. Ese punto central es algo que Piñera nunca logró resolver. Trató de sustituirlo primero por un tema de capacidad, después por una oposición hombre-mujer, en la última semana lo ha reemplazado por acusaciones de intervencionismo, pero nunca ha resuelto el meollo del problema, que es que ni él ni su coalición dan credibilidad a los chilenos.



-¿Se reforzó eso con el último debate?
-Creo que se ha reforzado con todo: con el debate, la campaña, la franja, con la posibilidad de tener a los parlamentarios electos en la calle. Al frente, ¿qué teníamos? Un candidato que no lograba dar con ese nodo central y que en el último debate, además, se puso tremendamente agresivo. Con eso, en vez de resolver el tema de la credibilidad, lo sepultó.



«Trabajar hasta el último día»



-¿Está ganada la elección del domingo? Se lo pregunto porque en ámbitos oficialistas se habla de entre cuatro y seis puntos de diferencia entre Piñera y Bachelet, pero las encuestas tienen a veces un 3% de margen de error. ¿Es tan cierto el triunfo?
-No, para nada. Yo me sigo levantando todos los días a las 8 de la mañana y acostando a las 12 de la noche. Acá hay que trabajar hasta el último día para ganar. Acá no caben los triunfalismos, y nunca han cabido. Hay que trabajar súper duro. Ahora, eso no quita que yo crea que vamos a ganar.



-¿En qué medida – y a pesar de que varios de los puntos que establecieron como condiciones los comunistas para su apoyo- Michelle se compromete con el mundo de la izquierda extraparlamentaria, ahora que son ellos quienes van a decidir la elección.
-Los comunistas presentaron una declaración con cinco puntos que eran centrales en nuestro programa de gobierno. Al percatarse de esa coincidencia en un asunto central se produjo el llamado de ellos a votar por Michelle Bachelet.



-¿Cómo se explica entonces lógicamente que, aún con ese acuerdo, sean oposición?
– Ellos son oposición porque no se sienten plenamente representados por nuestro programa. Y nosotros no vamos a cambiar nuestro programa, porque es producto de una reflexión muy importante en términos técnicos, políticos e ideológicos; está bien que sigan siendo oposición y no tiene nada malo. No hay ningún miedo a que sean oposición. Estos cinco puntos son centrales, y por eso es razonable y responsable que ellos voten por Michelle Bachelet.

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